sábado, 16 de enero de 2016

GRANDES COMIENZOS Y FINALES TRÁGICOS





Por Pr Manuel A Morejón Soler -El Vedado, La Habana, enero de 2016 

"Corredores a sus marcas", grita el juez y la multitud se enfoca en los atletas que están en la línea de partida. "Listos"... Los atletas tensan sus músculos esperando el sonido de la salva disparada por la pistola del juez. ¡Bang! Resuena el disparo y se inicia la carrera. En todas las competencias el comienzo es importante, pero el final lo es más aún. En muchas ocasiones el abridor brillante queda rezagado, renuncia a seguir en la competencia o ni siquiera llega al final.
Un rey que comenzó bien y su final fue trágico
Saúl, el primer rey de Israel, era un hombre de porte impresionante (9:2) y humilde (9.21; 10:22), fue designado por Dios para que reinara sobre Israel (10:24) y tuvo una buena arrancada. El comienzo de su reinado estuvo marcado por liderazgo y valentía, pero desobedeció a Dios volviéndose celoso y paranoico hasta que finalmente Dios le quitó su reinado (Cap.16) y él se suicidó.
Un pueblo que comenzó bien y su final fue trágico (1ra de Samuel 8:6-19)
En el primer libro de Samuel se puede observar la transición en Israel de la teocracia a la Monarquía.
Entonces el profeta Samuel, disgustado porque el pueblo le pedía que  nombrara un rey para que los gobernara, se dirigió en oración al Señor y el Señor le respondió:
"Atiende cualquier petición que el pueblo te haga (democracia), pues no es a ti a quien rechazan, sino a mí para que yo no reine sobre ellos (teocracia), pero antes adviérteles seriamente de todos los privilegios que sobre ellos tendrá el rey que los gobierne." (1ra de Samuel 8:6 -8)
Cualquier similitud con Cuba no es ninguna coincidencia
Es innegable el buen comienzo del proceso revolucionario liderado por su máximo líder, Fidel Castro Ruz, hasta que el 2 de diciembre de 1961 en un mensaje televisado en cadena nacional Fidel anuncia al Mundo una noticia: "con entera satisfacción y con entera confianza soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida".
Castro aprovechándose de la emoción del pueblo por él en esos momentos, expulsó a Dios de esta nación y una gran mayoría del pueblo clamó en un himno: ni César, ni burgués, ni Dios, ¡Viva Fidel!, él sabía bien que Dios era y es su principal obstáculo, por eso es que hasta hoy ha permanecido la represión sobre la iglesia. Pero está prevalecerá y terminará la carrera, porque Jesús dijo:
"Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida, sin que le cueste nada. El que salga vencedor recibirá todo esto como herencia y yo seré su Dios y él será mi hijo”. (Apocalipsis 21:6-7) 

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