INTRODUCCIÓN
LA IMPORTANCIA DE LA CARTA
La epístola a los Gálatas trata directamente la
pregunta teológica más básica
que enfrentaba la primera generación cristiana:
¿Cómo afecta el evangelio de
Jesucristo a la división entre judíos y gentiles?
Los primeros cristianos eran
judíos, y al comienzo se presumía que el carácter
especial de su nación, y por
consiguiente las ceremonias religiosas relacionadas
con ella, continuarían.
Cuando gran número de gentiles comenzaron a recibir
el evangelio, estas
suposiciones se vieron cuestionadas, y fue necesario
un prolongado período de
reflexión, ajustes y luchas para comprender los
propósitos de Dios para gentiles
y judíos.
Ningún documento resulta más importante para
comprender estas luchas que la
carta de Pablo a las iglesias de Galacia. Los
cristianos de esa área se
convirtieron en objeto de un intenso celo misionero
por parte de ciertos
“judaizantes” que estaban convencidos de que el
evangelio no dejaba de lado
las ceremonias judías, y que, por lo tanto, los cristianos
gentiles debían
convertirse en judíos para poder recibir la promesa
de Dios dada a Abraham.
(Originalmente, la palabra gr. para “judaizar” se
utilizó para describir la
adopción de las formas judías por parte de los
gentiles que se convertían al
judaísmo.) Movidos por los argumentos de los
judaizantes, estos gálatas, que
originalmente habían sido evangelizados por Pablo,
comenzaron a observar las
ceremonias judías. El Apóstol comprendió que este
cambio en las cosas
socavaba la misma esencia del evangelio de la
gracia. La carta a los Gálatas
revela las más profundas convicciones de Pablo.
A medida que desarrolla sus argumentos en respuesta
a las enseñanzas de los
judaizantes, el apóstol toca varios temas
fundamentales, como la naturaleza de
la autoridad apostólica, la justificación por la fe,
la promesa a Abraham, la
calidad de hijos, el papel de la ley de Moisés, la
libertad, la obra del Espíritu
Santo y la santificación. No es de extrañarse que
esta carta haya desempeñado
un papel importantísimo a través de toda la historia
de la iglesia, más
notablemente en el tiempo de la Reforma en el siglo
XVI, cuando Martín
Lutero se apoyó en ella para atacar la doctrina
católica romana de la salvación.
Aunque el punto exacto de la controversia entre
Pablo y sus opositores
(¿deben circuncidarse los gentiles?) puede parecer
una preocupación lejana
para la mayoría de los cristianos después del siglo
I, el tema central es nada
menos que la base de nuestra relación con Dios. La
respuesta dada por los
judaizantes, a primera vista, llamaba la atención
hacia las ceremonias judías,
pero su compromiso más profundo (la dependencia de
la “carne” en vez del
Espíritu) se puede expresar en muchas otras maneras.
Algunos eruditos modernos sostienen que este así
llamado enfoque
“protestante” de Gálatas no es válido. Sin embargo,
aunque Martín Lutero y
otros reformadores posiblemente hayan perdido
algunos matices, no se
equivocaron al ver en esta carta la respuesta de
Dios a las preocupaciones de
esa época. Aparte de toda otra enseñanza que
contenga Gálatas, no hay duda
de que nos dice en un lenguaje claro y vigoroso que
nuestra posición correcta
ante Dios sólo puede ser un acto de gracia recibido
por medio de la fe en
Cristo. Ningún ritual de la iglesia y ningún
esfuerzo humano puede determinar
nuestra justificación. Por el contrario, “el justo
vivirá por la fe” (<480311>480311>Gálatas
3:11).
MARCO HISTORICO
Con respecto a ciertos temas históricos relativos a
Gálatas, hay pocas dudas.
Muy pocos eruditos cuestionan seriamente, p. ej. que
Pablo sea su autor.
Nuevamente, el texto deja bien en claro que algunas
personas estaban creando
una sedición espiritual en la comunidad gálata,
predicando un falso evangelio
que presionaba a los creyentes gentiles a observar
ceremonias judías,
particularmente la circuncisión (<480107>480107>Gálatas 1:7-9; 5:2, 3, 7-12; 6:12, 13). Por
otra parte, sí existe un considerable debate sobre
la fecha, los destinatarios y la
ocasión precisa de la redacción de esta carta
importante.
En la actualidad muchos eruditos creen que las
destinatarias de esta carta
fueron las iglesias fundadas por Pablo y Bernabé en
Iconio, Listra y Derbe
(<441401>441401>Hechos 14:1-23). Estaban ubicadas en la parte sur de
la provincia romana
de Galacia, dentro de Asia Menor (lo que hoy es
Turquía). El nombre de esta
provincia proviene de una región ubicada al norte,
donde se había establecido
la raza de los gálatas (originalmente provenientes
de Galia), y una opinión
minoritaria sostiene que las iglesias en cuestión
estaban ubicadas en esa área
(opinión que afecta a la asignación de fecha a la
carta). Se apela a <441606>441606>Hechos
16:6 para apoyar el punto de vista de que Pablo
fundó algunas iglesias allí, pero
este texto es, cuando menos, ambiguo, y las otras
evidencias no son firmes.
Un asunto más complicado, aunque relacionado con
éste, es el de la fecha en
que fue escrita la carta. El centro del debate es si
Pablo escribió Gálatas antes
o después del llamado “concilio apostólico” en
Jerusalén. Este acontecimiento,
registrado en Hechos 15, es fechado por la mayoría
de los eruditos en el año
49 d. de J.C. (de seguro, no antes del año 48).
Pablo aparentemente se refiere
a este concilio en <480201>480201>Gálatas
2:1-10, pero muchos han argumentado que su
descripción se contradice con la narración de
Hechos, especialmente en cuanto
no menciona el decreto del que habla <441522>441522>Hechos 15:22-29.
Algunos estudiosos evitan este problema argumentando
que Gálatas fue escrita
antes del concilio. (Este argumento presume que la
carta fue escrita a las
iglesias ubicadas en el sur de la provincia. El
punto de vista de que las iglesias
en cuestión estaban ubicadas en el norte contradice
esta fecha, ya que Pablo no
evangelizó la región del norte sino hasta después de realizado el concilio.)
Según la posición que apoya esta fecha temprana, Gálatas
2 no entra en
conflicto con Hechos, simplemente porque en el
momento de escribir esta carta
el concilio aún no se había realizado. Los
comentarios de Pablo, por lo tanto,
deben referirse a otra reunión (posiblemente la que
se describe en <441129>441129>Hechos
11:29, 30). Para otros estudiosos, esta solución
parece demasiado fácil,
especialmente en vista de las grandes similitudes
entre Hechos 15 y Gálatas 2.
Es posible argumentar que ambos pasajes se refieren
al mismo acontecimiento,
y que las diferencias pueden explicarse reconociendo
las muy distintas
perspectivas de los dos autores. Según este punto de
vista, Gálatas tiene que
haber sido escrita después del 49 d. de J.C., y la
fecha preferida es a mediados
de la década del 50, mientras Pablo estaba en Efeso,
durante su tercer viaje
misionero.
La controversia sobre la fecha de Gálatas no es
meramente un juego de
eruditos. Ciertas sutilezas sobre el significado de
la carta —sin mencionar
cuestiones mayores relativas a la historia de la
iglesia primitiva— se ven
afectadas por el punto de vista que uno pueda tener
de su relación con el
concilio de Jerusalén. Este comentario considera que
Gálatas fue escrita a
mediados de la década del 50. No obstante, ya que no
es posible lograr una
certeza absoluta con respecto a este asunto, sería
incorrecto interpretar la carta
en una forma que dependa en manera excesiva de la
fecha en que fue escrita.
En especial, debe hacerse un esfuerzo por no dar
explicaciones clave que
podrían ser invalidadas por la adopción de otra fecha
de escritura.
Afortunadamente, el énfasis principal del argumento de Pablo es lo
suficientemente claro y no gira alrededor de nuestra
capacidad para determinar
con precisión la fecha de escritura.
PROPOSITO Y ESTRUCTURA
¿Cuál es, entonces, el argumento de Pablo? El
Apóstol es muy explícito cuando
declara que se vio motivado a escribir la carta
porque los gálatas estaban en
camino de desertar del evangelio (<480106>480106>Gálatas 1:6, 7). En efecto, habían vuelto
a prácticas ritualistas con reminiscencias de su anterior
experiencia pagana
(<480409>480409>Gálatas 4:9, 10).
Dado que las personas que estaban causando estos
problemas en Galacia
aparentemente habían socavado la autoridad de Pablo,
el Apóstol dedica la
primera sección principal de la carta a defender el
origen divino de su evangelio
(caps. 1—2; ver especialmente <480101>480101>Gálatas 1:1, 11, 12; 2:6-9). En los dos
capítulos siguientes, apelando al AT mismo, él
demuestra que la promesa de
Dios a Abraham se recibe, no por las obras de la
ley, sino por fe (cf.
