Por Pr Manuel A Morejón Soler El
Vedado, La Habana, abril de 2017 PD
Las
palabras: kalein, , kletos y kletos (gr),
tienen que ver con uno de los conceptos más básicos y fundamentales del Nuevo
Testamento (NT).
Kalein, es un
verbo que significa "llamar"; kletos el sustantivo, significa "llamada"; kletos
es un adjetivo que significa "llamado".
En el
griego clásico, kalein, tiene
cuatro usos esenciales, todos los cuales contribuyen a comprender mejor la
forma en que este vocablo se utiliza en el NT.
(I) Kalein,
es el verbo regular que se usa
respecto de "llamar" a una persona o cosa por su nombre. Así, en
Mateo t. 1:21, 23, 25, el Señor es "llamado" "Jesús". En
Mateo. 5:9, los pacificadores son "llamados" hijos de Dios. En Mateo.
23:7, los escribas aman que los "llamen" rabí. Este es el más común
de todos los usos de kalein, .
(II) Kalein,
es el verbo regular que se utiliza
con relación a "citar" o "llamar" a una persona. La tal
persona puede ser "citada" para tratar de un empleo o
"llamada" para honrarla. Pablo es "llamado" a ser
apóstol (kletos) (Romanos. 1:1; 1 Corintios. 1:1). La persona también
puede ser "citada" para encomendarle una tarea. En Mateo. 25:14, los
criados son "llamados" para hacerse cargo de los bienes de su señor
mientras esté ausente . Finalmente, la persona puede ser llamada para pagarle
un trabajo o para dar cuentas de él (Mateo. 20:8). Kalein, se usa corrientemente en conexión con un empleo,
una tarea, una responsabilidad, una recompensa y un ajuste de cuentas.
(Ill) Kalein,
es el verbo que se usa con
regularidad respecto de "invitar a una persona a comer, a un banquete o a
que permanezca como huésped". Tanto es así, que el participio pasivo ho keklemenos y el adjetivo ho kletos pueden significar, por sí
mismos, "el convidado" (para este uso en la Septuaginta, cf. 1 R. 1:41). Kalein, es el verbo utilizado respecto de invitar a
alguien a unas bodas (Mateo. 22:3). Se usa con referencia a Simón el fariseo
cuando "convida" a Jesús a comer en su casa (Lc. 7:39). Es la palabra
que emplea Lucas con relación al distinguido y al vanidoso que son
"convidados" a una fiesta (Lc. 14:8). Es, igualmente, la palabra que
se utiliza respecto de los que son "llamados" a la cena de las bodas
del Cordero (Ap. 19:9). Kalein, es el vocablo corriente que se usa para
significar una "invitación hospitalaria".
(IV) Kalein,
es la palabra regular que se usa en
conexión con una "comparición". Se usa respecto de "citar"
a un testigo o a un demandado para comparecer ante el juez. Este es el sentido
en que se utiliza con referencia a Pedro y Juan cuando fueon llevados ante el
concilio (Hechos. 4:18), y con referencia a Pablo cuando fue requerido por Félix
para que se encarara a sus perseguidores judíos (Hechos. 24:2). Es el verbo que
se emplea respecto de citar a un hombre para someterse a la vista de su causa y
declarar.
Aun cuando
no siguiéramos adelante, ya tendríamos suficientemente iluminado lo que
significa el llamamiento cristiano, pero añadiremos algo más.
El
cristiano es el hombre que oye la citación de Dios. Ahora bien, una citación
es, un esencia, un desafío o una apelación, y un hombre puede aceptarla o
rechazarla, atenderla o ignorarla, escucharla o hacerse el sordo. La palabra
deja caer sobre nosotros la tremenda responsabilidad de contestar -o no- la
llamada de Dios.
La vida
cristiana es un llamamiento al deber. El cristiano siempre es llamado para
llevar a cabo una tarea. Dios está ofreciendo continuamente al cristiano algo
que hacer.
En cierta
ocasión se le preguntó a *Marco Tulio Cicerón: "¿Qué
crees tú que deberíamos enseñar a las personas que tenemos que educar?" Y
él respondió: "Todas aquellas artes que nos hacen útiles a la
patria". Dios llama al cristiano para que sea útil en este mundo.
Dios llama
al cristiano a un privilegio. Kalein,
y kletos están íntimamente asociadas con la invitación
a una fiesta, a un banquete, a dar a alguien la bienvenida a la mesa y al
hogar. Dios llama al cristiano a que vaya y goce de su compañerismo, de su
hospitalidad, del gozo y de la abundancia de ser su huésped.
