viernes, 5 de mayo de 2017

EL LLAMADO DE DIOS


Por Pr Manuel A Morejón Soler El Vedado, La Habana, abril de 2017 PD


Las palabras: kalein, , kletos y kletos  (gr), tienen que ver con uno de los conceptos más básicos y fundamentales del Nuevo Testamento (NT). 

Kalein,  es un verbo que significa "llamar";  kletos  el sustantivo, significa "llamada";  kletos es un adjetivo que significa "llamado".

En el griego clásico,  kalein,  tiene cuatro usos esenciales, todos los cuales contribuyen a comprender mejor la forma en que este vocablo se utiliza en el NT.

(I)  Kalein,  es el verbo regular que se usa respecto de "llamar" a una persona o cosa por su nombre. Así, en Mateo t. 1:21, 23, 25, el Señor es "llamado" "Jesús". En Mateo. 5:9, los pacificadores son "llamados" hijos de Dios. En Mateo. 23:7, los escribas aman que los "llamen" rabí. Este es el más común de todos los usos de  kalein, .

(II)  Kalein,  es el verbo regular que se utiliza con relación a "citar" o "llamar" a una persona. La tal persona puede ser "citada" para tratar de un empleo o "llamada" para honrarla. Pablo es "llamado" a ser apóstol  (kletos) (Romanos. 1:1; 1 Corintios. 1:1). La persona también puede ser "citada" para encomendarle una tarea. En Mateo. 25:14, los criados son "llamados" para hacerse cargo de los bienes de su señor mientras esté ausente . Finalmente, la persona puede ser llamada para pagarle un trabajo o para dar cuentas de él (Mateo. 20:8).  Kalein,  se usa corrientemente en conexión con un empleo, una tarea, una responsabilidad, una recompensa y un ajuste de cuentas.

(Ill)  Kalein,  es el verbo que se usa con regularidad respecto de "invitar a una persona a comer, a un banquete o a que permanezca como huésped". Tanto es así, que el participio pasivo  ho keklemenos y el adjetivo  ho kletos pueden significar, por sí mismos, "el convidado" (para este uso en la Septuaginta,  cf. 1 R. 1:41).  Kalein,  es el verbo utilizado respecto de invitar a alguien a unas bodas (Mateo. 22:3). Se usa con referencia a Simón el fariseo cuando "convida" a Jesús a comer en su casa (Lc. 7:39). Es la palabra que emplea Lucas con relación al distinguido y al vanidoso que son "convidados" a una fiesta (Lc. 14:8). Es, igualmente, la palabra que se utiliza respecto de los que son "llamados" a la cena de las bodas del Cordero (Ap. 19:9).  Kalein,  es el vocablo corriente que se usa para significar una "invitación hospitalaria".

(IV)  Kalein,  es la palabra regular que se usa en conexión con una "comparición". Se usa respecto de "citar" a un testigo o a un demandado para comparecer ante el juez. Este es el sentido en que se utiliza con referencia a Pedro y Juan cuando fueon llevados ante el concilio (Hechos. 4:18), y con referencia a Pablo cuando fue requerido por Félix para que se encarara a sus perseguidores judíos (Hechos. 24:2). Es el verbo que se emplea respecto de citar a un hombre para someterse a la vista de su causa y declarar.

Aun cuando no siguiéramos adelante, ya tendríamos suficientemente iluminado lo que significa el llamamiento cristiano, pero añadiremos algo más.

El cristiano es el hombre que oye la citación de Dios. Ahora bien, una citación es, un esencia, un desafío o una apelación, y un hombre puede aceptarla o rechazarla, atenderla o ignorarla, escucharla o hacerse el sordo. La palabra deja caer sobre nosotros la tremenda responsabilidad de contestar -o no- la llamada de Dios.

La vida cristiana es un llamamiento al deber. El cristiano siempre es llamado para llevar a cabo una tarea. Dios está ofreciendo continuamente al cristiano algo que hacer.

En cierta ocasión se le preguntó a *Marco Tulio Cicerón: "¿Qué crees tú que deberíamos enseñar a las personas que tenemos que educar?" Y él respondió: "Todas aquellas artes que nos hacen útiles a la patria". Dios llama al cristiano para que sea útil en este mundo.

Dios llama al cristiano a un privilegio.  Kalein,  y kletos  están íntimamente asociadas con la invitación a una fiesta, a un banquete, a dar a alguien la bienvenida a la mesa y al hogar. Dios llama al cristiano a que vaya y goce de su compañerismo, de su hospitalidad, del gozo y de la abundancia de ser su huésped.

