lunes, 3 de diciembre de 2018

Cómo abrir tu puerta entre el Cielo y la tierra





  
Crystal Wade, Hico (Texas)

Un nuevo camino de pensamiento
Nuestro Padre Celestial se arriesgó enormemente al crear al hombre y la mujer a Su imagen y semejanza. Fue un riesgo sorprendente porque Él eligió limitarse y atravesar los problemas al crearnos con libre albedrío. Yo he vivido con un problema de salud la mayor parte de mi vida, que ha causado dolor y limitaciones. Ha sido un acompañante siempre presente pero no bienvenido.
 
Hace unos años, durante la oración, de repente le dije a mi Padre Celestial: "Cuando Te he juzgado por esto, lo siento, por favor, perdóname". Inmediatamente experimenté Su presencia, dulce y clara. El Padre Celestial, que es el Padre de nuestros espíritus, confirmó que aceptaba mi oración. En lugar de centrarse en mi fallo, siguió delante e inmediatamente comenzó a crear una nueva forma de pensar en mí. Aquí está esa asombrosa conversación.
 
"¿Cuándo realicé Mis obras más increíbles?" me preguntó el Señor.
"En la Creación y cuando Jesús caminó por la tierra," contesté yo.
"¿Y qué era lo que tanto faltaba?", preguntó Él. "Personas", respondí.
 
Él me dijo que reflexionase sobre esto, lo cual cambió mi perspectiva para siempre.  Muchas veces, señalamos a la Creación y la obra de Jesucristo sobre la tierra, preguntando: "Padre, ¿por qué no vuelves a hacer eso otra vez?" En aquellos tiempos, Él era completamente libre para hacer Su obra. Todas las puertas permanecían abiertas para Él y Él se movía libremente, haciendo que las obras magníficas, creativas y redentoras se convirtieran en una realidad física.
 
Como Habacuc, nosotros tenemos una tendencia a mirarnos a nosotros mismos, a nuestras familias, a nuestras iglesias, a nuestras naciones, y decir: "Señor, he sabido de tu fama; tus obras me dejan pasmado.  Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer a nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia" (Habacuc 3:2).
 
Nosotros somos los agentes del cambio
 
Aquí hay una buena noticia: no tenemos que trabajar más duro, orar más o empujar más para que nuestro Padre escuche o actúe. Mucho poder, a la espera de ser desbloqueado y liberado, se encuentra dentro de nuestra propia libertad de elección. ¡Nosotrossomos los agentes del cambio!
 
Jesús dijo: "... yo soy la puerta de las ovejas" (Juan 10:7 RV). A nosotros, Él nos dice: "Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3:20 RV). Ambas puertas son en griego thura(Concordancia Strong
G2374). La definición de thura incluye "utilizado de cualquier abertura como una puerta, entrada, camino o pasaje hacia adentro; la puerta del Reino de los Cielos (comparado con un palacio) denota las condiciones que deben cumplirse para ser recibidos en el Reino de dios "
 
Jesús reveló que el Reino de Dios está dentro de nosotros (Lucas 17:21). Cuando Él caminó por la tierra, permaneció abierto como una puerta y un pasaje entre el Cielo y la tierra. Él liberó el Reino de Dios de Su Espíritu, Su hombre interior, al mundo exterior. Jesús, como puerta, estaba completamente abierto a nuestro Padre Celestial y completamente abierto a nosotros en la tierra. A través de Él, el Padre actuaba libremente. Nosotros también somos puertas. Para la mayoría de nosotros, nuestras puertas no son están tan abiertas como las de Jesús. La buena noticia es que esta pelota está en nuestro tejado.
 
Cómo abrir nuestras puertas
 
1. Continuar trayéndole las heridas a Él para que las sane en lugar de enterrarlas o llevarlas, para que se abra más nuestra puerta entre el Cielo y la Tierra, dentro de nosotros.
2. Mirar honestamente dentro y confesar los juicios, la falta de perdón y la amargura que hemos tenido contra Él por los problemas por los que hemos pasado nosotros y nuestras familias.
3. Cumplir con las condiciones para que se abran las puertas del palacio del Reino celestial separándonos de lo que nuestro Padre llama inmundo, para que podamos tener una profunda comunión con Él, lo cual Jesús pagó.
4. Permitirle a Él hacer crecer la compasión y el amor que hace lo mejor para los demás. La mayoría de las heridas que recibimos vinieron de Su proceso a través de nuestras pruebas y sufrimientos, con la intención de traer compasión y amor en nosotros.
 
¡Cada vez que nos movemos a través de este proceso, nuestras puertas se abren más!
 
No tenemos que trabajar más duro, orar más o hacer más. De manera sencilla pero poderosa, podemos preparar el camino del Señor eliminando los bloqueos de las puertas en nuestra relación con nuestro Padre celestial. Desde allí, comenzamos a alinearnos con nuestro Padre en nuestro espíritu, para ser la puerta abierta entre el Cielo y la tierra, lo que le da libertad a Él para moverse a través de nosotros y desatar Su poder y Sus obras creativas y redentoras.
 
Respondamos en oración:
 
Padre, gracias por Tu bondad de concederme el derecho de ser Tu hijo/a por medio del Señor Jesucristo. Gracias por no tratarme como merecen mis pecados, sino por coronarme de amor, compasión y honor. Por todas las ocasiones en las que Te he juzgado, sin perdonarte y con amargura hacia Ti debido al dolor presente y duradero que mi familia o yo hemos soportado, lo confieso y Te pido perdón. Te doy estos lugares para Tu restauración profunda y completa. Por favor llena y sella estos lugares con Tu Espíritu Santo.
 
Quiero trabajar contigo, no contra Ti. Replantea mi perspectiva desde el trauma hasta la restauración, para que pueda verte con Tu luz y sepa reconocer la profunda obra de compasión y amor que has estado haciendo en mi vida. Quiero ser una puerta abierta que Tú puedas atravesar libremente, desatando el amor, la esperanza y la fe que causan milagros, liberaciones y sanidades, atrayendo a la gente hacia Ti y sanando la tierra. Te pido que guardes toda esta evolución con Tu gloria, en el poderoso nombre del Señor Jesucristo, amén.

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