J. Thom Meigs
Es interesante observar
que la palabra adulto viene del latín adolescere, y uno de sus
significados es “crecer”. La palabra en sí mismo tiende a ser neutral acerca de
la naturaleza del crecimiento. Sin embargo, ella implica proceso más que
la posesión de una posición especial, facultad o capacidad en particular. En
este sentido, sin embargo, algunas personas ya en sus años de desarrollo y establecimiento,
no pueden pensar en sí mismas como personas totalmente completas.
El joven adulto se
parece bastante a un “caminante” o “peregrino”. Un analista sobre la
personalidad ha dicho que no todos los adultos son necesariamente adultos. Al
aceptar los privilegios en la vida, una pregunta importante resulta:
“¿Cómo cree usted que
será su vida de hoy en adelante?” A un personaje de una tira cómica se le
aconsejó: “¡No hay nada que la ciencia médica pueda hacer para remediar tu
condición! Te recomiendo que vayas a tu caricaturista y que te dibuje de
nuevo.” Siendo que esa opción es un mal consejo, y que regresar a la fábrica
está fuera de orden para las personas, veamos ahora un
perfil positivo y la
condición de valor de los jóvenes adultos.
CARACTERÍSTICAS DE LOS
JÓVENES ADULTOS
¿Qué significa ser un
joven adulto normal? Característicamente, ¿qué sucede durante esta etapa de
transición? Por un lado, las personas ya no son simples aprendices que
dependen de su familia, iglesia o sistemas de educación. Lo que ahora está en
orden es su capacidad para lograr una identidad que incluya madurez física, la
habilidad de vivir íntimamente con una persona del sexo
opuesto, esperando que
llegue a estar bien integrado. Los jóvenes adultos han llegado a un decisivo
cruce de caminos en su viaje.
Momentos de Decisión
Veamos la palabra crisis,
la cual significa “división”. El período de joven adulto es un tiempo normal de
crisis ¾ya sea para moverse hacia adelante y avanzar, o regresar a la manera en que
uno era, o aun estancarse como si se estuviera en un remolino de experiencias
acumuladas. Una experiencia de crisis es una tensión nada sorprendente entre
nuestras aspiraciones y esperanzas, por un lado, y lo finito/limitado y
vulnerabilidades, por el otro. Crisis de cambio y transición, normales y
predecibles, nos confrontan con asuntos de verdad, integridad,
misericordia y responsabilidad por acciones, y nos fortifican dándonos ánimo,
estímulo y afirmación. Pueden ser momentos difíciles de
ajustes serios. Se
espera que los jóvenes adultos puedan utilizar efectivamente
sus oportunidades y
momentos de enseñanza, tanto como aceptar y reclamar las responsabilidades que
las acompañan.
Las energías, intereses
e inspiraciones del joven adulto tienen la habilidad de ser dirigidas
externamente más allá de su propio crecimiento y desarrollo individual.
En un sentido, los
jóvenes adultos son capaces de comenzar a navegar por sí mismos, porque, a la
larga, la persona ha aprendido “a navegar y... ha estado proveyéndose con
mapas, aunque son mapas que únicamente pueden ser aproximadamente correctos
para las corrientes y bajíos que cambian
constantemente”.
Una de las tareas que
los jóvenes adultos han aprendido bajo una supervisión y módulos más a menos
competentes, es cómo aceptar las consecuencias de sus decisiones, incluyendo
cómo se procesa la decisión, a quién escoge como su confidente para consultar
por el camino, y cuándo otras personas, tales como el pastor o un diácono,
llegan a envolverse. La idea de Lidz acerca de los jóvenes adultos muy bien
puede ser verdad: “Generalmente el joven adulto pide a otros que lo acompañen
en su viaje, y muy pronto otros se juntan a él; invitados y no invitados, y su
bienestar depende de sus habilidades y estabilidad.”
Camara, ¡Accion!¾Nuestro desarrollo en la
vida tiende a suceder en pasos o etapas relativamente predecibles. Adaptación
al cambio es una faceta continua del movimiento de la vida. El rollo ya está
rodando. Por ejemplo, la etapa que usted ha dejado atrás ha sido llamada
“adolescencia”. Su desarrollo hasta este punto, como “movimiento a la siguiente
etapa” de su experiencia, incluye las
maneras en que usted ha
crecido o madurado física y biológicamente. Usted es consciente de estos
cambios y formaciones. La manera en que usted vea su cuerpo y se relacione con
él es muy importante. Por ejemplo: ¿Está seguro de que su cuerpo es un regalo
de Dios y que vale la pena cuidarlo apropiadamente con lo mejor?
Nuestro desarrollo
individual no sucede en un vacío, sin otras personas. Ello tiene un contexto.
Se espera que haya habido “gente formando” el contexto. La manera en que uno se
ha desarrollado ha dependido del apoyo y nutrición, que se reciben en la familia,
o de la ausencia de ellos; y de la calidad de inspiración, reto o impresiones
en la familia, escuela/educación, vecindario, compañeros,
lugar de trabajo,
gobierno y afiliación religiosa. La etapa de joven adulto da la oportunidad
para reflexionar sobre la experiencia y conducta de uno. Parte de la lucha de
un joven adulto es el deseo de mirar hacia adelante o avanzar mientras siente
un fuerte impulso a mantener su cabeza mirando sobre el hombro al pasado.
La vida familiar y el
trasfondo son, sin lugar a duda, algo como un “témpano de hielo”. La mayoría de
nosotros sólo somos conscientes de un pequeño porcentaje de lo que actualmente
ha sucedido. Ayuda, sin embargo, descubrir los sentimientos, necesidades y
patrones que estuvieron entrelazados en la “fábrica” de nuestra familia.
Virginia Satir y otros, sugieren que la familia es la “fábrica” donde las
personas son “hechas”. “Ustedes, los adultos, son los
fabricantes de la
gente.”
Hilos Familiares.¾Los jóvenes adultos necesitan reconocer y
determinar cómo era su propia familia a fin de reconocer las diferencias o
cambios que desean hacer por ellos mismos. Quizá ello también signifique
aprender a confirmar fuerzas del pasado. Aprender a elogiar esas fuerzas es una
alternativa viable e integral. Mucho de lo que ellos han sido estimulados a
hacer se basa sobre el punto parcial de partida que comienza con la
pregunta: “¿Qué está mal en tu crianza?”
Cuatro “hilos”
significantes de la vida familiar sobresalen a pesar del estilo de vida de la
familia. Estos “hilos” incluyen: valor propio ¾los conceptos y sentimientos que usted
tiene de sí mismo; comunicación ¾las maneras en que las
personas, dentro del sistema familiar, manifiestan el significado que una tiene
para la otra; reglas ¾la guía y estructura sobre cómo usted
siente y actúa; y la conexión a una sociedad más amplia ¾las maneras y estrategias por las cuales
la familia se relaciona con otras personas e instituciones. Estos rasgos
comúnmente son bastante operables para la mayoría de las familias, sea que la
familia haya sido socialmente problemática o cuidadosa.