Dios llama a juicio.  Kalein,  y kletos  están también íntimamente asociadas con la citación para comparecer ante un juez y ser juzgado. La vida cristiana concluirá con el juicio que hará Dios. Si un hombre no escucha el llamamiento de Dios; si hace caso omiso de su cita con el deber; si desatiende la invitación de Dios, entonces viene la última llamada: la del ajuste de cuentas.

El valor y luminosidad supremos de estas palabras radican en las conexiones a que dan lugar.

El "llamamiento" que viene al cristiano es de Dios y nada más que de Dios. No viene a él porque lo merezca, sino simplemente porque Dios le conocía y le llamó. Jacob no fue escogido porque hubiera realizado alguna proeza superior a cualquier otra de Esaú, sino únicamente porque Dios le llamó (Romanos. 9:11). Nuestro llamamiento procede directamente de la voluntad de Dios (Romanos. 8:30).

(Otra forma de exponerlo es que el llamamiento de Dios está vinculado a la  charis a la "gracia" (Gálatas. 1:6; 1:15). No se trata de que Dios nos escoja porque destaquemos a causa de una bondad o hazaña extraordinaria. Dios nos llama por su misericordia, porque nunca merecíamos ser llamados. La invitación de Dios era algo que no podíamos pretender. Sólo el amor de Dios ha sido y es la fuerza motriz de este llamamiento.

El "llamamiento" está vinculado en, en la "paz" (eirene gr.) (1 Corintios. 7:15; Colosenses. 3:15). Ahora bien, en el sentido del NT, "paz" no es precisamente ausencia de guerra, sino todo lo que redunda en nuestro mayor beneficio. De Robert Burns se decía que fue más perjudicado que beneficiado por su religión. El llamamiento de Dios tiene por objeto ayudarnos a madurar hasta conseguir lo que debemos ser para Él y para nuestros semejantes.

El "llamamiento" está vinculado en la  koinonia, en el "compañerismo" (1 Corintios. 1:9). Compañerismo con Cristo y con nuestros semejantes. El hombre que oye el llamamiento de Dios, y responde, está en camino de una nueva relación con Cristo y con su prójimo.

El "llamamiento" está asociado con la  libertad (eleutheria)  (Gálatas. 5:13). Contestar al llamamiento de Dios no es encontrar la esclavitud, sino la libertad. El hombre que responde a la invitación de Dios es liberado del Yo y de Satán.

El "llamamiento" está asociado a  la "esperanza" (elpis)  (Efesios. 4:4). Cuando un hombre oye el llamamiento de Dios y lo contesta, desaparecen de su vida el pesimismo y la desesperación. Ya no es más un hombre inevitablemente derrotado, sino potencialmente victorioso. Ya no vive más una vida rodeada con interminables frustraciones, sino extendida en ilimitadas posibilidades.

El "llamamiento" está conectado con el "deber". Una y otra vez se nos urge a andar como es digno de nuestro llamamiento (Efesios. 4:1; 1 Corintios. 7:17). Es un llamamiento a seguir las pisadas de Jesús (1 Pedro. 2:21). Es un llamamiento a la "santificación" (1 Tesalonicenses. 4:7), no a la "impureza". El hombre que oye y contesta este llamamiento emprende el camino de la santidad. Puesto que quien nos llama es “Santo", nosotros, que somos los llamados, debemos ser  también"santos" (1 Pedro. 1:15).

Debemos ser tenidos por "dignos de este llamamiento" (2 Tesalonicenses. 1:11), y eso es algo que hemos de hacer firme por medio de nuestra vida (2 Pedro. 1:10). Digámoslo de otra manera. Un hombre recibió una dádiva que él sabía bien no merecía; era tan valiosa, que jamás podría recompensarla. Este hombre había sido tratado con una benignidad tal, que ni remotamente era digno de ella. Por eso, está obligado a poner su vida al servicio del apasionado empeño de demostrar cuán agradecido está por la dádiva que nunca mereció. Su esfuerzo no resulta del temor ni es producto de buscar crédito; es, simplemente, el inevitable resultado de un admirable y maravilloso amor.

De igual modo, nosotros sabemos bien que nuestras obras pasadas y futuras ni nos hacen ni nos harán merecer ser llamados por Dios, pero esta es razón más que suficiente para gastar toda nuestra vida esforzándonos por ser dignos del amor que así nos ha honrado aun en contra de nuestros merecimientos.

Pero todavía nos queda algo que decir sobre esta idea del "llamamiento de Dios".