<480306>480306>Gálatas 3:6-14). Finalmente, encuentra necesario, en los caps. 5 y
6,
detallar las implicaciones prácticas de este
evangelio de la libertad (ver
especialmente <480513>480513>Gálatas
5:13-26). Estos tres temas, sin embargo, están
subordinados a su único gran propósito: evitar que
los gálatas abandonen el
evangelio de verdad y se conviertan en apóstatas.
La triple estructura que acabamos de bosquejar
refleja una forma común y
tradicional de leer Gálatas Estudios recientes, sin
descartar esta perspectiva
básica, han intentado definir más precisamente el
carácter literario de la carta
por examinar las técnicas de la retórica en la
antigüedad. Algunos eruditos
consideran que Gál. es un discurso “apologético”
(algo así como una defensa
en un tribunal), mientras que otros la consideran un
escrito “deliberativo” (cuya
intención es persuadir a sus lectores a hacer algo).
Otra perspectiva,
concentrada más en la estructura de la carta que en
sus discursos, considera
que Gál. está formada por dos secciones principales:
una de reprensión
(<480106>480106>Gálatas 1:6—4:11) y una de pedidos (<480412>480412>Gálatas 4:12—6:10).
Especialistas en este campo han propuesto otras
alternativas, y los aportes de
las investigaciones sociológicas y antropológicas
han contribuido aun más a
nuestra comprensión de la forma en que Pablo
construye sus argumentos. Dado
que no se ha llegado a un consenso sobre dichos
temas, este comentario utiliza
un bosquejo más bien tradicional para indicar la
estructura de la lógica que
siguió el Apóstol. Cualquiera sea el estilo
literario preciso que haya influido en
la escritura de Pablo, es de gran importancia
interpretar cada versículo o pasaje
en el contexto de aquella lógica. (Ver también el
artículo “Leyendo las
epístolas”.)
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
<480101>480101>Gálatas 1:1-10——Introducción
1:1-5— Prólogo
1:6-10— Ocasión
<480111>480111>Gálatas 1:11—2:21—El apostolado de Pablo
1:11, 12— Proposición principal
1:13-24— Pruebas sustanciales
2:1-21— Dos casos especiales
<480301>480301>Gálatas 3:1—4:31——El evangelio de Pablo
3:1-5— Apelación inicial
3:6—4:7— Argumentos básicos
4:8-31— Nuevas apelaciones
<480501>480501>Gálatas 5:1—6:10——Mandatos de Pablo
5:1-12— Acerca de la circuncisión
5:13-26— Acerca del amor
6:1-10— Acerca de las cargas
<480611>480611>Gálatas 6:11-18——Epílogo
COMENTARIO
1:1-10 INTRODUCCION
En todas sus cartas el Apóstol comienza con una
sección introductoria, que
normalmente incluye un saludo inicial y una oración
de acción de gracias. En
diferente medida estas introducciones contienen las
claves de los temas que
preocupan a Pablo. Este es, sin duda, el caso de
Gálatas, por lo que debemos
prestar especial atención a los aspectos
distintivos. Ver también el artículo
“Leyendo las epístolas”.
1:1-5 Prólogo
Una lectura superficial de estos versículos
iniciales podría sugerir que aquí
tenemos solamente un ejemplo más del saludo
tradicional de Pablo, aunque
quizá con algunas leves variaciones y agregados. El
formato básico es bastante
conocido: comienza nombrando al autor en el v. 1 (Pablo, apóstol); luego, en
el v. 2, nombra a los destinatarios (a las iglesias de Galacia); finalmente, en el
v. 3, se encuentra el saludo característico de Pablo
(Gracia... y paz...)
Sin embargo, al mirarlos con mayor detenimiento, se
ve claramente que este
prólogo es bastante raro y que ofrece una clave
importante del carácter
distintivo de Gálatas Por una parte, los
destinatarios se describen muy
sucintamente; en las otras cartas Pablo usa la
palabra “santos”, o expresiones
similares, para dirigirse a sus lectores. El
significado de esta sutil omisión se
aclarará en el v. 6.
Debemos notar, además, cuán extenso es este prólogo,
en comparación con
los de otras cartas. (Sólo en Romanos, donde Pablo
tenía que explicar su
mensaje a una iglesia que no lo conocía, encontramos
una introducción más
prolongada.) El v. 4, cargado de significación
teológica, es especialmente
importante. Aquí Pablo subraya el sacrificio que
Cristo hace de sí mismo, un
tema que anticipa varios pasajes muy poderosos (p.
ej. <480220>480220>Gálatas 2:20, 21).
También toca el tema de la liberación, el cual
refleja su gran preocupación por
el contraste entre esclavitud y libertad. Esta
liberación tiene un marcado tinte
“escatológico” (relativo a los últimos tiempos). Al
concentrarse en la presente
época malvada, Pablo recuerda a sus lectores que la redención de
Cristo
introduce una nueva época como el cumplimiento de
las promesas de Dios.
Finalmente, el Apóstol afirma que la voluntad de
Dios está tras estos
acontecimientos. Los gálatas deben reconocer que
este mensaje no es un
invento de Pablo: rechazarlo es rechazar el plan
divino. De cualquier manera, la
grandeza de la obra de Cristo lleva a una doxología
(expresión de alabanza) en
el v. 5, algo que falta en los prólogos de todas las
otras cartas.
Sin embargo, la característica distintiva más
importante del prólogo se
encuentra en el v. 1, donde Pablo interrumpe la
fluidez de su saludo para incluir
una negación enfática: su apostolado no tiene origen humano, sino divino. Es
claro que algunas personas estaban cuestionando la
autoridad de Pablo para
hablar como apóstol de Cristo. La naturaleza exacta
de tal cuestionamiento es
motivo de cierto debate entre los eruditos, pero es
posible que estuviera siendo
acusado de predicar un mensaje extraño que
contradecía la enseñanza de la
iglesia en Jerusalén. Pablo tratará este tema más
directamente a partir del v. 11.
1:6-10 Ocasión
Cualquier persona que esté familiarizada con las
cartas de Pablo a las iglesias
esperaría ver una sección de acción de gracias
inmediatamente después del
saludo (en el caso de 2 Corintios y Efesios, “Bendito
sea el Dios y Padre...”).
No sólo esta sección no está presente aquí, sino que
Pablo la reemplaza con
una reprensión: Estoy asombrado de que tan pronto os estéis apartando...
(6). Esta característica es una clave muy importante
para apreciar el carácter de
Gálatas La apertura ya nos había alertado de que hay
algo fuera de lo común
en esta carta, pero ahora nos damos cuenta de lo
seria y urgente que era la
situación sobre la que Pablo debía hablar.
Al describir el error de los gálatas, el Apóstol
utiliza el vocabulario propio de la
deserción militar (6) y de la lucha política: algunos... os perturban (7; el mismo
verbo se utiliza en 5:10; <441524>441524>Hechos 15:24; 17:8, 13). Pablo es muy específico:
los gálatas están en camino de abandonar la
enseñanza de la gracia del
evangelio. Sin embargo, no se refiere a un cambio
meramente intelectual. La
acción de ellos es intensamente personal: están
abandonando a aquel que con
inmensa gracia los llamó a sí mismo. Esta idea doble
de separación, tanto de la
gracia como de una persona, se presenta
explícitamente en <480504>480504>Gálatas 5:4:
“Vosotros que pretendéis ser justificados en la ley,
¡habéis quedado desligados
de Cristo y de la gracia habéis caído!” A la luz de
estas palabras, seguramente
nuestra lectura personal de Gálatas será más que un
ejercicio histórico o
intelectual. Todos los que leen esta carta son
confrontados con asuntos que
afectan su destino eterno.
Sin embargo, lo que hacía más complicadas las cosas
para Pablo era que el
error en que estaban cayendo los gálatas no era
simplemente el resultado de
una debilidad entre los creyentes. Tenía una fuente
externa. Algunos cristianos
judíos, descontentos con la forma en que Pablo
invitaba libremente a los
gentiles a venir a Dios, habían comenzado a visitar
las iglesias que él había
establecido. El propósito de ellos era “judaizar” a
los creyentes gentiles;
persuadirlos de que, después de creer en Cristo,
debían dar un paso más y
convertirse en judíos por medio de la circuncisión
(ver la Introducción).
El Apóstol consideraba que estos judaizantes no eran
simplemente cristianos
errados, sino peligrosos falsos maestros. Su mensaje
no era, en lo más mínimo,
el evangelio, sino lo opuesto. Su misión era, en
realidad, tan destructiva que
Pablo se vio obligado a pronunciar las palabras más
duras que puedan
encontrarse en cualquiera de sus cartas: echar un anatema sobre cualquiera
que predicara un evangelio diferente del que los gálatas habían escuchado y
recibido de él. La palabra anatema (utilizada también en <461203>461203>1 Corintios
12:3;
16:22; y especialmente en <450903>450903>Romanos 9:3, que tiene reminiscencias de
<023232>023232>Éxodo 32:32) se refiere a la maldición propia de Dios, y por lo
tanto, DHH
traduce correctamente: “caiga bajo maldición” (8,
9).
Este lenguaje tan fuerte podría perturbar a sus
lectores, por lo que en el v. 10
Pablo justifica su reacción, llamando la atención
hacia sus propios motivos.