Las familias
problemáticas tienden a conocer más el lenguaje del temor y la disposición a la
ansiedad, que el lenguaje de fe y confianza. El valor propio es bajo o está
desinflado. La comunicación es indirecta, supuesta, engañosa y algunas veces
deshonesta. Las reglas son muy rígidas, jerárquicas, innegociables con un
sentido de “eternas”. La conexión con la sociedad es tímida,
represiva o aplacante.
Las familias cuidadosas,
por otro lado, están interesadas en el lenguaje de la fe y la confianza el cual
incluye el desarrollo de la habilidad para decirse uno al otro: “No tengo temor
a ti, y no hay necesidad de que tengas temor de mí.” El valor propio es
tiernamente firme o alto. La comunicación es clara, no supuesta y honesta. Las
reglas son ciertamente necesarias, pero ellas enseñan flexibilidad,
aptitud, habilidad para cambiar y son humanitarias. La conexión con la sociedad
es discernidora y aun abierta y con esperanza.
Así que, cada persona
tiene sentimientos de valor, sean negativos o positivos.
La pregunta que resalta
es: “¿Cuál es su caso?” Todos nos comunicamos. La pregunta básica es: “Cómo nos
comunicamos consistentemente, y qué pasa como resultado de nuestra
comunicación?” Todos nosotros seguimos y tenemos reglas: “¿De qué clase son, y
qué tan bien trabajan para nosotros?”
Nosotros nos enfrentamos
con la sociedad: “¿Cómo estamos unidos y qué pasa como resultado de nuestro
estilo de relación?”
¿Amigo o Enemigo? ¾Ser joven adulto es un
reto. Los jóvenes adultos están en movimiento hacia la complejidad,
competencia e integración más grandes como resultado del reto y
apoyo ya experimentado en los aspectos más significantes de sus vidas.
Complejidad aquí significa el conjunto total de una persona ¾pensamientos,
sentimientos, valores, aspiraciones, sueños, selecciones,
conductas, creencias¾ en el contexto de y en interacción con los
varios sistemas de la vida. Como un joven amigo acertadamente expresara:
“No se está poniendo más
fácil ni más simple. Y es un mundo más grande dentro y fuera de mí, tanto que
yo he dejado de imaginármelo.”
Algunas de las preguntas
básicas que necesitan exponerse son: “¿Con cuáles asuntos específicos y claros
del desarrollo estoy actualmente peleando?” “¿Qué conocimiento práctico y
habilidades vivificantes, no derroteros, son requeridos para estos retos?”
“¿Qué está a mi disposición a fin de ganar las habilidades y conocimientos
laborales que necesito?” Esta no es simplemente una pregunta de: “¿Quién soy
yo?” Esta también es una pregunta sobre: “¿A dónde me dirijo?”
El monumental estudio de
Levinson propone un período para la etapa de transición inicial del joven
adulto y la llama “la fase novicia”. Este proceso es más largo y complejo de lo
que se imaginó al principio, comenzando cerca de los diecisiete años y
continuando hasta cerca de los treinta y tres. Por eso, él insiste, por
ejemplo, que “un hombre joven necesita cerca de quince años para emerger
de la adolescencia, encontrar su lugar en la sociedad adulta y comprometerse a
sí mismo a una vida más estable”. La fase novicia realmente tiene tres
componentes o “puentes de desarrollo”, cada uno con sus propias tareas: La
transición adulta temprana (aproximadamente de los 17-22 años), entrando al
mundo de los adultos (22-28 años) y la edad de transición de los treinta años.
Juntos, estos tres componentes de la fase novicia sirven a una sola función:
“el proceso de entrar a la adultez”. Sin embargo, el tiempo “actual” o “evento”
cuando la vida adulta comienza no está cronológicamente establecido.
En efecto, es algo un
poco esquivo. Un ejemplo de esto es la persona que puede haber escogido su
vocación y seleccionado su compañero en algún tiempo de la adolescencia.
Tratar de trazar
fronteras cronológicas exactas acerca de la edad en la cual el período de joven
adulto comienza y termina no es asunto fácil. Los especialistas en este campo
ofrecen diferentes marcos de tiempo. Como Lucien Coleman sugiere: “Tratar de
definir estos límites con precisión es como intentar localizar la línea
fronteriza de un estado en una carretera rural donde no hay marcas.” En otras
palabras, no hay líneas visibles o precisas de demarcación. Los indicios pueden
consistir mayormente en los cambios sutiles, sicológicos y sociológos que están
ocurriendo en lo interno de la persona y en sus relaciones.
Diciéndole Adiós al
Período Preadulto. ¾La transición del período inicial de la
adultez reta a los jóvenes adultos a decir adiós a la estructura de la vida de
adolescente y a tomar pasos preliminares y preparatorios para entrar al mundo
de los adultos. Es un rito el pasar por ellos. Incluye el cómo ellos se separan
de sus orígenes familiares, y aun así todavía los reclaman.
¿Recuerda usted cómo su
vida fue diferente después de la escuela secundaria?
Si la universidad es
parte de su experiencia, usted lo habrá hecho por su propio deseo en contraste
con su experiencia en la escuela secundaria. Se cree que los estudiantes
universitarios no juegan con las clases, como frecuentemente lo hacen los
estudiantes en la secundaria. Un factor en esta diferencia puede ser el asumir
que uno está en la universidad porque así lo “desea”, no porque “tenga” que
estar. Por lo tanto, se espera que la persona controle su conducta, tanto dentro
como fuera de las clases o laboratorio, a fin de alcanzar las metas académicas
que se ha propuesto.
Si usted no ha asistido
a la universidad, se espera que aprenda a administrar su vida. El estudiante
universitario estará tomando decisiones sobre áreas tales como cursos y
currículo; mientras que la persona no universitaria está tomando decisiones
sobre áreas tales como un empleo. Sin embargo, como parte de los retos que se
prestan en los años universitarios está el asunto de: “¿Qué está adelante?”
“¿Ofrece el futuro ¾esos días aún no vividos o experimentados¾ un sentido de bienvenida
y un ‘adelante; puedes confiar en mí’?”
Una Red de Influencias. ¾Los jovenes adultos son el resultado de
una red de situaciones personales. Uno está en medio. Al salir de esta
posición, hay un sinnúmero de influencias: iglesia, familia, trabajo,
conocidos, ejercicio físico, amigos íntimos, actividades extracurriculares, y
crisis.
Hay por lo menos cuatro
niveles del mundo social en el cual el desarrollo se lleva a cabo:
(1) situaciones personales
inmediatas, tales como la familia;
(2) la red de situaciones
personales y cómo éstas han influido;
(3) grandes instituciones y
organizaciones; y
(4) la cultura, la cual
penetra e influye todos los niveles de estos sistemas.
Estos sistemas requieren
actuaciones balanceadas en términos de las demandas impuestas sobre uno. Un
amigo compartió lo siguiente conmigo: “Yo encuentro difícil compartir mi
tiempo. Constantemente me encuentro forzándome a mí mismo a decidir entre estar
con mis amigos o hacer mi trabajo. Mi filtro del sistema emocional a veces se
carga de polvo”. La tensión tiene que ver tanto con las propias expectaciones
como con las experiencias actuales. Si hay alguna diferencia entre lo que la
persona “espera” que pase (desea que ocurra) y lo que actualmente está
experimentando”, la diferencia significa tensión. Las demandas sobrecargan o
desbalancean los recursos.