Dios llama
a juicio. Kalein, y kletos están también íntimamente asociadas con la
citación para comparecer ante un juez y ser juzgado. La vida cristiana
concluirá con el juicio que hará Dios. Si un hombre no escucha el llamamiento
de Dios; si hace caso omiso de su cita con el deber; si desatiende la
invitación de Dios, entonces viene la última llamada: la del ajuste de cuentas.
El valor y
luminosidad supremos de estas palabras radican en las conexiones a que dan
lugar.
El
"llamamiento" que viene al cristiano es de Dios y nada más que de
Dios. No viene a él porque lo merezca, sino simplemente porque Dios le conocía
y le llamó. Jacob no fue escogido porque hubiera realizado alguna proeza
superior a cualquier otra de Esaú, sino únicamente porque Dios le llamó
(Romanos. 9:11). Nuestro llamamiento procede directamente de la voluntad de
Dios (Romanos. 8:30).
(Otra
forma de exponerlo es que el llamamiento de Dios está vinculado a la charis a la "gracia" (Gálatas.
1:6; 1:15). No se trata de que Dios nos escoja porque destaquemos a causa de
una bondad o hazaña extraordinaria. Dios nos llama por su misericordia, porque
nunca merecíamos ser llamados. La invitación de Dios era algo que no podíamos
pretender. Sólo el amor de Dios ha sido y es la fuerza motriz de este
llamamiento.
El
"llamamiento" está vinculado en, en la "paz" (eirene gr.) (1 Corintios.
7:15; Colosenses. 3:15). Ahora bien, en el sentido del NT, "paz" no
es precisamente ausencia de guerra, sino todo lo que redunda en nuestro mayor
beneficio. De Robert Burns se decía que fue más perjudicado que beneficiado por
su religión. El llamamiento de Dios tiene por objeto ayudarnos a madurar hasta
conseguir lo que debemos ser para Él y para nuestros semejantes.
El
"llamamiento" está vinculado en la
koinonia, en el "compañerismo" (1 Corintios. 1:9).
Compañerismo con Cristo y con nuestros semejantes. El hombre que oye el
llamamiento de Dios, y responde, está en camino de una nueva relación con
Cristo y con su prójimo.
El
"llamamiento" está asociado con la
libertad (eleutheria) (Gálatas. 5:13). Contestar al llamamiento de
Dios no es encontrar la esclavitud, sino la libertad. El hombre que responde a
la invitación de Dios es liberado del Yo y de Satán.
El
"llamamiento" está asociado a la
"esperanza" (elpis) (Efesios.
4:4). Cuando un hombre oye el llamamiento de Dios y lo contesta, desaparecen de
su vida el pesimismo y la desesperación. Ya no es más un hombre inevitablemente
derrotado, sino potencialmente victorioso. Ya no vive más una vida rodeada con
interminables frustraciones, sino extendida en ilimitadas posibilidades.
El
"llamamiento" está conectado con el "deber". Una y otra vez
se nos urge a andar como es digno de nuestro llamamiento (Efesios. 4:1; 1 Corintios.
7:17). Es un llamamiento a seguir las pisadas de Jesús (1 Pedro. 2:21). Es un
llamamiento a la "santificación" (1 Tesalonicenses. 4:7), no a la
"impureza". El hombre que oye y contesta este llamamiento emprende el
camino de la santidad. Puesto que quien nos llama es “Santo", nosotros,
que somos los llamados, debemos ser también"santos"
(1 Pedro. 1:15).
Debemos
ser tenidos por "dignos de este llamamiento" (2 Tesalonicenses.
1:11), y eso es algo que hemos de hacer firme por medio de nuestra vida (2 Pedro.
1:10). Digámoslo de otra manera. Un hombre recibió una dádiva que él sabía bien
no merecía; era tan valiosa, que jamás podría recompensarla. Este hombre había
sido tratado con una benignidad tal, que ni remotamente era digno de ella. Por
eso, está obligado a poner su vida al servicio del apasionado empeño de
demostrar cuán agradecido está por la dádiva que nunca mereció. Su esfuerzo no
resulta del temor ni es producto de buscar crédito; es, simplemente, el
inevitable resultado de un admirable y maravilloso amor.
De igual
modo, nosotros sabemos bien que nuestras obras pasadas y futuras ni nos hacen
ni nos harán merecer ser llamados por Dios, pero esta es razón más que
suficiente para gastar toda nuestra vida esforzándonos por ser dignos del amor
que así nos ha honrado aun en contra de nuestros merecimientos.
Pero
todavía nos queda algo que decir sobre esta idea del "llamamiento de
Dios".
El
"llamamiento" está asociado a la salvación (2 Timoteo. 1:9). Oír y
contestar el llamamiento significa ser salvado del castigo y, a la vez, ser
fortalecido para hacer frente a la vida en el futuro. Es un llamamiento que nos
rescata de la pena y nos reviste de poder. Ahora bien, la "salvación"
es algo escatológico, es decir, que empieza aquí pero que va más allá de este
mundo, que empieza en el tiempo, pero que tiene su consumación en la eternidad.