Aparentemente, los judaizantes lo habían acusado de
predicar la circuncisión
cuando le convenía, para ganar la aprobación de los
hombres (<480511>480511>Gálatas
5:11). Pablo niega vehementemente tener otro motivo
que el de agradar a Dios;
de otra forma ya no podría ser considerado siervo de
Cristo. De cualquier
manera, el mismo hecho de que había echado una
maldición sobre los
judaizantes debería convencer a los gálatas de que
sus acciones difícilmente
fueran motivadas por el deseo de no ofender a las
personas. Lightfoot
parafrasea el v. 10 de esta forma: “Ustedes me
acusan de seguir una política
conciliatoria; sí; conciliatoria con Dios” (J. B.
Lightfoot, Saint Paul’s Epistle
to
the Galatians, 10 ed., [Macmillan, 1898], p. 79). DHH traduce: “Yo
no
busco la aprobación de los hombres, sino la
aprobación de Dios.”
1:11—2:21 EL APOSTOLADO DE PABLO
Ya hemos señalado que en esta carta Pablo debe defenderse
a sí mismo antes
de defender su evangelio. Hay cierta medida de
verdad en este análisis. Los
ataques a su mensaje de libertad para los gentiles
estaban indisolublemente
unidos a cuestionamientos sobre su autoridad como
apóstol. ¿Por qué deberían
escucharlo los gálatas? Por otra parte, sería un
error considerar los caps. 1 y 2
sólo como una defensa personal. Las menciones
autobiográficas siempre están
subordinadas a su propósito principal de afirmar “la
verdad del evangelio”
(<480205>480205>Gálatas 2:5, 14).
1:11, 12
Proposición principal
Aquí, como en <461501>461501>1
Corintios 15:1 y <470801>470801>2 Corintios 8:1, Pablo comienza una
nueva e importante sección, utilizando el verbo gnorizo (hacer saber, hacer
conocer, declarar) que confiere un tono algo formal
y solemne a su declaración.
Es interesante que la expresión paralela en 1
Corintios 15 introduce el
comentario de que él había “recibido” las verdades
básicas del evangelio (v. 3),
mientras que en Gálatas destaca precisamente lo
contrario, lo cual indica que su
enfoque es diferente. La expresión el evangelio que fue anunciado por mí (v.
11) puede ser significativa; dado el singular
ministerio de Pablo entre los
gentiles, su predicación tenía un cierto carácter
distintivo (obsérvese la
expresión “mi evangelio”, <450216>450216>Romanos 2:16) que provocaba una oposición
particularmente violenta de parte de los
judaizantes.
A continuación viene una triple negación,
confirmando (en caso de que hubiera
alguna duda) que Pablo responde a alguna clase de
acusación sobre el carácter
de su mensaje. La primera de estas negativas dice,
lit.: “no es según hombre”.
Es una negativa general, claramente explicada por
las siguientes dos negativas:
dado que este evangelio no le fue entregado ni enseñado por ningún hombre,
es claro que no tiene origen humano. Este punto se
aclara aun más con la
cláusula que marca el contraste: sino por revelación de Jesucristo, lo cual
puede significar que Cristo fue la fuente de la
revelación o, más probablemente,
que Cristo mismo le fue revelado (como en el v. 16).
1:13-24 Pruebas
sustanciales
Pablo pasa ahora a probar su afirmación. La prueba
parece consistir en dos
partes principales. En primer lugar, él necesita
presentar la evidencia que apoya
la afirmación en sí (<480113>480113>Gálatas
1:13-24): debe demostrar que durante los años
de formación de su ministerio no recibió
capacitación alguna de parte de los
apóstoles. En segundo lugar, debe tratar dos
acontecimientos posteriores que
probablemente habían sido usados por los judaizantes
como prueba en su
contra (<480201>480201>Gálatas
2:1-21).
1:13, 14 Antes de su conversión. Aquí el Apóstol señala que su experiencia
precristiana fue caracterizada por dos elementos que
son incompatibles con su
ministerio actual. En primer lugar, estaba
totalmente comprometido con la
destrucción de los cristianos y el exterminio de la
iglesia (tema que se nos
explica claramente en Hechos 9). En segundo lugar,
era un devoto fariseo. La
expresión las tradiciones de mis padres probablemente se refiera no sólo a las
enseñanzas generales del judaísmo, sino más
específicamente a lo que de otra
forma se conoce como la “ley oral”, una larga lista
de reglas que distinguían a
los fariseos de otros grupos judíos (cf. también <410701>410701>Marcos 7:1-13;
<500304>500304>Filipenses 3:4-6).
¿Por qué menciona Pablo estas cosas? Una respuesta
común es que ellas
prueban que Pablo no recibió su evangelio de
maestros judíos. Pero, ¿quién
habría afirmado que esto era lo que había sucedido?
¡Seguramente no los
judaizantes! En cierta forma esta información apoya
el derecho de Pablo a
hablar con cierta autoridad sobre la naturaleza del
judaísmo. Sin embargo,
parece probable que estos versículos no hayan sido
escritos tanto como una
prueba en sí, sino como preparación para lo que está
por decir. En otras
palabras, su vida anterior demuestra la necesidad
que Pablo tenía de una
conversión drástica. Sólo una intervención divina de
la gracia de Dios podría
explicar el cambio que se produjo en él.
1:15, 16a La revelación. En esta impactante descripción de la forma en que
Dios obró en su vida, Pablo alude a las palabras del
mismo Señor a Jeremías:
“Antes que yo te formase en el vientre te conocí; y
antes que salieses de la
matriz, te consagré y te di por profeta a las
naciones” (<240105>240105>Jeremías 1:5; cf.
también <234901>234901>Isaías
49:1-6). Indudablemente, Pablo consideraba su ministerio
no solamente comparable al de Jeremías, sino más que
eso, como relacionado
en forma integral con la obra de los profetas del AT
y, en cierto sentido, hasta
como su culminación. Ahora, por fin, el mensaje de
salvación está rompiendo
todas las barreras de las nacionalidades. La luz ha
caído sobre las tierras de los
gentiles, de los cuales los gálatas son parte.
Sin embargo, es especialmente significativa la
notable acumulación de
expresiones en los vv. 15 y 16 que señalan a la
iniciativa de Dios, soberana y
llena de gracia: tuvo a bien (el
primer verbo en el gr.); me apartó desde el
vientre de mi madre; llamó; gracia;
revelar. El fuerte énfasis en la
predestinación de Dios tiene como propósito no dejar
en absoluto lugar a
dudas sobre el origen divino del evangelio que Pablo
predicaba. En particular,
no son sus esfuerzos propios sino sólo la obra de
Dios la que lo ha llevado al
apostolado.
1:16b-24 Después de su conversión. Lo que se quiere demostrar en este
párrafo es bien claro. Pablo quiere dejar
establecido que en los primeros años
de su ministerio, durante los cuales se fue formando
el carácter distintivo de su
predicación, no estuvo bajo la influencia de los
otros apóstoles por un tiempo
prolongado. Nos dice que de inmediato, luego de su conversión, en lugar de
consultar con ningún hombre (lit. “carne y sangre”, una expresión que llama la
atención sobre la fragilidad de los seres humanos),
pasó tres años en Arabia.
La región que tiene en mente, que era dominada por
los nabateos, quizá
incluyera a la ciudad de Damasco en esa época (cf. <440919>440919>Hechos
9:19-22). De
cualquier forma, lo que Pablo quiere destacar es que
no pasó por un período
de instrucción bajo los apóstoles de Jerusalén.
Cuando finalmente volvió a
Jerusalén, su contacto con Pedro fue muy limitado, y
la única otra figura
importante con quien se encontró fue Jacobo, el hermano del Señor. Lo
restringida que fue su exposición a la iglesia
primitiva de Judea queda
confirmada por el hecho de que casi ninguno lo conocía
personalmente, aunque
tenían cabal conocimiento de su conversión, que era
un motivo para glorificar a
Dios.
Es importante destacar la gravedad del argumento de
Pablo. En el v. 20 llega
hasta emitir un juramento (he aquí delante de Dios) para probar que su
testimonio es verdadero. Esta es una clara
indicación de que Pablo estaba
respondiendo a algunas acusaciones muy específicas.
Sin duda, los judaizantes
estaban haciendo correr historias acerca de que él
había estado bajo la
instrucción de los apóstoles de Jerusalén durante
largo tiempo, como lo hubiera
hecho un discípulo bajo su rabí. También es
importante destacar que con el v.
24 Pablo ha completado su argumentación. Durante los
primeros 14 (quizá 17)
años de su ministerio, mientras se estaba definiendo
el carácter de su
predicación, no tuvo la oportunidad de capacitarse
con una fuente humana.
2:1-21 Dos
casos especiales
Habiendo establecido que sus contactos iniciales con
los discípulos no
constituían el origen de su apostolado, Pablo trata
ahora dos temas específicos
que posiblemente hayan sido planteados por sus
opositores.