Entrando a la Formación. ¾En la fase “provisional” o “novicia” de
Levinson, se requiere que los hombres enfrenten cuatro tareas básicas:
(1) Formar y vivir un
“sueño”, el cual es “un vago sentido de estar en el
mundo adulto” y hacerlo
caber dentro de la “estructura de su vida”.
(2) Formar relaciones sabias
o de enseñanza-aprendizaje con personas significantes que puedan guiar,
aconsejar y facilitar la realización del “sueño”.
(3) Formar una ocupación o
perseguir una carrera como una manera de vivir, mientras se aseguran las
habilidades y credenciales.
(4) Desarrollar y formar
relaciones íntimas. Esta cuarta tarea explora el significado del amor en el
matrimonio y familia, estableciendo una base para el afecto, descubrimiento
emocional o intimidad, sexualidad, respeto por la autoridad, amistad y entrega
permanente. Ninguna de las tareas anteriores puede ser terminada antes del
final de esta fase. Estas tareas tienden a proceder desigualmente, con
altibajos, y no en una manera estable.
Entre las edades de 17 y
22 años, la mayoría de personas están construyendo o necesitando tomar tiempo
para edificar un marco para “dejar” el hogar y la familia, y dar un brinco
preliminar dentro del mundo del adulto independiente.
Aun cuando puede ser
traumático para algunos, la mayoría de las personas experimentan lo que
Levinson llama “una voz interna” que les habla acerca de “cambiar” de vida ¾construir o modificar,
excluir o agregar, comenzar o dejar, desmantelar o instalar, alimentar o
combinarlo todo.
Algunos de los
interesantes datos provistos por Gail Sheehy en su libro:
Passages (Pasajes), definen tres
tipos básicos de mujeres: Las “cuidadoras” (“nodrizas”) buscan significado y
valor por dar a otros. Durante este tiempo, en sus veinte, la mujer no se
atormentará por ir más allá o extender su papel doméstico. Las “esto o aquello”
escogen papeles de nodrizas o de trabajos realizables. Las “integradoras”
(super-mujeres”) son el tipo de mujer que trata de
combinar el matrimonio, una carrera y la maternidad durante sus veinte.
¡Ya Amaneció! ¾Ser o no ser más auto dirigido
es una parte de la interrogante en el joven adulto. Aprender el valor de
“mutualidad” es la otra parte. El valor de autodirección emerge del hecho que
es una clase de llamado para tomar iniciativa acerca de la vida de uno.
Mutualidad significa la
disposición de las personas para invertirse a sí mismas en la vida de alguien
más con el propósito de ayudarse a edificar uno al otro en cuidado y
crecimiento, y no para romper o destruir. En el Nuevo Testamento, la palabra koinonía,
común y popularmente traducida como “compañerismo”, significa básicamente “la
capacitación mutua para el servicio conjunto a Cristo”.
Esta es una palabra que
intenta cortar la distancia en las relaciones y juntar más a las personas. Fuertes
modelos competitivos lo desaniman a uno y lo separan de otros. El apóstol Pablo
expresa la diferencia substancial cuando recuerda a los cristianos en Filipos
que ellos son compañeros/colaboradores en la gracia y no rivales en espíritu.
Las categorías de “ganadores” y “perdedores” promueven tensiones poco
saludables de comparación entre las personas.
Mutualidad es una
palabra de “buenas nuevas”. Pero algunas veces amenaza nuestra tranquilidad.
Permítame ilustrar el punto selectivamente refiriéndome a la interpretación de
mutualidad de Egan y Cowan:
1. Dése a conocer a sí
mismo con otros en un juego libre cuando esto sea apropiado.
2. Escuche a otros
cuidadosamente y trate de entender sus puntos de vista.
3. Aventúrese a una
autoexploración no defensiva cuando sea retado.
El amanecer de nuevos
mañanas y días levanta algunas reflexiones personales.
Por ejemplo, pregúntese:
“¿Qué estoy logrando, y a qué precio?”
“Generalmente, ¿qué
clase de apoyo busco de otra gente?” “¿Cuál es una relación en mi vida que me
molestaría perder?” “¿Qué es lo que pienso que estaré haciendo de aquí a cinco
años?” Haga una lista de varios adjetivos que cree que describen las
dimensiones importantes de usted mismo. Mencione tres cosas que parece que hace
bien.
Nunca Se Es Muy Joven
para Sufrir. ¾Una persona joven sobrepasada de peso estaba conversando con un amigo
acerca de su juego de tenis: “Cuando mi oponente me tira la pelota, mi cerebro
inmediatamente envía una orden a mi cuerpo: ‘Corre hacia la red’, me dice.
‘Envía la pelota a la esquina más lejana del campo de juego, regresa a tu
posición para regresar la próxima pelota’.
Después mi cuerpo dice:
‘¿Quién… yo?’
Las siguientes secciones
incorporan varias características de un período normal de transición que
comienza con: ¿Quién… yo?, y se mueve a una respuesta más “perspicaz”: ¡Sí… probablemente
este soy yo!
Primero, el joven adulto
puede sentirse a veces como suspendido entre elpasado y el futuro. ¿Muchacha o
mujer? ¿Muchacho u hombre? ¿Sintiéndose joven o viejo? Algunos tendrán
sentimientos muy tenues acerca del movimiento de la vida.
Segundo, las
transiciones patentizan las crecientes incitaciones, pero a veces también son
ocasiones para desarraigar, separar ansiedades y pérdidas particulares. Así, la
ansiedad de aflicción es una fuerte candidata para ser elegida en estos
momentos. El asunto es que realmente no tenemos que votar para que gane. La
aflicción es un alineamiento natural con la separación, la pérdida,
o aun la anticipación/aprehensión de la separación/pérdida que tiendea mostrar su
presencia.
Los jóvenes adultos
están aprendiendo a entender y lidiar con sus aflicciones: salidas¾entradas; decir adiós¾decir ¡hola!; separación¾pertenecer; darse por
vencido¾ sobreponerse; y ajustarse¾reorganizarse. Al declarar que la
aflicción es una compañera inevitable de la vida, Ramsay y Noorbergen subrayan
facetas y componentes de la aflicción: choque, desorganización, conducta
inquieta, componentes emocionales (incluyendo encierro, culpa, enojo,
vergüenza, protesta), abandono, resolución y aceptación y reintegración.
Oates sugiere una faceta
llamada la lucha entre la fantasía ¾como si nada estuviera pasando ¾y la realidad¾ reconociendo por
supuesto que algo ha cambiado.
Algunas pérdidas son
inevitables. El punto es que nos dolemos casi naturalmente
sobre la pérdida de o por el cambio de cualquier cosa o alguien importante, crucial, necesario, de valor, o integramente
unido a nosotros. Jesús enseñó:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo
5:4).