Y hay cierto número de asociaciones de este grupo de palabras con concepciones
e ideas que abarcan tanto este mundo como el venidero.
Los
cristianos son "llamados a ser santos", (hagios gr.) que
significa, literalmente, "separado". Una persona que es hagios, en el sentido cristiano del
término, es la que se ha separado del mundo para consagrarse a Dios. La santidad,
según la enseñanza del NT, no tiene que ver tanto con la situación de un hombre
como con su dirección. El cristiano es el hombre cuya vida se dirige a Dios,
que ahora vive con Dios y que, en un futuro, verá a Dios cara a cara.
El
cristiano es llamado "de las tinieblas a la luz" (1 Pedro. 2:9). Es
llamado de las sombras de la muerte, de la frustración y del pecado del mundo a
la luz del conocimiento de la vida de Dios. El cristiano no es el hombre que
está viviendo sumido en una acumulación lóbrega de tinieblas, sino en la luz de
un amanecer que ya apunta.
El
cristiano es llamado "a una vida y a una herencia eternas" (1 Timoteo.
6:12; Hebreos. 9:15). En el NT, la palabra "eterna"tiene que ver
mucho más con calidad que
con duración de vida. Aionios "eterno" o
"eterna", que única y propiamente se puede aplicar a Dios; por tanto,
"vida eterna" es la clase de vida que pertenece a Dios. El cristiano
es "llamado" para que salga de su agitada, manchada, frustrada y
mortecina vida, y entre en la bendición de la vida de Dios mismo.
Algunas
veces, esto se expone en otras formas. El cristiano es "llamado" por
Dios al "honor" (Hebreos. 9:15) y a alcanzar "la gloria de nuestro
Señor Jesucristo (2 Tesalonicenses. 2:14) y "la gloria eterna de
Dios" (1 Pedro. 5:10). El cristiano es el hombre llamado a la gloria. El
llamamiento de Dios demanda mucho, pero, al mismo tiempo, promete más.
"Gloria" es todo lo que ofrecen los cielos. El cristiano está
invitado a participar nada menos que del esplendor de la vida de Dios. El NT no
enfatiza tanto el castigo que el hombre sufrirá como la gloria que perderá si
desoye el llamamiento.
Algunas
veces, este llamamiento vendrá a los hombres a través de otros hombres. Pablo
dice a los tesalonicenses que Dios les "llamó mediante nuestro
evangelio" (2 Tesalonicense. 2:14). La magna gloria del cristiano es que
puede, si quiere, transmitir a otros el mismo llamamiento que él oyó. El
cristiano -y esto no quiere decir solamente el predicador- puede ser quien
lleve a sus semejantes la gran invitación de Dios a la gloria.
Anotemos,
finalmente, que la palabra Kalein, se usa dos veces respecto de Jesús.
Se usa con
referencia a que Jesús "llamó" a los discípulos (Mateo. 4:21).
También se
utilizó con relación a que Jesús había venido a "llamar... al
arrepentimiento" (Lucas. 5:32). Jesús llama a los hombres a un
compañerismo con él y a una nueva
vida. El cristiano es llamado para ser amigo de Cristo, y, por implicación, es
llamado a ser un nuevo hombre. Ambas cosas van juntas. La vida cristiana es, a
la vez, una invitación al privilegio, a la responsabilidad y a la gloria. Y a
espaldas de esta verdad, continúa el obsesionante pensamiento de que la
tragedia de la vida es rechazar la invitación de Dios.
*Marco
Tulio Cicerón, en latín Marcus Tullius Cicero, fue un jurista,
político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más
grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.
Reconocido
universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana,
es responsable de la introducción de las más célebres escuelas filosóficas
helenas en la literatura republicana.
*Eirene (en griego antiguo
Ειρήνη, ‘paz’) es una de las tres Horas, hijas de Zeus y Temis. Eirene era la
personificación de la paz y la riqueza y
era representada en el arte como una joven y bella mujer llevando un cuerno, un
cetro y una antorcha o ritón. En la mitología romana su equivalente es la diosa
Pax.
*Elpis, en la mitología
griega, del griego antiguo (ἐλπίς), deidad griega que personifica la esperanza,
algunos dicen que fue hija de Nyx o de Zeus, también la hacen madre de Feme
(fama). Ella es descrita como una joven mujer usualmente cargando flores y la
cornucopia. Es mencionada en el mito de la caja de Pandora, en la cual estaba
encerrada y se libera al abrirla, junto con más espíritus o daimones
(daimon).Su equivalente romano es la diosa Spes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario