viernes, 11 de enero de 2013

II. LA CULPA- CARACTERÍSTICAS Y SÍNTOMAS




En contraste con las acusaciones condenatorias de Satanás, el Espíritu Santo nunca condena a los verdaderos cristianos. Romanos 8: 1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. Debido a que Dios es un padre justo, algunas veces permite que usted cargue con las consecuencias de su pecado. Con esto quiere animarlo a que cambie. (Lea Hebreos 12: 4-11.) Pero al mismo tiempo pondrá en su corazón el deseo de hacer su voluntad.

“porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad”.
(Filipenses 2:13)

A. El enemigo es desenmascarado
Conozca las dos clases de culpa: La primera es una amiga que dice la verdad y lo
dirige con gentileza a arrepentirse y buscar perdón. La otra, es una conspiradora secreta
que lo tienta y lo condena produciéndole deshonra y vergüenza interior. La culpa falsa
aflora cuando usted se culpa a sí mismo aunque no haya hecho nada malo, o cuando
continúa culpándose aun después de haber confesado su pecado y de haberlo
abandonado.

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor aún buscando a quien devorar”.
(1 Pedro 5:8)
CULPA VERDADERA
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”. (Juan 16:13)
CULPA FALSA
“...porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos (Satanás), el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”.
(Apocalipsis 12:10)
SE BASA EN HECHOS
“Hice mal al llevarme a casa los artículos de oficina para mi uso personal. A eso se llama robar”.
SE BASA EN SENTIMIENTOS
“Me siento horrible. Y es porque soy horrible por desear lo que no es mío y lo que es peor, por tomarlo. ¿Cómo pude caer tan bajo, que me llevé a casa los artículos de la oficina?”
PRODUCE DOLOR POR EL PECADO
“Mi falta de honestidad me hace consciente de cuánto me falta para reflejar el carácter de Cristo. Querido Dios: Quiero cambiar, estoy muy triste de haber avergonzado a mi Salvador”.
PRODUCE TEMOR A LAS CONSECUENCIAS
“Debí trabajar el fin de semana para reponer mi tortuguismo. Ahora mi jefe tal vez me despida.
Si hubiera logrado más, no estaría en esta situación”. ¿Cómo voy a pagar las cuentas, qué le diré a mi esposa?
PRODUCE LA CONVICCIÓN DEL ESPÍRITU
SANTO
“Ahora veo que mi actitud estaba equivocada al suponer que la empresa me debe lo que tomé”.
PRODUCE LA CONDENA DE SATANÁS
“Soy una persona horrible por estar enojado con
mi jefe”.


RESULTA EN ARREPENTIMIENTO
“Quiero ser íntegro. Restituiré lo que tomé de la oficina y pediré a Dios que me dé la fuerza para cambiar mis hábitos deshonestos”.
PROVOCA DEPRESIÓN
“¡Quizá debo darme por vencido! Nunca seré lo que debo ser. No soy bueno, y nunca cambiaré, no tengo remedio”.
ACEPTA EL PERDÓN
“Estoy agradecido porque tengo un Padre
celestial que siempre me perdona, sin importar lo que haya hecho”.
SE SOLAZA EN LA AUTO COMPASIÓN
“Siempre quiero hacer lo mejor, pero no tengo las ventajas de otros. Si tuviera mejor empleo, no tendría que robar cosas”.
SE APROPIA DE LA OBRA CONSUMADA POR
CRISTO
“Sólo confiando en Jesucristo para que supla mis necesidades y por su obra redentora en mí, podré ser la persona que debo ser”.
LOGRA HACER “BUENAS OBRAS”16
“Cuanto más hago por la iglesia y por otros, me siento mejor conmigo mismo y los demás me respetan más”.
LLEVA A LA RECONCILIACIÓN CON DIOS Y
CON OTROS
“Sabiendo que Dios siempre me ama me permite amar y perdonar a otros”.
ALEJA DE DIOS Y DE OTROS
“Dios nunca me amará. Si dejo que otros se me acerquen demasiado y vean lo que soy, me rechazarán. No cuento con nadie”.



“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Juan 8:32)

PREGUNTA: “SI SE SUPONE QUE DEBO SENTIRME CULPABLE CUANDO PECO, ¿POR
QUÉ ME SIENTO BIEN CUANDO ESTOY PECANDO?”

RESPUESTA: La Biblia no dice que el pecado no produce placer. El atractivo y la
seducción el pecado es que promete darnos felicidad. Pero la Biblia sí nos advierte diciendo que aunque hay placer en el pecado, este placer es temporal.