Un personaje de una
serie de caricaturas dice: “Yo no puedo vivir sin esa frazada. No puedo
enfrentarme a la vida desarmado.” Habrá tiempos cuando la persona se preguntará
por qué se siente “desinflada”, “desganada”, “decaída”, “deprimida”,
“desarmada” acerca de algunas de esas transiciones. Como lo expresara alguien:
“Cuando yo gradué de la universidad y conseguí un buen trabajo
en una ciudad grande, no podía entender por qué por un buen tiempo me sentía inmovilizada.” Esta persona nació y se educó en
el mismo lugar hasta graduar de la universidad. Ese fue su lugar ¾hasta ahora. La
depresión parece ser normalmente un “hermano o hermana” de las pérdidas o
transiciones significantes. Habrá días en los cuales uno desearía comprar un
poco más de tiempo antes de tener realmente que confrontar algunas de estas responsabilidades
“adultas”.
Un tercer factor envuelve
cuestionar el mundo, su lugar en él, su manera presente de hacer las cosas, el
orden de sus valores y su relación con figuras de autoridad. “Tal vez no
debiera de ser tan dócil”. “Tal vez necesito buscar algunos nuevos amigos.”
“Ese predicador es muy dogmático.” “¿Orar?”
“Necesito leer más.”
“¿Por qué he de votar? Sólo soy una persona.” Así, la lucha sigue entre la
apropiada y saludable autoseguridad y la actitud de: “No necesito a nadie.
Además, ¿qué puede hacer usted por mí?”
Cuarto, exploración o
experimentación puede ser una muestra de cuestionamiento de uno. “No hay razón
para que yo no pueda ser un poco más firme en buscar la amistad de… (miembros
del sexo opuesto).” Levinson observó que las partes descuidadas de uno mismo
tienden a levantarse para buscar expresión. Erikson
llama a esto una “moratoria”f3, un “tiempo libre” o “descanso” de las
expectaciones “ordinarias” para revisar nuevos papeles, valores y creencias.
Ilustraciones sobre esto varían: desde los estudiantes de secundaria que toman
uno a dos años de trabajo o se enlistan en el ejército antes de ir a la
universidad; y los que dicen: “Yo voy a esperar antes de unirme a la
clase de la escuela dominical. He asistido a la iglesia toda mi vida ¾cada vez que
se abrían las puertas.”
SALIR DE UNA Y ENTRAR A
OTRA ERA
Egan recapitula las
tareas de desarrollo para entrar a y con la adultez:
(1) Llegar a ser competente;
(2) alcanzar autonomía;
(3) desarrollar e
implementar valores;
(4) formar una identidad;
(5) integrar la sexualidad a
la vida;
(6) hacer amigos y
desarrollar intimidad;
(7) amar y entregarse a otra
persona;
(8) hacer un trabajo inicial
o escoger una carrera;
(9) llegar a ser un miembro
y ciudadano activo en la comunidad; y
(10) aprender cómo usar el
tiempo libre.
Vivian McCoy establece
una estructura de etapas con un delineamiento
diferente. Ella llama a
la primera etapa de desarrollo, entre las edades de 18-
22, “Abandonando el
Hogar”. Las tareas entretejidas a esta etapa son:
(1) romper/aceptar ataduras
sicológicas,
(2) escoger carreras,
(3) comenzar a trabajar,
(4) manejar las relaciones
con los compañeros, en caso de que ellos
sean aliados útiles para
entender la detención en la familia,
(5) administración del
tiempo,
(6) ajustarse a la vida por
sí mismo,
(7) resolver problemas y
(8) lidiar con la presión
como un socio para el cambio.
La siguiente etapa,
“Llegando a Ser un Adulto”, comprende las edades de 23-
28. Aquí continúan
algunas de las tareas previas y también cambian a:
(1) selección de esposo(a),
(2) establecerse en un
trabajo y comenzar un “escalamiento” en su carrera,
(3) formación paternal y
familiar,
(4) iniciar envolvimiento en
la comunidad,
(5) consumo sabio,
(6) comprar casa propia,
(7) relaciones sociales,
(8) lograr autonomía y
autodirección,
(9) resolver problemas, y
(10) otra vez, lidiar con la
presión del cambio.
La etapa de los “30”,
entre la edad de 29-34, deja entrever otras variedades:
(1) asegurar o buscar
valores personales y significativos,
(2) reapreciación de
relaciones,
(3) el llamado progreso o
éxito emergente en la carrera,
(4) aceptar a y cambiar con
los niños en crecimiento,
(5) cimentar y experimentar
la permanencia de un hogar,
(6) resolver problemas y manejar
la presión relacionada con el cambio.
Temas para Vivir
Saludablemente
¿Qué Hago Bien? A la mayoría de nosotros
nos gustaría completar nuestras tareas con un nítido sello
de “¡bien hecho!” La competencia no ocurre normalmente
como en una producción de cine espectacular. Esto sucede más de acuerdo con la tierra, sin un ostentoso sonido de
trompetas. El sentido de competencia de los
jóvenes adultos es la medida de confianza que ellos tienen en su habilidad de hacer las cosas en cantidades adecuadas.
Su competencia actual se refiere a su habilidad para llevar a cabo estas tareas.
A este punto,
identifiquemos cuidadosamente algunos puntos “fuertes”, así como
también algunos “débiles”. “¿Realmente me veo como una persona que es capaz de llevar a cabo y completar cosas?” “¿Tengo los
recursos necesarios ¾continuidad, fuerza interna, reserva
espiritual¾ para alcanzar las metas que me he propuesto o soñado
para mí mismo?” Especial-mente, ¿en qué áreas de la vida me conduzco bien (o un poco más que adecuadamente)?” “¿En qué
áreas me gustaría ser más efectivo de lo que soy?”
“¿Estoy dispuesto a expresar a otros mi
necesidad por asistencia?”
El surgimiento de la
computarización ha complicado nuestra perspectiva. La intrusión
de la dependencia química es uno de los más grandes retos demoníacos para el sentido de confianza del cristiano,
cuando nos enfrentamosal mundo con nuestro sentido de misión y testimonio
creativo por Cristo.
Mientras ministramos a
las personas, hay que mantener en mente que la competencia
incluye ingredientes tales como: la habilidad de soportar grados razonables de frustración, dominar cierto
egocentrismo/narcisismo/impulso de “sólo yo y
nadie más”, y aceptar/ejercer autoridad correctamente. Establezca metas realísticas, que no estén más allá de su “alcance”.
Dejar que otros dictaminen sus metas puede ser
una manera poco realista de establecer metas muy
altas. Por el otro lado, establecer metas que generalmente son bajas o circulares puede no ser beneficioso porque no hay envuelto
nada motivador o aspirante. Un ejemplo de esto
es el joven que ha estudiado educación física en la universidad, no porque le guste el atletismo, sino porque es una de
las carreras más fáciles.
El valor propio tiene
tres fuentes importantes: La imagen creativa de Dios en nosotros,
que nos transforma en sus hijos; una fuente interna, el grado de efectividad y nutrimiento de la propia actividad de uno; y
una fuente externa, las opiniones que personas
importantes tienen acerca de uno. Las primeras dos son mucho más estables y seguras que las fuentes externas.