2:1-10 La conferencia en Jerusalén. Dado que este pasaje es de gran
importancia para reconstruir la historia temprana de
la iglesia cristiana, los
estudiosos del NT le han prestado mucha atención. Se
han desarrollado
argumentos técnicos y detallados, destinados
especialmente a determinar si la
ocasión a la que Pablo se refiere es la visita que
se relata en <441129>441129>Hechos 11:29,
30, o el llamado “concilio apostólico” de Hechos 15
(ver Introducción).
En medio de este debate es fácil perder de vista la
cuestión principal: ¿Qué
quiere decirnos el relato? Hay buenas razones para
creer que Pablo está
respondiendo a una acusación de los judaizantes, que
podría haber sido
presentada más o menos en esta forma: “En una etapa
de su ministerio, a Pablo
se le obligó a asistir a una reunión en Jerusalén,
someterse en privado a los
“tres” (Jacobo, Pedro y Juan) y acceder a obedecer
sus instrucciones, como lo
prueba su deseo de recolectar fondos para los
cristianos de Judea.” Si así
fuera, Pablo podría estar tratando el tema, no
porque sienta la obligación de
relatar cada contacto que tuvo con los apóstoles de
Jerusalén (ese aspecto de
su argumento termina al final del cap. 1), sino
porque sus oponentes lo habían
planteado y lo habían utilizado en forma errónea. En
otras palabras, Pablo debe
aclarar las cosas.
Lo primero que debemos notar es que Pablo pone
énfasis en la causa y el
propósito de su visita (2). La causa fue una revelación: no la obediencia a un
mandato humano, sino la sujeción a una instrucción
divina. El propósito era
informar a los líderes sobre su ministerio y así
asegurarse de que sus grandes
esfuerzos apostólicos no fueran en vano. Esta es una expresión notable (cf.
también <504716>504716>Filipenses
2:16 y <520305>520305>1 Tesalonicenses 3:5, posiblemente en
alusión a <234904>234904>Isaías
49:4), y nos dice algo sobre las tensiones que seguramente
se sintieron en la conferencia. Al menos desde una
perspectiva humana, Pablo
parecía pensar que era muy posible que la iglesia en
Jerusalén tomara una
decisión equivocada y destruyera el ministerio a los
gentiles. La confianza del
Apóstol en la voluntad de Dios nunca fue
presuntuosa. El comprendía la
realidad del pecado y del mal, así como el peso de
su propia responsabilidad.
Aunque estaba seguro de que Dios cumpliría sus
promesas y perfeccionaría su
obra (<450828>450828>Romanos
8:28; <500106>500106>Filipenses 1:6), ese hecho no se convirtió en
excusa para ser pasivo y “dejar que Dios se ocupara”
del problema. Pablo
continuaría haciendo todos los esfuerzos posibles
por correr la carrera (cf.
<500312>500312>Filipenses 3:12-14), dependiendo constantemente del obrar de Dios
(<503512>503512>Filipenses 2:12, 13).
En segundo lugar, observemos que el Apóstol es
franco en cuanto a la lucha
que caracterizó la reunión (3-5). En la iglesia
había un “partido de la
circuncisión”, personas a las que el Apóstol
consideraba falsos hermanos,
cuya real motivación era socavar la libertad
espiritual que ofrece el evangelio.
Aparentemente, queriendo tomar a Tito, que era
gentil, para hacer de él un
modelo, habrán insistido en que se circuncidara.
Pablo no nos dice
explícitamente cuál fuera la reacción inicial de
Pedro, Jacobo y Juan, pero hay
buenas razones para pensar que estos líderes, quizá
preocupados por la unidad
de la iglesia, hayan considerado la idea de ceder
ante los reclamos del grupo
que pedía la circuncisión. No obstante, dado su
especial llamamiento, Pablo
comprendía en una forma muy profunda las
implicaciones del tema en cuestión.
Han de haber sido momentos de emociones violentas,
como lo sugiere la
sintaxis gr. desigual de estos versículos. De
cualquier modo, el Apóstol se negó
a ceder a los reclamos de los falsos hermanos, ni por un momento,... para
que la verdad del evangelio permaneciese a
vuestro favor (a favor de los
gentiles). En resumen, los líderes no obligaron a
Tito a circuncidarse.
En tercer lugar, Pablo dedica la mitad de su relato
sobre el concilio de
Jerusalén a explicar el resultado de esta
conferencia, expresado tanto en forma
negativa (6, 10) como positiva (7-9). Contrariamente
a lo que afirmaban los
judaizantes, la realidad es que los “tres” no
impusieron cambios en su ministerio
ni su mensaje. Es cierto que estos líderes querían
que Pablo se preocupara por
la situación de los pobres en Judea, pero ese pedido
no estaba en desacuerdo
con su especial ministerio, por lo que el Apóstol
estuvo feliz de acceder a él.
(Bien podría haber cierta conexión entre este pedido
y la ofrenda de la que
Pablo habla en <451525>451525>Romanos
15:25-27 y 2 Corintios 8—9. Dicho sea de paso,
es importante observar que Pablo no veía ningún
conflicto entre su ministerio de
predicación y sus esfuerzos por satisfacer las
necesidades físicas de los
pobres.)
Más importante, sin embargo, fue el resultado
positivo. Jacobo, Pedro y Juan le
mostraron respeto y lo trataron como a un igual. Se
dice específicamente que
ellos reconocieron que Dios le había dado a Pablo un
don apostólico especial
para trabajar entre los gentiles (v. 9). Hay cierta
ironía en este hecho. Pablo
mismo no apelaría a los “tres” como si dependiera de
su autoridad (lo cual no
hacía ninguna diferencia en la validez de su
ministerio). ¡Los judaizantes, que sí
habían apelado a esa autoridad, eran, sin embargo,
quienes violaban el acuerdo
de Jerusalén pidiendo que los gentiles se
circuncidaran!
2:11-21 Conflicto en Antioquía. Así como los judaizantes quizá apelaron
(equivocadamente) a la conferencia de Jerusalén para
que apoyara sus
acusaciones, es posible también que quisieran
destruir la reputación de Pablo,
exagerando la disputa que se produjo en la ciudad
gentil de Antioquía. Después
de todo, si Pablo había tenido la audacia de refutar
públicamente al gran
apóstol Pedro, ¿no era eso prueba de que Pablo no
estaba de acuerdo con la
iglesia de Jerusalén? ¿No era ésta la evidencia más
clara posible, de que era un
renegado irrespetuoso en quien no se debería
confiar?
En respuesta a esto Pablo primero da un breve
resumen del incidente (11-14).
No niega haber reprendido a Pedro, pero también
muestra por qué eso era lo
único que se podía hacer si quería actuar
correctamente. El acuerdo de
Jerusalén había reconocido efectivamente la
distinción entre el ministerio a los
judíos, que podían continuar practicando el judaísmo
aun después de
convertirse en cristianos, y el ministerio a los
gentiles, quienes no debían ser
forzados a convertirse en judíos. Pero ese acuerdo
no especificaba qué hacer,
en caso de que estos dos principios entraran en
conflicto. (Nótese que el así
llamado “decreto”, que se menciona en <441523>441523>Hechos 15:23-29, también deja
este tema en la ambigüedad. Si es la misma reunión a
la que Pablo se refiere en
este pasaje de Gálatas, el problema en Antioquía
podría entenderse bastante
bien de acuerdo con lo expuesto aquí.)
La comunión en la mesa planteaba precisamente ese
conflicto. Si el cristiano
judío se sentaba a comer con los gentiles, estaba en
peligro de violar las leyes
ceremoniales concernientes a la comida. Por otra
parte, si se negaba a comer
con ellos, ese comportamiento podría haber
debilitado el principio de que los
gentiles deben ser plenamente aceptados como
cristianos sin convertirse en
judíos. Al no tratar este problema, los apóstoles
aparentemente estaban
dejando el tema librado a la conciencia de cada
creyente. Es claro que los
judíos cristianos de Antioquía, en general,
eligieron la comunión con los gentiles,
reforzando de esa forma la significación de lo que
habían hecho los apóstoles
de Jerusalén. Pedro, al visitar la ciudad, estuvo
feliz de comportarse de esa
forma, pero luego, la llegada de algunas personas de parte de Jacobo (12)
presentó un serio problema para él.
No es muy clara cuál es la relación entre estos
hombres y Jacobo: ¿Fueron
realmente enviados por él, o era solamente lo que
ellos pretendían? De
cualquier forma, eran cristianos de Judea que no
tenían que convivir con una
fuerte presencia gentil día tras día, y por eso no
comprendieron la situación en
Antioquía. Naturalmente, habrían interpretado la
actitud de Pedro como una
negación de la identidad judía, y quizá hasta como una
forma de apostasía.
Temeroso de ser juzgado por ellos y de las
consecuencias que esto traería,
Pedro comenzó a distanciarse de los gentiles.
Naturalmente, los otros judíos
cristianos siguieron su ejemplo. Si evitar a los
gentiles hubiera sido
característico del comportamiento de Pedro durante
todo el tiempo, por
razones de conciencia, es posible que Pablo no lo
hubiera reprendido. Pero
Pedro había mostrado anteriormente que no tenía
escrúpulos en cuanto a
comer con los gentiles. Su distanciamiento posterior
sugería que los gentiles no
podían ser recibidos plenamente como pueblo de Dios.
