El que se burla del
pobre ofende a su Creador; el que se alegra de su desgracia no
quedará sin
castigo.
Pocos actos son tan crueles como burlarse
de los menos afortunados, pero muchos lo practican porque les hace
sentirse bien ser mejores o tener más éxito que otros.
Escarnecer al pobre es burlarse del Dios
que los creó. También nos burlamos de Dios cuando ridiculizamos al
débil o a los que son diferentes o a cualquiera.
El
ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez fue maestro de la sátira y
del escarnio público, él empleaba este método especialmente contra
sus enemigos políticos, pero cuando maldijo públicamente con
menosprecio al Estado de Israel diciendo: te maldigo Israel desde lo
más profundo de mis vísceras. La maldición y la burla recayeron
sobre él, porque así ha dicho el Señor:
“Bendeciré
a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio
de ti
bendeciré
a todas las familias del mundo” Génesis 12:3
Cuando note que
menosprecia a alguien ya sea por diversión, por altivez
o despreciar a alguien,
deténgase y piense en el que los creó.
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