En efecto, el apóstol Pablo escribió: “Y tal
confianza tenemos mediante Cristo para con Dios…
nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corinitos 3:4, 5).
En resumen, la
competencia se refiere a “cómo hacemos” en estas facetas de la vida:
(1) habilidades
físicas/manuales, desde la coordinación de habilidades del cuerpo
hasta cómo vivir con personas incapacitadas;
(2) habilidades
sociales/emocionales en relaciones/expectaciones/alcanzar decente,
considerable y fielmente a otras personas, cómo esto ayuda a determinar y nutre nuestros sentimientos de valor, para
saber a qué se le llama “inteligencia social”
en situaciones sociales ¾cuándo responder apropiadamente;
(3) autoadministración/habilidades
para cuidar;
(4) habilidades
interpersonales, incluyendo autopresentación, el escuchar atenta y
activamente a otros, responder y retar éticamente a otros; y
(5) las habilidades de
envolverse en grupos pequeños, lo cual pareciera “muy fácil” en
primera instancia, pero que en la realidad puede ser más difícil de lo que parece. “¿Cuáles grupos pequeños están envueltos en su
vida?”
“¿Promueve el grupo
conversaciones útiles o negativas?” “¿Promueve el grupo competición
o diversidad en medio de la unidad?” “¿Qué hace usted bien cuando participa?”
El pastor de una iglesia
puede ser un facilitador o catalizador para aparear personas
en los grupos ¾clases de la escuela dominical, grupos con intereses o pasatiempos
especiales, nutrimiento espiritual y grupos de capacitación (porejemplo:
oración y estudio bíblico), y en la identidad /discipulado del cristiano
confrontando su mundo.
Los jóvenes adultos
desean creer que ellos “pertenecen” y son una parte integral
de la comunidad de fe. “Esta es nuestra iglesia.” Jesús nos dio una directiva para la competencia de amarnos unos a otros (Juan
15:13-15).
Escuchemos algunas de
las palabras del apóstol Pablo al enfocar nuestra confianza
“en Cristo”: “Doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, para que os dé, conforme a las riquezas de su
gloria, el ser fortalecidos con poder en
el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor, seáis
plenamente capaces de comprender con todos los santos…
(Efesios 3:14-18.
Itálicas del autor.) “Para que ya no seamos niñosfluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de
hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino
que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en
todo en aquel que es la cabeza, esto es,
Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según
la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en
amor” (Efesios 4:14-16. Itálicas del autor.) Estudie
también Efesios 4:22-29 y Filipenses 2:4, 12,
13. Por lo tanto: “Así que, cada uno someta a prueba
su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro… No nos cansemos, pues, de hacer
bien; porque a su tiempo segaremos, si no
desmayamos” (Gálatas 6:4, 9).
¿Puedo Sobresalir por Mí
Mismo? La autonomía se refiere a nuestra capacidad de obtener una
autosuficiencia segura y razonable, pero no a expensas
de alguien más. Es un reto de movernos hacia la madurez e interdependencia fiel. Cuatro dimensiones sobresalen:
(1) nuestra necesidad por
aprobación frente a identificar o evaluar en demasía
la respuesta de otros;
(2) nuestra habilidad de
administrar la vida independientemente, sin buscar
continuamente la ayuda de otros, o hacerlo de mala gana;
(3) la capacidad de
autoiniciativa para planear, organizar y resolver
problemas, y
(4) conocer cómo nuestras
necesidades se relacionan con las necesidades de otros, y de
esa manera tener la habilidad de integrar o discernir
esas necesidades.
“¿Puedo hacer las cosas
por mí mismo?” “En una escala del 1 al 10, con el
número 1 representando
dependiente y el 10 representando independiente,
¿dónde me encuentro?”
“Me parece que soy razonable y justamente interdependiente en mi
trabajo, vida social y la de la iglesia?” “Cuando necesito ayuda ¾la que sea en forma normal¾ ¿encuentro fácil o
difícil pedirla?”
Las personas autónomas
no son ermitañas viviendo aisladas o en islas desiertas.
Ellas, en efecto,
reconocen su necesidad por otros. Son respetuosas de las necesidades
de otros. Aun así, ellas mismas no necesitan continuo apoyo o afirmación, y “palmadas en la espalda”, emocionalmente. Una
joven esposa luchaba con esto: “Parece que no
importa lo que yo haga, siempre estoy a la expectativa
para ver si a mi esposo o a otros les gusta realmente. Algunas veces esto me preocupa mucho, tanto que no puedo
concentrarme en lo que debo hacer. Estoy
comenzando a darme cuenta de que esto me ata. Me siento como una pelota de esponja.” Tenga cuidado de no considerar
en demasía la aprobación de otros, “eso
menoscaba su integridad”. Las personas autónomas ciertamente pueden casarse. Si el lema previo de uno era: “Haz tus
propias cosas”, en el matrimonio necesitará
encontrar y mantener un balance entre mis/sus
necesidades. A un extremo de lo continuo está aquel que dice: “Yo no te necesito para nada”; al otro extremo: “Te necesito
desesperadamente ¾ ahora¾ pronto ¾ presente para siempre.”
Las siguientes
declaraciones son realmente algunos ejercicios para examinar la dependencia,
contra dependencia, independencia e interdependencia: Dé un ejemplo de una experiencia reciente en la cual usted ha
estado en una posición dependiente, “sin crecimiento”. Un estudiante universitario dijo: “Me
molesta que aún tengo que llevar mi ropa a
casa para que mi mamá la lave.” Comparta un
ejemplo de dependencia que lo haya enriquecido. Una esposa escribió:
“Cuando tuve que estar
en cama a causa de mi condición anémica, mi familia me apoyó.
Fue una experiencia animadora.”
Registre una experiencia
de contra dependencia, “sin crecimiento”. “No puedo
soportar a nadie en autoridad. Ninguno me va a decir qué hacer.”
Ahora, ilustre una
experiencia de crecimiento. “Yo sé que tengo la habilidad de escribir
los cheques y mantener un presupuesto. Rehuso pedir su ayuda para contrarrestar mi dejadez.”
Comparta un ejemplo de
la manera en la cual usted ha manifestado independencia improductiva. “Yo decidí vivir en un apartamento solo
durante este semestre. ¡Me siento solo!” Por
otro lado, registre uno que ha sido beneficioso
para usted. Un cristiano recién convertido en mi clase de la escuela dominical dijo: “Me he dado cuenta de que no necesito tomar
bebidas alcohólicas para tener amigos.” Para
interdependencia, dé un ejemplo improductivo,
seguido por uno de éxito. “Ya no seré vacilante nunca más. De ahora en adelante tomaremos las decisiones juntos.”
El ministerio de la
iglesia puede ofrecer la oportunidad para que los jóvenes adultos
revisen y discutan metas individualmente, o en foros. El ministerio en este sentido viene a presentar la realidad. Ponga atención
a las metas que:
(1) tienen sentido;
(2) son concretas en vez de
ser obscuras y generales;
(3) están acordes con los
recursos que usted tiene a mano;
(4) motivan su deseo para
completarlas; y
(5) tienen un tiempo límite
para completarse o renegociarse.