En cierto sentido, los
estaba obligando a volverse judíos (14).
“Se había producido una seria crisis. Pero Dios no
había abandonado a su
iglesia. La iglesia fue salvada por intermedio de
Pablo... A Pablo le habían sido
reveladas las implicaciones totales del evangelio;
para él la libertad de los
gentiles era una cuestión de principios, y cuando
los principios estaban en juego
él nunca permanecía callado” (J. Gresham Machen, The Origin of Paul’s
Religion [Macmillan, 1921], p. 102). Por tanto, Pablo tomó
las medidas
extremas que la situación demandaba. No era que
Pablo y Pedro tuvieran una
diferencia doctrinal, como podrían haber sugerido
los judaizantes (y muchos
estudiosos modernos están de acuerdo); era que la
conducta de Pedro no era
coherente con sus principios, como lo explica Pablo
en los vv. 15-21.
Primero, Pablo señala que Pedro, junto con los demás
judíos cristianos, al
poner su fe en Cristo Jesús, habían reconocido que
la ley judía no podía
justificarlos ante Dios (15, 16). Si esto es así, el
corolario es que los judíos son
tan pecadores como los gentiles, sin nada que pueda
colocarlos en una mejor
posición frente a Dios. Dado que Pedro reconocía
totalmente este hecho, ya no
objetaba el relajamiento de las leyes ceremoniales
y, por tanto podríamos decir,
se comportaba como “un pecador de entre los
gentiles” en cuanto a las normas
de alimentación y la comunión en la mesa (17a).
Segundo, Pablo niega que este abandono de los ritos
judíos haga que el
evangelio de Cristo sea instrumento del pecado. Todo
lo contrario; sería una
seria transgresión si Pablo, habiendo dejado de lado
a través del evangelio
todos esos ritos, siguiera el ejemplo de Pedro y los
reinstaurara (17b, 18).
Tercero, en una de las declaraciones más profundas
realizadas en sus cartas,
Pablo afirma que es la ley misma, paradójicamente,
la que lo ha llevado a seguir
este curso de acción: Porque mediante la ley he muerto a la ley,
a fin de
vivir para Dios (19). ¡Estoy obedeciendo la ley, insiste Pablo,
cuando me
separo de ella! Es la ley misma la que me dice que
la destruya. ¿Cómo lo hace?
Quizá el Apóstol tiene en mente el hecho de que
Cristo, en la cruz, quedó bajo
la maldición de la ley, y que los cristianos han
muerto con él (cf. v. 20; 3:13;
<450601>450601>Romanos 6:1-4). Más probablemente, está dando un anticipo del
argumento que desarrollará en <480319>480319>Gálatas 3:19-25. Por su ministerio de
restricción y condenación, la ley nos lleva a la fe
en Cristo, quien a su vez nos
libera de la maldición y del poder de la ley.
Cuarto, el Apóstol deja perfectamente en claro lo
que lo ha motivado a hablar
con tanta dureza (20, 21). Es el valor de la muerte
de Cristo, y por lo tanto el
principio de la gracia, lo que está en juego. Si
vivimos para Dios, es sólo
porque hemos sido unidos al Cristo crucificado (ver
también <480614>480614>Gálatas 6:14).
El se dio por nosotros, y él hace posible la vida de
fe. Si los judaizantes
tuviesen razón, si podemos recibir la justicia
cumpliendo la ley, no habría
necesidad de la gracia, y la entrega de Cristo
habría sido en vano.
3:1—4:31 EL EVANGELIO DE PABLO
Existe cierto debate en cuanto a si el último
párrafo del capítulo anterior
(<480215>480215>Gálatas 2:15-21) es un resumen de lo que Pablo había
dicho a Pedro, o si
el Apóstol ha cambiado de interlocutor y se dirige
ahora a los gálatas en forma
directa. Parece muy posible que la sección refleje,
al menos hasta cierto punto,
las palabras de Pablo en Antioquía. Pero aunque
fuera una cita casi lit., es
seguro que Pablo tiene en mente las necesidades de
los gálatas y, por lo tanto,
el párrafo sirve de puente hacia la parte central de
la carta. En los caps. 3 y 4 el
Apóstol debe persuadirlos de que es la justificación
por la fe, no la observancia
de la ley, la que determina si son verdaderamente
hijos de Abraham.
La argumentación doctrinal consiste principalmente
en una larga sección que
comienza en <480306>480306>Gálatas
3:6 (ó 3:7) y finaliza en <480407>480407>Gálatas 4:7. El párrafo
introductorio (<480301>480301>Gálatas
3:1-5, ó 3:1-6) y una sección posterior (<480408>480408>Gálatas
4:8-20) parecen ser apelaciones a la propia
experiencia de los gálatas, aunque
deberíamos evitar una distinción demasiado rígida
entre los aspectos
intelectuales y los de la experiencia (p. ej. <480301>480301>Gálatas 3:1-5 no carece de
contenido doctrinal, mientras <480326>480326>Gálatas 3:26-29 centra la atención en lo que
los gálatas han experimentado en Cristo). Un párrafo
final (<480421>480421>Gálatas 4:21-
31) apela a la enseñanza de las Escrituras, aunque
el argumento de Pablo aquí
es bastante diferente de la forma en que usa el AT
en 3:6-14.
3:1-5 Apelación
inicial
El carácter fuertemente personal de la apelación
contenida en estos versículos
se ve claramente en las palabras: Sólo esto quiero saber de vosotros (2). Las
reflexiones de Pablo sobre la muerte de Cristo, y
particularmente sobre el
hecho de que la conducta de los gálatas es una
negación del valor de esa
muerte (<480221>480221>Gálatas
2:21), lo hacen comenzar con una batería de preguntas
formuladas en un tono altamente emocional (1, 2, 3a,
3b, 4a, 5). Dos veces
llama insensatos a los
gálatas; sugiere que han sido hipnotizados y que están
abandonando al Espíritu. En resumen, existe la
terrible posibilidad de que su
experiencia haya sido en vano, a pesar del hecho de
que por medio de la
proclamación del evangelio vieron a Jesús
crucificado ante sus propios ojos. (El
verbo que se traduce como padecisteis en el v. 4 podría tener el significado
algo más general de “experimentasteis” y de esta
forma, ser una referencia a las
poderosas manifestaciones del Espíritu.)
Es de especial interés observar los contrastes que
presenta Pablo en este
pasaje. En los vv. 2 y 5, hace una distinción entre las obras de la ley y el oír
con fe. Esta última expresión puede ser traducida de distintas formas,
como “el
oír que viene por fe”, “el oír que viene acompañado
de fe”, o, la que es
preferible, “el mensaje que produce [o demanda] fe”
(ver una expresión similar
en <451017>451017>Romanos 10:17). Aunque estas traducciones tienen
énfasis algo
diferentes, todas ellas comunican la idea central:
hay un marcado contraste
entre una vida de observancia de las normas judías y
el acto de creer el
mensaje del evangelio.
Pablo expresa el mismo contraste básico en forma
diferente en el v. 3:
Habiendo comenzado en el Espíritu, contra ¿... terminaréis en la carne?
DHH traduce así la segunda expresión: “¿... quieren
ahora terminar con
esfuerzos puramente humanos?” Esta traducción capta
con exactitud el
pensamiento, pero oscurece el contraste entre las
palabras “carne” y “Espíritu”
que es un tema recurrente en la carta (ver notas
sobre <480423>480423>Gálatas 4:23, 29;
5:13, 16-26; 6:8, 12). El punto destacable aquí es
que Pablo está comenzando
a agrupar una variedad de términos que constituyen
dos sistemas distintos, y
hasta contradictorios. A uno pertenecen las obras de
la ley, la carne, la
esclavitud, el pecado, la muerte; al otro, la fe, el
Espíritu, la herencia y la
promesa, la libertad y la calidad de hijos, la
justicia y la vida. El primer grupo
caracteriza el mundo malvado actual (<480104>480104>Gálatas 1:4); el segundo refleja la
llegada de la nueva época, la Jerusalén de arriba
(4:26).
Al escuchar el falso evangelio de los judaizantes,
los gálatas estaban negando su
propia experiencia verificable de haber recibido el
Espíritu Santo con todo su
poder y sus obras. Ellos deben entender que este
cambio representa un paso
hacia atrás. En lugar de vivir como hijos de la
época que vendrá, han regresado
a las cosas elementales de este mundo (cf. <480408>480408>Gálatas
4:8-10).
3:6—4:7
Argumentos básicos
El Apóstol continúa ahora presentando una serie de
argumentos
cuidadosamente razonados que se centran en la
relación entre la promesa a
Abraham y la entrega de la ley. El v. 6 podría ser
considerado el final del
párrafo introductorio o el comienzo de una nueva
sección. En cualquier caso
sirve como un comentario “puente” que destaca el
tema verdadero ante los
gálatas, es decir, cómo llegar a ser un hijo de
Abraham. Como Pablo
demuestra que la respuesta no puede ser por medio de
la observancia de la ley,
sino por medio de la fe (<480304>480304>Gálatas 3:4-14), surge otra pregunta inevitable:
¿Cuál, entonces, es la función de la ley (<480315>480315>Gálatas 3:15-25)?
