jueves, 7 de julio de 2011

"PROFECIA CONTRA LOS PASTORES"













Pr. Manuel A Morejón Soler. Vedado, La Habana, julio del 2011, (PD) imorejon@yahoo.es

El Señor me dirigió la palabra:

“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y adviérteles que así dice el SEÑOR omnipotente:

¡Ay de ustedes, pastores de Israel, que tan sólo se cuidan a sí mismos!

¿Acaso los pastores no deben cuidar al rebaño?

Ustedes se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan del rebaño.

No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad y violencia”.

La figura del pueblo de Dios como un rebaño de ovejas aparece varias veces a

través de la Biblia. En esta profecía los pastores de la época, es decir los gobernantes de Israel, son reprendidos por su egoísmo y falta de cuidado por sus súbditos. Además, algunos de estos pastores, pasando por alto su origen, adquirieron riquezas y poder oprimiendo a otros que eran más pobres y débiles. (Libro del profeta Ezequiel 34:1-4)

Ezequiel advierte que Dios restablecerá su justicia.

La situación política del pueblo de Israel en aquel entonces era bastante similar de la de hoy. Detrás de las cuestiones específicamente políticas, vemos a una sociedad complicada, cargada de asuntos familiares desordenados: incertidumbre acerca del futuro; cataclismos internacionales; pluralismo religioso; corrupción institucional; fe en desorden.

Hay un peligro en aplicar demasiado precisamente a la actualidad lo que ocurrió hace dos milenios y medio (particularmente sobre Israel). No obstante, el contorno general de los problemas de la sociedad es tan similar hoy que los principios pueden fácilmente ser aplicados.

La sociedad y Dios no cambian, pero si serán desconocidos todos aquellos que tratan al rebaño del Señor con crueldad y violencia.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”

(Mat 7:21-23)

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