¿En Qué Creo Yo? ¿Qué es lo que provee
las bases para su desarrollo ético y espiritual? ¿Dónde hace
usted sus votos? La arena del desarrollo moral ha atraído la atención de muchos especialistas en los varios
campos de estudio.
Quienes están centrados
en sí mismos, de acuerdo con estos especialistas, preguntan:
“¿Los resultados de mi conducta serán placenteros o dolorosos para mí?” Quienes están centrados en otros preguntan: “¿Mi
conducta mostrará mi lealtad a mis
afiliaciones significantes ¾familia, amigos, Cristo?” En la etapa de cuestionamiento
se pregunta: “¿En qué puntos de vista sobre la verdad, lo bueno y cosas similares puedo yo confiar?” En la etapa del
relativismo se pregunta: “¿Cómo resultará mi
acción en términos de esta norma flexible?” En la
etapa de compromiso la pregunta es: “¿Por el criterio que he escogido, ¿estoy moralmente limpio?”.
La estrategia pastoral
se interesa en estas clases de preocupaciones. “¿Cuáles son las
cosas que realmente son de valor para mí?” “¿Practico mis valores?”
Las Escrituras sugieren:
“No descuides el don que hay en ti… Ocúpate en estas cosas;
permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina…” (1
Timoteo 4:14-16; también <550215>550215>2 Timoteo 2:15). En
resumen, esto significa: “Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37).
¿Quién Soy en Este
Mundo? El factor decisivo de identidad o individualidad
para el cristiano es su encuentro con
Cristo: “Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas” (<490210>490210>Efesios 2:10). La identidad
también es el puente entre uno mismo y una sociedad más grande. De las muchas posibilidades, sueños y esperanzas de la niñez
emerge el patrón/estilo de carácter. La pregunta
de la niñez temprana: “¿Quién voy a ser?”,
está ahora tomando forma única y urgente.
Por unos breves minutos
reaccione al estímulo de estos pensamientos: “¿Tengo un buen
entendimiento de quién soy y de la dirección en que parece que voy en mi vida?” “¿Tengo vergüenza de quién soy y lo que he hecho
en mi vida, o soy capaz de sonreír cuando todo
se ha dicho y hecho?” “¿Estoy razonablemente satisfecho?”
“¿Me veo a mí mismo como otros me ven?” “¿Qué/quién es el centro integrante que da significado (el lema) a mi vida?”
“¿En qué contextos sociales me siento mejor
acerca de mí mismo?” “¿En qué contextos sociales siento perder mi particularidad?”
Una combinación de los
temas teológicos de la providencia y la conciencia de lo santo,
nos permite procesar pastoralmente donde los significados trascendentes y fundamentales de la vida son verdad.
“¿Percibe la persona un propósito divino en su
vida?” “¿Tiene un sentido básico de confianza en el mundo?” “¿Qué es sagrado para este individuo?” “¿Sospecha
de las promesas divinas, tal como se le han
interpretado por algún ministro exagerado en promesas
o demandas rígidas?” “¿Cree que Dios desea que experimente bienestar?”
Jesús, en los años
paralelos de su vida como joven adulto, fue confrontado con la
pregunta acerca de su verdadera y auténtica identidad. El abrazó completamente el hecho de: “Este soy yo al mundo.” En su
bautismo Juan trató de desanimarlo, pero Jesús
le instruyó: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.” Una voz del cielo afirmó: “Este
es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”
(<400315>400315>Mateo 3:15, 17). Más tarde, él mismo formuló la
pregunta acerca de su identidad: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?…
Y vosotros, ¿quién decís
que soy?” Pedro contestó: “Tú eres el Cristo” (Marcos
8:27-30).
Si usted utiliza un
tiempo para completar estas declaraciones, obtendrá nuevos discernimientos
acerca de sí mismo: “Yo soy…” (o “yo soy uno que…”); y lo hace unas quince veces con una respuesta diferente cada
vez. Después, diseñe una presentación del mapa
de su vida. “¡Déjeme decirle de dónde he venido para
llegar hasta aquí!” Estos ejercicios pueden ser usados efectivamente en los
grupos de la iglesia que se preocupan por desarrollar
la atención (escuchar) activa, aceptación y
entendimiento de la historia de otros. El principio de Santiago es un buen vehículo para la comunicación: “Todo
hombre sea pronto para oir…” (Santiago 1:19).
¿Cuál Lugar Tiene la
Ocupación/Trabajo en Mi Vida? “¡Una simple ama de casa!”
“¡Un vendedor!” Escoger una carrera u ocupación es todo un proceso de tomar decisiones. Ello simboliza mucho más que un juego
de habilidades y funciones diseñadas. Ello
significa una manera de vivir. “¿Qué es lo que hace?”
“¡De verdad!”
Desafortunadamente, hay tendencias para formar juicios rápidos acerca de
las personas de acuerdo con lo que “hacen”. Escriba unas respuestas breves a estas declaraciones incompletas:
(1) “Para mí, escoger una
carrera significa _____________________;
(2) Yo he considerado/soñado
seriamente en la siguiente vocación
_____________________;
(3) Si yo tuviera una
carrera ideal donde todo se uniera “justamente”
para mí, esa sería
_____________________.”
Expander¾ estrechar¾ expander otra vez¾ estrechar” es el patrón.
La fase de expansión amplía el punto de vista de opciones o
posibilidades. El movimiento de estrechez
contrae o aprieta más fuertemente el foco, y elimina algunas opciones en favor de otras más prometedoras o
satisfactorias. “¿En qué parte de mi vida cabe
la educación universitaria o de posgraduado?”
“¿Debo ir ahora o
esperar?” “Si decidimos casarnos en diciembre, ¿distraerá eso a
él/ella de sus exámenes orales?”
Un autoinventario
pudiera incluir: “¿Cuáles son mis sentimientos acerca de la manera en
que me estoy preparando para una carrera?” “¿Cuáles son mis pensamientos y sentimientos predominantes en cuanto a mi
presente posición/trabajo?” “¿Qué provecho
tengo de mi trabajo?” “¿Cómo es el ambiente de
trabajo?” “¿Qué es lo que típicamente sucede aquí?” “¿En dónde estoy yo en relación con la selección ‘inicial’ de una
carrera?”
La estrategia pastoral
puede servir como un habilitador para planes de acción que
envuelven metas, recursos hacia el logro de metas y programas concretos,
tanto como ser “un animador”. Dirección vocacional,
utilizando una variedad de personas
experimentadas en áreas particulares, abre la participación dialogal, exploración y entendimiento. La vocación cristiana es más
que el trabajo que uno hace, o la carrera en
la cual está involucrado. Es ayudar al prójimo y ser embajador de Cristo. ¿Le ha llamado Dios? Si usted es un
cristiano la respuesta es un rotundo sí.
Aprender la mayordomía de nuestros dones donde quiera que trabajamos puede ser un canal para elevar el
trabajo a un sentido de vocación ¾“llamado”: “Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10. Mire 1 Corinitos 4:2). En un sentido más
amplio, la palabra significado puede colocarse en lugar de “llamado”. Así, pudiera leerse:
“El ‘significado’ que como cristiano le doy a
mi trabajo es…” “¿Soy un participante alegre
en el esquema de la creación de Dios?”