3:6-14 La promesa dada a Abraham. La cita de <011506>011506>Génesis
15:6 se
convierte en factor clave para Pablo, y utilizará
nuevamente ese pasaje en
Romanos 4 donde amplía la significación de Abraham.
Lo que quiere decir es
simple: si Dios consideró justo a Abraham porque
éste creyó, entonces
seguramente los verdaderos hijos de Abraham son
aquellos que creen como él
creyó (cf. <450411>450411>Romanos 4:11, 12). Además, Pablo toma otra cita de
Génesis
que hace hincapié en la importancia de la vida de
Abraham para los gentiles: En
ti serán benditas todas las naciones (<011818>011818>Génesis 18:18; 22:18; cf.
<011203>011203>Génesis 12:3; 26:4; 28:14). Es como si el evangelio de la libertad
que
predica Pablo hubiera sido predicado ya desde mucho
antes que viniera Cristo.
Luego de identificar el carácter de la relación de
Dios con Abraham (6-9), el
Apóstol continúa presentando una proposición
negativa en los vv. 10-14: la
justificación debe venir por la fe y no por la ley,
porque la ley no puede
justificar. El argumento central se encuentra en los
vv. 11 y 12, y se apoya con
dos citas, una de Habacuc y otra de Levítico La
primera (<350204>350204>Habacuc 2:4) se
traduce generalmente (como en la RVA), el justo vivirá por la fe. (La
expresión gr. utilizada por Pablo, aunque no así el
correspondiente texto heb.
del AT que él cita, puede traducirse también como
“el [que es] justo por la fe,
vivirá”). Este pasaje es fundamental para la
enseñanza de Pablo. Por cierto, la
cita sirve como el tema básico a partir del cual
escribió Romanos
(<450116>450116>Romanos 1:16, 17).
Dado que el texto heb. puede traducirse más
naturalmente como “el justo vivirá
por su fidelidad”, algunos han argumentado que Pablo
está citando mal el AT,
con lo que parece estar instando a la obediencia a
la ley de Dios. Sin embargo,
<350204>350204>Habacuc 2:4 es en sí misma una clara alusión a <011506>011506>Génesis 15:6 (ambos
pasajes usan las raíces heb. básicas para las
palabras justicia y fe/fidelidad).
Quizá el profeta haya tenido en mente la totalidad
de la vida “llena de fe” de
Abraham, incluyendo la disposición del patriarca
para sacrificar a Isaac, pero
seguramente esa vida debe ser considerada como un resultado
del acto inicial
de fe. Aunque en el cap. 3 Pablo no desarrolla las
implicaciones éticas de la fe,
se deduce claramente de <480513>480513>Gálatas 5:13— 6:10 (y de Romanos 6—8) que él
consideraba la vida de obediencia (fidelidad) como
inseparable de la fe que
justifica. El Apóstol no utiliza <350204>350204>Habacuc 2:4 para propósitos que contradicen
al original. Hasta podría argumentarse que su
teología de la fe y la justicia tienen
su origen en la dependencia de Habacuc del modelo de
Abraham.
También es problemática la forma en que Pablo parece
poner a <350204>350204>Habacuc
2:4 en oposición con <031805>031805>Levítico
18:5, “el que hace estas cosas vivirá por
ellas”, con la inferencia de que “la ley no se basa
en la fe” (lit., “la ley no es de
la fe”). Sin lugar a dudas, el Apóstol reconoce un
contraste fundamental entre la
administración mosaica y el ministerio del evangelio
(cf. <470306>470306>2 Corintios 3:6-
18). Pero, ¿significa esto que considera que la ley
en sí misma se opone al
principio de la fe? Por cierto que no, como lo deja
en claro el contexto del cap.
3, especialmente el v. 21. El enfoque de este pasaje
es el papel que desempeña
la ley en la obtención de la herencia, la justicia y
la vida abrahámica (ver
especialmente el v. 18). La ley sería
contradictoria, en efecto, del principio de
la fe si su propósito fuera el de justificar. En
otras palabras, fueron los mismos
judaizantes (muy posiblemente apelando a <031805>031805>Levítico 18:5 para basar su
oposición) quienes pusieron en bandos opuestos a la
ley y a la promesa,
diciéndoles a los gentiles que para recibir la
promesa de Abraham debían
someterse a la observación de la ley.
De cualquier forma, Pablo utiliza el contraste entre
estos dos textos
(<350204>350204>Habacuc 2:4 y <031805>031805>Levítico
18:5) como prueba de que la ley no puede
ofrecer justicia. No obstante, el argumento se
refina aun más con otras dos
citas (vv. 10 y 13). La primera es de <052726>052726>Deuteronomio 27:26 que echa una
maldición sobre todo aquel que no cumple todas las
obras de la ley (en otras
palabras, la ley maldice en lugar de justificar). La
segunda cita es de
<052123>052123>Deuteronomio 21:23, que Pablo toma como anticipo de la obra de
Cristo,
que llevó nuestra maldición. No debemos
desesperarnos ante la incapacidad
de la ley para justificar y su poder para maldecir.
Cristo, a través de
su muerte, nos libró (redimió) de esa maldición, y como consecuencia concretó
la promesa abrahámica por medio del Espíritu (14).
3:15-25 El lugar de la ley. Luego de expresarse más bien negativamente en
cuanto a la ley, Pablo pudo haber sentido la
necesidad de extenderse
explicando la forma en que la ley se aplica en los
propósitos de Dios. ¿Cuál es,
en realidad, la relación entre ella y la promesa
dada a Abraham? Su respuesta
subraya el hecho de que la ley es tanto posterior al pronunciamiento de la
promesa (15-18) como anterior al cumplimiento de la promesa (19-25).
Primero, entonces, el Apóstol destaca que el pacto
de la ley fue dado por Dios
más de cuatro siglos después de establecido el pacto
abrahámico. (La palabra
que se traduce como pacto significa también “testamento”, pero fue usada en la
LXX para traducir la palabra heb. que significa
“pacto”. Si Pablo intentaba
presentar un doble significado, es difícil de
determinar.) Lo que quiere decir es
claro: es inconcebible que el pacto posterior
anulara el anterior. Pero eso es
verdaderamente lo que la ley haría si pudiera
ofrecer la herencia de otra forma
que no fuera por una promesa dada por gracia. La
enseñanza de los
judaizantes, en efecto, crea un conflicto
insuperable entre ambos pactos (17).
La herencia es recibida por la gracia o por las
obras de la ley; y dado que es
recibida por gracia, no puede ser recibida por las
obras de la ley (18; cf.
<450405>450405>Romanos 4:5). En el curso de su argumentación Pablo recuerda a los
gálatas algo que ellos (y probablemente hasta los
judaizantes) aceptaban, eso
es, que la promesa a la descendencia de Abraham se
cumple en Cristo (16).
Este punto será muy importante en la argumentación
que sigue.
Segundo, Pablo destaca que la ley vino antes que, y
en cierto sentido preparó
el camino para, el cumplimiento de la promesa
(19-25). El punto principal aquí
es el carácter temporario de la ley mosaica. Fue
dada por un período, hasta la
venida de la descendencia: Cristo (19). Una vez que
la realidad de la fe vino en
la persona de Cristo, la función de supervisión que
tenía la ley cesó (25). En
lugar de contradecir la promesa, la ley sirvió a los
propósitos de Dios,
manteniendo “presos” o “reservados” a sus súbditos
pecadores, custodiándolos
y limitándolos en forma muy similar a la que, en el
mundo romano, el
paidagogos (esclavo encargado de supervisar a los niños)
corregía a quienes
estaban bajo su cuidado. (La palabra gr. paidagogos aparece en los vv. 24 y
25, como tutor). En otras palabras, la
administración mosaica estaba
subordinada al pacto abrahámico y, en efecto,
preparó a quienes estaban bajo
ella para la manifestación del evangelio. Esta idea
es elaborada con mayor
detalle en <480401>480401>Gálatas
4:1-7.
El carácter subordinado de la función de la ley se
presenta de diversas maneras
en el v. 19. Primera, fue dada (o “añadida”), es decir, no fue el pacto original.
Segunda, fue dada por causa de las transgresiones, lo cual puede significar
que la ley tenía el fin de limitar el pecado, o más
probablemente, de traer a la
luz las transgresiones (<450319>450319>Romanos 3:19, 20; 4:13-15; 5:13) y aun
aumentarlas (en el sentido de <450520>450520>Romanos 5:20; 7:7-11). Tercera, fue
promulgada por medio de ángeles, por mano
de un mediador, lo cual
sugiere cierta inferioridad con respecto al pacto
abrahámico (la significación
precisa del v. 20 no es clara, aun después de muchas
discusiones y estudios
por parte de los eruditos). En resumen, la ley no
puede impartir vida, no puede
justificar. Lejos de anular el carácter de gracia de
la promesa, la ley promueve
los propósitos de Dios y nos enseña a morir a esa
ley (<480219>480219>Gálatas 2:19) para
poder ser justificados por fe.
