Santiago de Chile
Mis queridos amigos, todos saben el hecho terrible del que fui víctima hace dos semanas por parte del régimen militar comunista de Cuba, que después de haberme dado todos los permisos para entrar a la isla, me deportaron desde el aeropuerto sin permitirme ver a mi madre que estaba muriendo de cáncer. Enseguida el mundo comenzó a protestar ante tan macabra medida, para lograr que me dejaran ir otra vez y poder darle el último beso a mi viejita. Pero lamentablemente ella no pudo esperar y murió una semana después.
Sin embargo, eso no puede quedar así. Y no sólo hay que denunciarlo para evitar que le pase a otros cubanos, sino porque ahora QUIERO IR A LA TUMBA DE MAMITA. Ese es un deseo y un derecho que nadie me lo puede quitar.
Ella pudo haber muerto antes, pero dicen que se esforzó alargando su sufrimiento, con la esperanza de verme antes de morir; era todo lo que pedía para morir feliz. Y yo estuve ahí, cerca, a una semana de su muerte, y no me dejaron pasar. Yo cumplí mi parte, pero Fidel no cumplió la suya y me engañó.
Yo había sido desterrado de Cuba a finales del 2005, como castigo por la publicación en España de mi libro CUBA, UN PUEBLO ESCLAVIZADO. Pero aún así presenté mi caso ante las autoridades cubanas, y por un tema humanitario, luego de cobrarme unos cuantos dólares para mis papeles, me dieron pasaporte nuevo, y esa visa que le permite a los cubanos visitar su país sólo por unos días como turista.
Estaba contento, porque aunque fuera sólo unos días al menos podría darle ese último beso a mi viejita querida para que se fuera en paz. Así que a pesar de mi difícil situación económica, y con préstamos, con toda la ilusión, pude juntar el dinero del pasaje, y salí desesperado para Cuba el 18 de marzo del 2009, rogando porque mi viejita aún pudiera esperarme viva unas horas más. Y así fue, ella lo logró, porque cuando llegué al aeropuerto de La Habana aún estaba viva.
Sin embargo, no imaginaba la terrible sorpresa que me esperaba en el aeropuerto, el macabro plan que habían tejido para partirme el corazón. Casi en la puerta del avión me estaban esperando los militares para informarme que no podía entrar. Pensé que era una broma de mal gusto, pues ellos mismos me habían entregado todos los permisos. Todos el dinero invertido, todos los días de trámites y preparativos, el viaje tan largo. No podía creerlo. Pero enseguida sobraron las pruebas de que estaban hablando en serio, y que todo se había planeado con anterioridad para que yo viajara por gusto.
Así que me tuvieron doce horas sin darme comida ni agua. No me permitieron ver a mis hijos y demás familiares que estaban esperándome en el aeropuerto (a los cuales no veo hace cuatro años), ni siquiera para entregarle los medicamentos y comida que llevaba para mi madre. Fui deportado nuevamente a Chile, escoltado como un terrorista, y no me explicaron por qué. Tampoco hizo falta que me lo dijeran, pues todos sabemos que es por culpa de mi libro “Cuba, un pueblo esclavizado” Y en mi pasaporte plasmaron el sello que convierte a Cuba en el único lugar del mundo donde no puedo entrar. No sólo me quitaban el derecho de besar a mi madre antes de morir, sino que quitaron mis hijos, mis hermanos, mi pueblo, mi patria.
Entiendo que tuve la mala suerte de haber nacido en el único país del mundo donde ser escritor no es una virtud sino un delito. Y es verdad que yo he hecho acusaciones contra Fidel, pero jamás había cometido un acto directo que pudiera dañarlo directamente a él o a su familia. Y en el peor de los casos, si él no estaba de acuerdo con mis críticas, la ley no le permite más que acusarme de injuria e intentar que me multen, pero no dañarme a mí y toda mi familia de esta forma. Ni siquiera habían emitido alguna vez una orden que me prohibiera entrar. Jamás he cometido ningún delito dentro ni fuera de Cuba. Jamás un tribunal ha emitido una sanción contra mí. Y eso muestra que están violando su propia ley.
Tampoco es un tema político. Aquí no se está votando una ley. Aquí están involucrados los sufrimientos de un hijo y una madre moribunda que necesitaban darse el último beso. Tan sencillo como eso. Así de fácil.
Ya me quitaron la posibilidad de darle el último beso viva. Ya murió y no se puede virar el tiempo atrás. Pero yo los perdono, y no les guardo rencor. Porque son los tentáculos del Diablo que están obrando el la Tierra. Mi misión en esta vida es lograr la paz y el entendimiento entre los cubanos. Ni siquiera les estoy pidiendo que me devuelvan los miles de dólares que me han hecho gastar por gusto, ni que me indemnicen por todos los daños causados. Yo sólo pido que rectifiquen su conducta.
QUIERO IR A LA TUMBA DE MI MAMITA. Y pido una garantía para que ningún otro cubano jamás vuelva a pasar lo mismo que yo. Todos los cubanos exiliados hemos perdido a alguien en Cuba, o tenemos a alguien que cualquier día podemos perder. No estoy en contra de los que por diversas razones que quieren ir a Cuba, pero exijo que a todos los cubanos exiliados se nos devuelva inmediatamente la residencia cubana. Luego cada cual decide en qué lugar pasa más tiempo. Pero cómo es posible que siendo cubano no tenga derecho a su residencia sin haber renunciado a ella ante ningún tribunal.
Comparto con ustedes un resumen noticioso de este caso, publicado por en canal América TV.
http://www.youtube.com/watch?v=CnJ3MvxcLR8
http://www.wikio.es/video/972745
hectormanuel.ramirezrodriguez @yahoo.es
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