Para Mí, ¿Qué Significa
el Don de la Sexualidad? “¿Quién soy yo como un recipiente
de Dios del don de la sexualidad?” Muchos éticos cristianos sugieren que la manera en la cual uno se ve a sí mismo como un ser
sexual es una dimensión importante para toda
su identidad.
Esto también influye en
cómo una persona se relaciona con otros como un ser sexual. Por
ejemplo, si usted se ve sólo como un objeto de placer, entonces podrá ser explotado como tal. La cultura, a través de los
medios de comunicación, revistas y
comerciales, acarrean muchos mensajes con doble significado
y papeles de sexo esterotipados. “¿Qué tiene que ver una muchacha hermosa en traje de baño con el valor y eficiencia de una
crema para rasurarse, un automóvil nuevo o una
pasta de dientes?” Lo que ha pasado es que el comercio
y sus millares de mercados han quitado el entendimiento integral del derecho de nacer que Dios intentó. La sexualidad ha sido
reducida a sexo, y el sexo reducido a un
estado de comodidad para gastarse como recompensa por una actuación. Esta redución y acercamiento puramente
recreativo deshumaniza también la
responsabilidad de recibir, reclamar y decidir acerca del don. La mentalidad del “sexo-alegre” es un reflejo de una clase de
valores incompletos y distorsionados. La
pregunta que se necesita hacer una y otra vez en la estrategia pastoral es: “Esta clase de sexo, ¿es realmente
honesta?”
Responda cuidadosamente
a estas oraciones: “Cuando pienso de mí como un ser
sexual, yo… (escriba uno o dos párrafos).” “Lo que aprendí en mi hogar (de mis padres) acerca de la sexualidad fue…” “Las personas
o lugares sociales que me introdujeron a la
sexualidad fueron: mis compañeros, clases en la
escuela, grupos en la iglesia, padres, o…” “¿Qué me enseñaron ellos y qué
aprendí yo acerca del tema?” Además, cambiándonos a
áreas semejantes:
“¿Cuáles son algunos
valores significantes para mí que se relacionan con mi vida
sexual?” (¡Enlístelos!)
“Cuando visualizo un
acercamiento a una persona del sexo opuesto, yo tiendo a…” “En
términos de mi sexualidad, el matrimonio para mí significa…”
“¿Cuáles son mis
expectaciones sobre: ‘las mujeres deben ser’ y ‘los hombres deben
ser’?” “¿Cómo afectan mi conducta estas expectaciones del papel de uno en cuanto al sexo?” “Una buena vida familiar es…” “Un
buen matrimonio es…”
La iglesia puede proveer
conversaciones dialogales y foros para tratar con las voces y
distorsiones de la sociedad. Retiros, conferencias de enriquecimiento matrimonial, conferencias/talleres de familia/padres,
reuniones informales de adultos solteros y
grupos de estudio son unas cuantas oportunidades para llenar estas necesidades de información, ordenamiento bíblico y
retroalimentación.
Hay muchas personas bien
preparadas, consejeros pastorales entrenados, pastores,
personal en una iglesia, maestros de seminarios, maestros en las escuelas cristianas y capellanes que están capacitados para
guiar en el enriquecimiento y crecimiento en
fortalecer aspectos de quiénes somos. El púlpito
es un lugar apto para proclamar, a través de las predicaciones situacionales, las buenas nuevas para vivir. Así es como
podemos ser ayudados y guiados para conocer
apuntalamientos de la Palabra de Dios: “Que os comportéis
como es digno del evangelio de Cristo” (Filipenses 1:27).
“Someteos unos a otros
en el temor de Dios” (Efesios 5:21). “Mirad, pues, con
diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios” (Efesios 5:15).
¿Cómo Son Mis Relaciones
Cercanas? Si los jóvenes adultos tienen un sentido sano de quienes
son, comenzarán a crear relaciones personales estables y liberadoras. La intimidad puede incluir estos elementos:
lealtad firme hacia otro, apoyo mutuo y
accesibilidad, un mismo punto de vista del mundo, autorevelación mutua y vulnerabilidad compartida y honesta.
Intimidad sí envuelve amistad. Aquí no se está
sugiriendo como relación sexual.
Para este tiempo, los
jóvenes adultos han tenido experiencias con: extraños, conocidos,
amistades, intimidades. Por un lado, ellos conocen a extraños ¾ personas
que realmente no están a favor ni en contra de ellos. Tienen muchos conocidos con quienes se relacionan casual e informalmente.
Algunas veces estas personas llegan a ser
amigos. Las personas íntimas son las que los conocen
hondamente; tal vez en algunos de sus secretos más íntimos. No todas las relaciones deben tener intimidad como meta. En las
relaciones íntimas se debe observar cierta
reserva a fin de no ser como un libro abierto para que cualquiera lo lea.
La soledad es el otro
lado de la amistad e intimidad. Es una experiencia muy común en
nuestra cultura, y aun en algunas iglesias con mucha membrecía.
James Lynch, en su
libro: The Broken Heart: The Medical Consequences of Loneliness
(El Corazón Quebrantado: Las Consecuencias
Médicas de la Soledad), insiste en que las
personas que viven solas son más susceptibles que otras a las enfermedades.
Vamos a observar qué tan
complicadas y enriquecedoras pueden ser nuestras relaciones.
“¿Cuánto tiempo de mi día se absorbe en relaciones con otras personas?” “¿Tengo varios amigos, y qué clase de
acercamiento tengo conotras personas?” “¿Dónde se generan estas relaciones ¾iglesia, trabajo, etc.?”
“¿Está mi vida atestada
con gente?” “¿Hay muy pocas personas en mi vida?”
“¿Planeo juntarme con
otros que me interesan, o lo dejo a la casualidad?”
“¿Qué me gusta y llama
la atención en otros?” “¿Tiendo a necesitar a mis amigos más
de lo que ellos expresan necesidad por mí?” “¿Cómo saben otros que me preocupo por ellos?” “¿Tomo a las personas como una
concesión?”
“¿Permito a otros cuidar
de mí?” “¿Respeto a otras personas?” “¿Estoy dispuesto
a hablar apropiadamente acerca de mí mismo con las personas más cercanas?” “¿Escucho atentamente y no soy sólo oidor y
repetidor de palabras?” “¿Qué significa para
mí la amistad estrecha con alguien más?”
“¿Cómo me comunico con
ellos?” “¿Con quién tengo una amistad estrecha actualmente?”
“¿La cercanía a alguien más me causa ansiedad y torpeza?”
“¿Cómo animo a ciertas
personas a acercarse a mí?” “¿Las personas me ven como una
persona distante, controlada, o con sentimientos balanceados?”
“¿Experimentan ellos mi
enojo o frustración más que mi consideración y afecto?”
“¿Cómo controlo mis sentimientos cuando estoy con otros?”
“Especialmente, ¿cómo
respondo cuando siento que estoy siendo rechazado?”
“¿Me he sentido/he sido
rechazado alguna vez?” “¿Me desanimo fácilmente?”