3:26—4:7 Conclusión: los verdaderos hijos. La palabra hijos (gr. huioi)
en el v. 26 es una palabra clave que había sido
introducida en el mismo
comienzo de esta importante sección (v. 7, en DHH
“descendientes”). Esta es
una clave importante para comprender la lógica del
argumento de Pablo.
Podemos pensar en los vv. 26-29 como una
recapitulación de ese argumento.
Pero así como un compositor no hace una mera
repetición de un tema al final
de un movimiento sinfónico, del mismo modo, aquí
Pablo no se conforma con
hablar de la condición de hijos de Abraham. En
cambio, toma la idea y la lleva
un paso más adelante: todos sois hijos de Dios (concepto que ampliará en
<480401>480401>Gálatas 4:1-7). Otros temas prominentes de este capítulo están
entretejidos
en este pasaje: la promesa (14), la herencia (18) y
la fe en Jesucristo (22).
Como un comentarista antiguo dijera con referencia
al v. 29: “La declaración
del v. 7 se ve ahora extensamente sustanciada y
ampliada por 22 versículos del
más profundo, más variado y más abarcador
razonamiento que existe en la
totalidad de las obras del Apóstol” (C. J. Ellicot, A Critical and Grammatical
Commentary on St. Paul’s Epistle to the
Galatians [J. W. Parker and Son,
1854, p. 72]).
Además, otros dos temas importantes son planteados
aquí por primera vez.
Primero, la unidad en Cristo. Por supuesto, la
noción de que el evangelio ha
derribado la división entre los judíos y los
gentiles (cf. <490211>490211>Efesios 2:11-18)
subyace todo lo que Pablo dice en esta carta. En el
v. 28, sin embargo, el
Apóstol expresa esta verdad en forma enérgica,
destacando que otras
divisiones (esclavo/libre; hombre/mujer) tampoco
tienen peso alguno en nuestra
posición ante Dios. Aunque este versículo ha sido
usado y se ha abusado de él
en un intento por desarrollar una ética cristiana,
no podemos darnos el lujo de
ignorar su gran significado en relación con el tema
que estamos tratando.
Especialmente en nuestra época, en que nos hemos
vuelto muy conscientes del
poder destructivo del prejuicio (ya sea basado en la
identidad étnica, la
posición social, o el sexo), deberíamos gozarnos en
este evangelio que no da
lugar a las preferencias en lo espiritual, y
aprender a conducirnos en una forma
que declare esa verdad ante un mundo confundido.
El segundo tema que se hace explícito aquí es el de
la unión con Cristo. La idea
ya fue sugerida en la gran importancia que Pablo
asigna a la fe en Cristo, pero
se refuerza con la referencia a ser bautizados en
Cristo y revestidos de él (27;
cf. <450601>450601>Romanos
6:1-4; 13:14; <490424>490424>Efesios 4:24; <510310>510310>Colosenses
3:10),
también por la declaración de que somos uno en
Cristo (28), y por el
comentario final de que pertenecemos a Cristo (29).
No es posible exagerar la
importancia de esta doctrina para la enseñanza de
Pablo; esto es lo que da
coherencia a todo lo que dice sobre la salvación.
Comenzamos a ver más
claramente por qué Pablo habló de Cristo como la
descendencia: somos
descendencia de Abraham en la medida que disfrutamos
de unión y solidaridad
con la descendencia.
Una lectura superficial de <480401>480401>Gálatas 4:1-7 podría sugerir que el Apóstol está
comenzando una nueva sección. En realidad, esta es
parte de la conclusión de
su argumento doctrinal. Consiste en una ilustración
que aclara lo que fue dicho
anteriormente sobre la función de supervisión que
cumplía la ley. Lo que es más
importante, el pasaje sirve para llevar al clímax la
doctrina sobre la condición
de hijos.
La figura del paidagogos (utilizada
en <480324>480324>Gálatas 3:24, 25, en el gr.) da lugar
a la de guardianes y mayordomos en 4:2. Dado que éstos son los que están
verdaderamente a cargo del niño, el hijo no difiere
demasiado del esclavo en un
aspecto muy importante: la posesión de la herencia.
El niño tiene que esperar a
que se cumpla la disposición soberana del padre en
el día señalado. Aquí el
énfasis sigue estando en los israelitas (los que estaban bajo la ley, v. 5), pero
ahora Pablo introduce un nuevo término gr., stoicheia (principios
elementales, v. 3; ver también el v. 9) que le permite extender
la referencia a
los gentiles también. El punto parece ser que así
como los paganos están
sujetos a algunos principios elementales de
ceremonial, también en cierto
sentido lo estaban los judíos. (Algunos eruditos
apoyan la alternativa de que
este término se refiere a poderes angélicos y
demoníacos; cf. <510218>510218>Colosenses
2:18-20.)
De cualquier modo, esta condición similar a la de un
esclavo continuó hasta el
momento del cumplimiento, cuando el Hijo de Dios se
convirtió en hombre y se
sujetó a la misma ley para poder liberarnos y
hacernos hijos (4, 5). En este
punto el Apóstol reintroduce el tema del Espíritu,
con el que había apelado
inicialmente a los gálatas (<480303>480303>Gálatas 3:3; cf. también <480314>480314>Gálatas 3:14 y
posiblemente la referencia al bautismo en <480327>480327>Gálatas 3:27). Sólo que ahora el
significado del Espíritu está directamente
relacionado con la doctrina de la
condición de hijos. Dado que hemos recibido el
Espíritu del Hijo de Dios,
nuestros corazones saben que Dios es nuestro Padre y
que somos herederos
plenos. Nótese cuidadosamente cómo estas ideas son
ampliadas en
<450814>450814>Romanos 8:14-17, 26, 27.
4:8-31 Nuevas
apelaciones
Aunque en un sentido estricto Pablo ya ha concluido
su argumentación
doctrinal, desea reforzar su enseñanza apelando
tanto a la experiencia de los
gálatas (8-20) como al testimonio de la misma ley
(21-31).
4:8-20 Apelación a la experiencia de los gálatas. Los vv. 8-11 recuerdan
a los gálatas su vida en el paganismo. Este pasaje
es una especie de puente
hacia el próximo (12-20), pero sería un error
considerarlo meramente de
transición y no apreciar que viene después de una
fuerte afirmación (7). El
punto central de este párrafo es el atemorizante
hecho de que los gálatas, que
realmente han gustado de la época por venir (4),
estaban volviendo a la
esclavitud. El contraste se hace más notorio por el
concepto de “conocer a
Dios”: sus prácticas anteriores pueden ser
explicadas por el hecho de que no
conocían a Dios, pero esa conducta es inconcebible
ahora que lo conocen.
Pablo entonces apoya sus palabras destacando que en
lugar de decir que los
gálatas han conocido a Dios, es mejor decir que han sido conocidos por Dios,
ya que él fue el que inició y estableció la
relación. Este breve párrafo termina
con una declaración llena de tristeza (11), que hace
recordar a <480202>480202>Gálatas 2:2
y 3:4, y que lleva naturalmente a la sección que
sigue, de un carácter más
personal.
Los vv. 12-20 no son fáciles de entender. El pasaje
se oscurece con alusiones
a acontecimientos con los cuales los gálatas estaban
familiarizados pero de los
que nosotros no sabemos nada. Además, el lenguaje de
Pablo es emotivo y
abreviado. El v. 16 parece sugerir que hubo cierta
comunicación entre Pablo y
los gálatas después de que se hiciera sentir la
amenaza judaizante. Además, las
palabras no me habéis hecho ningún agravio (12) son naturalmente
entendidas como una respuesta a algo que puede haber
sido dicho por los
gálatas. Por otra parte, la explícita referencia de
los vv. 13-15 implica que
Pablo también tiene en mente los inicios de la
evangelización de los gálatas: “En
ese momento, aunque yo no era un judaizante, sino
que me había vuelto como
ustedes, lejos de agraviarme, me recibieron muy
bien.”
Aunque es difícil ordenar los detalles de este
pasaje, el punto básico es
bastante claro. La actitud de los gálatas hacia
Pablo había cambiado
notoriamente. Si sólo recordaran sus primeros
contactos con él —tanto su
enfermedad como la actitud amorosa de ellos hacia el
Apóstol— seguramente
reconsiderarían su actual conducta. Ese
comportamiento, en cierta forma, es
resultado del obrar de algunas personas que quieren
que los gálatas les presten
atención exclusivamente a ellos, alejando de esa
forma la influencia de Pablo
(17). Los gálatas deberían considerar cuidadosamente
los motivos de estas
personas (por lo que el v. 18, una expresión
difícil, puede traducirse de
diversas maneras).
Pablo concluye esta sección con otra punzante declaración
(19, 20). Su dolor
emocional en el trato con los gálatas sólo puede
compararse con los dolores de
parto. Entonces, con una mezcla deliberada de
metáforas, el Apóstol identifica
la necesidad más básica de ellos, es decir, que
Cristo sea formado en ellos. En
otras palabras, deben ser transformados a la imagen
de Cristo (<450829>450829>Romanos
8:29). El corazón de pastor de Pablo se revela en
estas palabras y en su intenso
deseo de visitarlos para poder hablarles cara a
cara.