“¿... Que la alegría de los malos es breve, y el gozo del impío por un momento?”
(Job 20:5)

B. El enemigo encubierto
Es raro que los enemigos se dejen ver como realmente son hasta que la verdad empieza a revelar sus características y tendencias sospechosas. Debido a que la culpa falsa puede sobrevivir toda la vida sin ser notada, pocas personas sospechan que es la verdadera culpable que sabotea sus relaciones y destruye su intimidad.  Algunas personas, aunque no están conscientes de ello, en la parte más profunda de su ser actúan con base en ciertas convicciones que ni reconocen ni saben que existen.
Considere los siguientes comportamientos, que pueden darle la pista
para descubrir los sentimientos de culpa que han quedado sin resolver.

EL SOLITARIO
“Temo que seré rechazado si la gente me conoce como soy”.
EL CRÍTICO
“Me concentro en las faltas de los demás para no verme como soy”.
EL PERFECCIONISTA
“Para poder recibir aprobación y aceptación de los demás, no debo cometer errores”.


EL ADICTO AL TRABAJO
“Si me mantengo ocupado y soy productivo, evitaré analizar mis verdaderos sentimientos”.
EL BENEFACTOR
“Dar muchos regalos y hacer cosas por otros es la única manera de mostrar amor”.
EL TACAÑO
“Nunca gastaré en cosas superfluas como vacaciones, ropa nueva, o buenos restaurantes”.
EL MÁRTIR
“¿Cómo puedo aceptar un cumplido? Los demás pensarán que soy orgulloso”.
EL PREOCUPÓN
“Evito resolver el pecado verdadero de mi vida preocupándome por cosas menos
importantes”.
EL TÉMPANO
“Me parece imposible responder a la intimidad sexual porque dentro de mí creo que el sexo es sucio”.
EL QUE PIDE DISCULPAS
“Si me disculpo continuamente, la gente no se enojará conmigo”.
EL DEFENSOR
“Mi mejor defensa (o protección) es el ataque”.
EL CONFESOR
“Si acepto la culpa de todo, sutilmente puedo negar la culpa de cualquier cosa”.
EL LEGALISTA
“Con seguridad Dios perdonará todas mis faltas si me entrego a su servicio”.
EL MELANCÓLICO
“En vez de resolver mis sentimientos de culpa, prefiero la depresión”.

A la mayoría de nosotros se nos dificulta reconocer nuestros puntos ciegos o vernos reflejados en alguna de estas “personalidades”. Pero si realmente quiere conocer la verdad acerca de usted mismo, enfrente a sus enemigos internos y líbrese de ellos. Pregunte a sus amigos si ven en usted alguna de estas características. Acalle sus defensas y permita que Dios le diga la verdad. Su voz es amorosa y amable, y le dará esperanza y ánimo.

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
(1 Juan 1:8-9)

PREGUNTA: “¿CÓMO PUEDO SABER QUÉ PECADOS ESTÁN PROFUNDAMENTE
ARRAIGADOS EN MÍ SI NI SIQUIERA CONOZCO LA VERDAD?”
RESPUESTA: Confíe en que Dios conoce las profundidades de su corazón y se los
revelará si usted busca sinceramente la verdad.

“Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, o alzado nuestras manos a dios ajeno, ¿no demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón. (Salmos 44:20-21)

C. El enemigo diagnosticado
Tanto la culpa falsa como la verdadera deben resolverse correctamente Si usted tiene problemas para reconocer el poder de la culpa subyacente en su comportamiento personal, considere algunos síntomas físicos que también pueden ser provocados por la culpa oculta que ha quedado sin resolver.

“¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto”.
(Jeremías 30:15)

PREGUNTA: “¿CÓMO PUEDO SABER SI MIS PROBLEMAS DE SALUD SON
FISIOLÓGICOS O CAUSADOS POR MIS PECADOS ESPIRITUALES?”
RESPUESTA: Sométase a un examen médico completo. Si el doctor no encuentra una causa fisiológica, considere la posibilidad de que sea algo espiritual.
Después sométase a un examen espiritual. Pregúntese: “¿Hay en mi vida algún pecado que no he confesado?” Si es así, resuélvalo y abandónelo.
Recuerde que Dios puede usar la culpa de su vida —la culpa real— para guiarlo a la luz de su verdad.

“En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste
nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste”. (Isaías 57:10)

III. CAUSAS DE LA CULPA
(Continuará)

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