“¿Deseo balancear
justamente lo que doy y tomo en estas relaciones?” “Por ejemplo,
¿que puedo pedir/preguntar a mis amigos y aún sentirme confortable con ellos?” “¿Me comprometo sanamente en vez de controlar
todo?” “¿Espero ser tratado como ‘igual’ y
también trato a mis amigos como ‘iguales’?” “¿Cómo me llevo con los demás en la escuela, trabajo, iglesia,
familia?” “¿Permito que otros sean ellos
mismos?”
Si toma un momento,
escriba su propia definición de intimidad. La intimidad y amistad
de Jesús con el Padre viene a ser el fundamento de nuestra amistad e intimidades como cristianos. “Yo y el Padre uno somos”
(“juntos”; ver Juan 10:30; 1:14-16). Esto nos
permite a nosotros compartir con otros el poder y la naturaleza de la bendición con libertad.
¿Cuáles Son Mis
Compromisos Interpersonales Más Profundos?
Decisiones vocacionales
y maritales son, sin duda alguna, dos de las más significativas
en la vida. Ellas vienen a ser determinantes en el desarrollo de la personalidad y tal vez en el estilo de vida que uno lleva.
Algunas veces son decisiones sutiles; otras
veces se toman con mucha inquietud. Aun así, son asuntos complejos. En este punto, si la persona está casada, éstas
pueden ser algunas preguntas que le ayuden:
“¿Cómo es nuestro matrimonio?” “¿Qué esperaba
yo que sucediera?” “¿Qué clase de relación tengo ahora con mis padres?” Un sinnúmero de significados entran en el cuadro:
amor, matrimonio, familia. ¿Cuándo? La
ceremonia matrimonial da permiso para ser responsablemente
adulto. Las ansiedades y ajustes del matrimonio necesitan tiempo para sanar. La iglesia puede ser una buena
facilitadora de enriquecimiento, provocar
esperanza y ayudar a resolver los problemasconstructivamente.
Algunas reflexiones
generales ejercitadas sobre la naturaleza y significado de un compromiso
debieran incluir:
(1) “Cuando yo digo que
estoy comprometido con otra persona, quiero decir…”
(2) Céntrese en una persona
cercana y comprometida con usted y escriba las cualidades que
acentúan su significado especial.
(3) Continúe con esto: “¿Qué
piensa usted que pasa con algunas relaciones que nos permiten
comprometernos mientras que otras no?”
Comprometerse es hacer
un voto para hacer algo, una entrega a seguir un curso de
acción, y una decisión para colocarse a la par de y con alguien más(Romanos
12:1). Comprometerse es darse uno mismo en confianza. Ello da un sabor especial a la vida. El significado cristiano
del amor envuelve responder y comprometerse.
El matrimonio es un compromiso visible, público, especial a la responsabilidad frente al creativo Señor quien lo “ordena”.
Un joven adulto comprometido ya sea en amistad
o en matrimonio, no vive su vida con un estilo
de “sí… pero…”. La persona no-comprometida descansa sobre un método de evasión que dice sí y no al mismo tiempo. La
persona comprometida deja que el sí sea sí, y
el no sea no. Comprometerse es la antítesis
del alejamiento.
Hay algunos puntos
enredados que obstaculizan el comprometerse de corazón:
(1) un penetrante bajo
sentido de valor personal,
(2) separación de la gente,
(3) desencanto con causas
especiales o centros de interés.
Oates sugiere que las
personas encuentran muy difícil comprometerse con aquello a
lo cual no dan ningún valor. El ministerio de la iglesia puede ilustrar y
recordar la grandeza de su herencia para cuidar, y la
sabiduría adquirida a través de la
experiencia. Nosotros somos creados a la imagen de Dios. Somos personas por quienes Cristo murió. Pertenecemos al Señor
viviente y a la comunidad de fe que se
preocupa. Nuestro deseo es que de este contexto resulte
un sentido de valor personal al reconocer que somos de valor ante los ojos de Dios (ver 2 Corinitos 1:17-22).
¿Merezco Tiempo Libre? En un mundo adicto al
trabajo, al éxito, a la alta producción y rapidez,
necesitamos reclamar el descanso en base a la doctrina de la creación. El ritmo de trabajo-descanso aparece
básicamente en el hecho de que Dios mismo
trabajó seis días y descansó el séptimo (Génesis 2:1- 3). El asunto central en el tema del tiempo libre es la
libertad. El tiempo de uno puede ser usado
creativa o confusamente. El uso del tiempo también es un factor para el ocio.
En su libro: When You
Can’t Find Time for Each Other (Cuando No Pueden Encontrar
Tiempo el Uno para el Otro), Wayne Oates confronta la común aserción de las parejas, los miembros de la familia y de
los solteros, diciendo que son incapaces de
encontrar tiempo para ellos mismos y para otros. El expone algunos de los obstáculos que secretamente impiden
que descubramos el tiempo oportuno.
La estrategia pastoral
puede determinar dónde la iglesia se está agregando al problema
del sobre-uso de tiempo relacionado con actividades, sin tener suficiente balance para estar quietos, ser selectivos y ser
personas que gozan de la vida. Puede ser que
la iglesia necesite ayudar a las personas a darse cuenta de cómo a veces se abusa de la gracia y el amor en el
matrimonio y/o familias.
¡Guárdese de los
ladrones de su tiempo! Una de las mayores tareas de la iglesia
es proveer directrices, métodos y maneras para el mejor uso del tiempo libre por sus miembros, en términos de ministrar a la
persona completa. El tiempo libre es un regalo
de Dios para un propósito, ya sea para usarse en vacaciones, deportes, entretenimientos, o lo que sea para la gloria de
Dios. Así, estas actividades pueden llegar a
ser oportunidades para comprometernos más hondamente
con Cristo y envolvernos en servirle.
¿Es Mi Mundo
Suficientemente Grande? Explique lo que viene a su mente cuando
escucha la palabra ciudadano. “¿Cuáles son las organizaciones e instituciones sociales que usted siente que tendrán una
influencia importante y necesaria sobre usted
y/o su matrimonio/familia en los años venideros?” “¿Hay alguna inversión personal en la comunidad más allá de los
amigos, trabajo, matrimonio o familia?” “¿Es a
un nivel alto, medio o bajo?” “¿Tengo verdaderos
intereses comunitarios, cívicos y/o políticos?” “¿Soy un detractor,
impido las metas/trabajo del grupo, un mero
miembro, que presto atención nominal o
pequeña a lo que está pasando, un observador, un participante,
contribuidor o
líder?”
Una respuesta puede ser
el resultado de falta de atención o ingenuidad ¾“todo estará
bien”; y otra puede ser por cinismo ¾“todo está corrupto o sin esperanza,
¿para qué molestarme?” Los jóvenes adultos, en particular, enfrentan la trampa de “esto o aquello”.
El Señor espera que seamos
cristianos efectivos y fieles, que sepamos cómo ser
ciudadanos efectivos con los ojos abiertos, y vivir acordes a su llamado en
términos de una responsable ciudadanía (ver Romanos
12:21¾13:1; 14:17-19; Mateo 22:21).
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