El "llamamiento" está asociado a la salvación (2 Timoteo. 1:9). Oír y contestar el llamamiento significa ser salvado del castigo y, a la vez, ser fortalecido para hacer frente a la vida en el futuro. Es un llamamiento que nos rescata de la pena y nos reviste de poder. Ahora bien, la "salvación" es algo escatológico, es decir, que empieza aquí pero que va más allá de este mundo, que empieza en el tiempo, pero que tiene su consumación en la eternidad. Y hay cierto número de asociaciones de este grupo de palabras con concepciones e ideas que abarcan tanto este mundo como el venidero.

Los cristianos son "llamados a ser santos", (hagios gr.) que significa, literalmente, "separado". Una persona que es  hagios, en el sentido cristiano del término, es la que se ha separado del mundo para consagrarse a Dios. La santidad, según la enseñanza del NT, no tiene que ver tanto con la situación de un hombre como con su dirección. El cristiano es el hombre cuya vida se dirige a Dios, que ahora vive con Dios y que, en un futuro, verá a Dios cara a cara.

El cristiano es llamado "de las tinieblas a la luz" (1 Pedro. 2:9). Es llamado de las sombras de la muerte, de la frustración y del pecado del mundo a la luz del conocimiento de la vida de Dios. El cristiano no es el hombre que está viviendo sumido en una acumulación lóbrega de tinieblas, sino en la luz de un amanecer que ya apunta.

El cristiano es llamado "a una vida y a una herencia eternas" (1 Timoteo. 6:12; Hebreos. 9:15). En el NT, la palabra "eterna"tiene que ver mucho más con  calidad que con  duración de vida.  Aionios "eterno" o "eterna", que única y propiamente se puede aplicar a Dios; por tanto, "vida eterna" es la clase de vida que pertenece a Dios. El cristiano es "llamado" para que salga de su agitada, manchada, frustrada y mortecina vida, y entre en la bendición de la vida de Dios mismo.

Algunas veces, esto se expone en otras formas. El cristiano es "llamado" por Dios al "honor" (Hebreos. 9:15) y a alcanzar "la gloria de nuestro Señor Jesucristo (2 Tesalonicenses. 2:14) y "la gloria eterna de Dios" (1 Pedro. 5:10). El cristiano es el hombre llamado a la gloria. El llamamiento de Dios demanda mucho, pero, al mismo tiempo, promete más. "Gloria" es todo lo que ofrecen los cielos. El cristiano está invitado a participar nada menos que del esplendor de la vida de Dios. El NT no enfatiza tanto el castigo que el hombre sufrirá como la gloria que perderá si desoye el llamamiento.

Algunas veces, este llamamiento vendrá a los hombres a través de otros hombres. Pablo dice a los tesalonicenses que Dios les "llamó mediante nuestro evangelio" (2 Tesalonicense. 2:14). La magna gloria del cristiano es que puede, si quiere, transmitir a otros el mismo llamamiento que él oyó. El cristiano -y esto no quiere decir solamente el predicador- puede ser quien lleve a sus semejantes la gran invitación de Dios a la gloria.

Anotemos, finalmente, que la palabra  Kalein,  se usa dos veces respecto de Jesús.

Se usa con referencia a que Jesús "llamó" a los discípulos (Mateo. 4:21).

También se utilizó con relación a que Jesús había venido a "llamar... al arrepentimiento" (Lucas. 5:32). Jesús llama a los hombres a un compañerismo con  él y a una nueva vida. El cristiano es llamado para ser amigo de Cristo, y, por implicación, es llamado a ser un nuevo hombre. Ambas cosas van juntas. La vida cristiana es, a la vez, una invitación al privilegio, a la responsabilidad y a la gloria. Y a espaldas de esta verdad, continúa el obsesionante pensamiento de que la tragedia de la vida es rechazar la invitación de Dios.

*Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus Tullius Cicero, fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.

Reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de la introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la literatura republicana.

*Eirene (en griego antiguo Ειρήνη, ‘paz’) es una de las tres Horas, hijas de Zeus y Temis. Eirene era la personificación de la paz  y la riqueza y era representada en el arte como una joven y bella mujer llevando un cuerno, un cetro y una antorcha o ritón. En la mitología romana su equivalente es la diosa Pax.

*Elpis, en la mitología griega, del griego antiguo (ἐλπίς), deidad griega que personifica la esperanza, algunos dicen que fue hija de Nyx o de Zeus, también la hacen madre de Feme (fama). Ella es descrita como una joven mujer usualmente cargando flores y la cornucopia. Es mencionada en el mito de la caja de Pandora, en la cual estaba encerrada y se libera al abrirla, junto con más espíritus o daimones (daimon).Su equivalente romano es la diosa Spes.





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