4:21-31 Apelación al testimonio de la Torah. El tratamiento de este pasaje
como una nueva apelación —y por lo tanto, no como
parte del argumento
básico— sugeriría que el párrafo no es demasiado
importante. Por cierto,
algunos ven la ironía del v. 21 como una evidencia
de que Pablo en realidad no
quiere decir lo que está diciendo. La verdad, sin
embargo, es que la historia de
Sara y Agar juega un papel muy importante en el
esfuerzo de Pablo por
persuadir a los gálatas. Además, la distinción
específica entre Ismael e Isaac se
volverá crucial a medida que el Apóstol elabora su
doctrina en Romanos (cap.
9, especialmente los vv. 6-12). Aun así, es correcto
reconocer que este relato
de Génesis no es el fundamento de su punto de vista sobre la justificación, una
doctrina que fue claramente explicada en el capítulo
anterior. Hasta puede
darse el caso que el relato haya sido traído a
colación por los mismos
judaizantes, y que Pablo tuviera que responder a él
(no obstante, esta
sugerencia no puede probarse).
Se ha discutido mucho sobre el significado del v.
24: En estas cosas hay
una
alegoría. Pablo utiliza la palabra gr. allegoroumena, por lo cual una
traducción más lit. sería: “Estas cosas fueron
escritas alegóricamente”, o “estas
cosas pueden ser interpretadas alegóricamente”. Es
seguro que Pablo no está
haciendo uso del método alegórico hecho famoso por
Filón de Alejandría, que
restaba mucha importancia (o incluso negaba) al
carácter histórico de la
narrativa del AT, y que servía como vehículo para
formular complejos sistemas
filosóficos. En vista del significado algo
específico que el término “alegoría”
tiene hoy en las mentes de muchas personas (la
palabra gr. podía ser utilizada
en varias formas, más generales), probablemente
utilizarlo para describir lo que
Pablo está haciendo en este pasaje llevaría a
conclusiones erróneas.
Por otra parte, no hay duda de que aquí el Apóstol
ve algo que no es parte de
lo que generalmente llamamos “el significado
histórico” de un pasaje. El autor
de la narrativa de Génesis, hasta donde sea posible
saber, no estaba buscando
distinguir entre dos pactos, ni intentaba describir
la relación entre judaizantes y
gentiles. ¿Está Pablo, entonces, utilizando en forma
errónea el AT?
Es importante tener en cuenta que en toda la
historia de la redención pueden
verse patrones claros en las formas en que se
desarrollan los acontecimientos.
Quizá el más obvio sea el de “la búsqueda de la
comprobación, que resulta en
desobediencia”, que podemos ver claramente en Adán,
y en los israelitas en el
desierto, el cual es quebrado por Jesús al ser
tentado. Especialmente
importante resulta la distinción entre lo natural y
lo sobrenatural, es decir, lo que
los seres humanos tienden a hacer con sus propias
fuerzas, en contraste con
aquello en que dependen del poder de Dios para
llevarlo a cabo. Ese principio
se comunica muchas veces en la historia bíblica, y
la historia de Ismael e Isaac
es un ejemplo muy claro. Seguramente, Dios le estaba
enseñando a su pueblo a
depender de él para su salvación. ¿Qué podría ser
más apropiado que tomar
ese principio y aplicarlo a la controversia en
Galacia?
Algunos eruditos prefieren utilizar el término
“tipología” en lugar de “alegoría”
para referirse al método que Pablo usa aquí. El
punto es que, lejos de minimizar
el relato para servir a los intereses de la teología,
la historia se considera como
una encarnación de esa teología y, por lo tanto, una
anticipación de
acontecimientos posteriores que serán
manifestaciones más completas del
principio en cuestión. Además, algunos sugieren que
aunque el autor humano de
Génesis no tuviera en mente lo que Pablo rescata del
pasaje, el autor divino sí
lo tenía. Es verdad que puede abusarse de este
enfoque para justificar toda
clase de malas interpretaciones, pero sin duda es
cierto que un Dios
omnisciente (sin hablar de su capacidad de conocer
las cosas que sucederán)
ve claramente las implicaciones de los
acontecimientos en formas que los seres
humanos de esa época no pueden siquiera imaginar.
Para Pablo no podía ser
una coincidencia que el relato del Génesis tuviera
puntos tan importantes de
coincidencia con el tema de los judaizantes. Estas
correspondencias se
presentan en forma de contrastes: Agar/Sara;
esclava/libre; pacto del
Sinaí/(nuevo) pacto; Jerusalén actual/Jerusalén de
arriba; Ismael/Isaac;
nacimiento común (según la carne)/nacimiento por la
promesa/Espíritu;
perseguidor/perseguido; desechado/heredero.
De varias ideas interesantes que implican estos
contrastes, al menos dos
requieren especial atención. Primera, nótese la
referencia a la Jerusalén actual
en contraste con la Jerusalén de arriba (25, 26). Es
claro que el pensamiento de
Pablo está fuertemente influido por un punto de
vista “escatológico” (de los
últimos días) de la historia bíblica, según el cual
la venida de Cristo traerá la
época futura. El tema ya surgió en 1:4 y subyace
tales pasajes sobre el
“cumplimiento”, como <480323>480323>Gálatas
3:23-25 y 4:4 (cf. también <461001>461001>1
Corintios
10:11).
Segunda, nótese el contraste entre carne y
promesa/Espíritu en los vv. 23 y 29.
(DHH traduce correctamente el concepto griego de
“carne” como “según las
leyes de la naturaleza”, aunque a expensas del
contraste teológico.) Ese
contraste fue presentado por primera vez en 3:4 (ver
el comentario sobre ese
versículo), por lo que es significativo que esta
sección central de la carta
comience y termine con tal referencia. Estas
expresiones están fuertemente
relacionadas con la manera en que el evangelio
entiende “los últimos días”. La
carne —es decir, la naturaleza humana caída que obra
en sus propias fuerzas
naturales— es la característica distintiva de la era
actual. El Espíritu Santo, por
otra parte, inaugura la era futura, de manera que
hasta puede decirse que los
cristianos están sentados en lugares celestiales (<490206>490206>Efesios 2:6; cf.
<500320>500320>Filipenses 3:20; <510301>510301>Colosenses 3:1-4). La importancia ética de este
contraste se desarrolla más profundamente en <480513>480513>Gálatas 5:13-26.
5:1—6:10 MANDATOS DE PABLO
Como es común en sus cartas, Pablo sigue a una
sección doctrinal con un
conjunto de llamados a la acción. Es un tema de discusión
si esta sección
comienza en <480501>480501>Gálatas
5:1, 2 o en 5:13. Es seguro que los vv. 1-12 incluyen
mucho contenido doctrinal, y no debe ignorarse el
hecho de que el tema central
en estos versículos es la circuncisión. Existe, sin
embargo, un notable cambio de
tono a partir del v. 2 (el v. 1 sirve como puente y
podría fácilmente ser visto
como la conclusión del cap. 4). El tema no reviste
gran importancia.
¿Cómo reconcilia Pablo todas sus declaraciones
negativas sobre la ley con los
muchos mandatos que se encuentran en la carta?
¿Existe una incongruencia
básica en la teología de Pablo cuando parece alentar
a los gálatas a cumplir la
ley (<480514>480514>Gálatas 5:14), o cuando dice que deberíamos hacer
cosas contra las
cuales no hay ley (<480523>480523>Gálatas
5:23)? Debemos tener esto en cuenta al tratar
de comprender su enseñanza.
5:1-12 Acerca
de la circuncisión
La solemne declaración del v. 2 (cf. <480221>480221>Gálatas
2:21), combinada con el
atemorizante vocabulario del v. 4 (cf. <480106>480106>Gálatas
1:6), indican no solamente
que la circuncisión no tiene poder positivo, sino
que para los gálatas, en
realidad, es dañina. Desde una perspectiva es
indiferente si uno está
circuncidado o no (nótese el v. 6 y los paralelos en
6:15 y <460701>460701>1 Corintios
7:19). Que un gentil se sometiera a la circuncisión
como señal de sumisión a la
ley sería malo y fatal en sí mismo.
Pablo apoya sus enérgicas afirmaciones en dos
formas. Primera, en el v. 3
argumenta que el acto inicial de la circuncisión
implica un compromiso de hacer
todo lo que la ley dice (cf. <590210>590210>Santiago
2:10, 11). Cualquiera que confíe en
sus propias obras necesita comprender que Dios
demanda perfección
(<400548>400548>Mateo 5:48). El judaísmo de la época de Pablo,
hablando en general, no
comprendía totalmente este concepto. Muchas
interpretaciones rabínicas
consistían en intentos de relajar las estrictas
demandas de los mandatos
bíblicos, con la consecuencia inevitable de que las
personas pensaban que
podían verdaderamente satisfacer las demandas de
Dios con sus propios
esfuerzos.
Segunda, en los vv. 5 y 6 Pablo sostiene que la
verdadera experiencia cristiana
se caracteriza por la fe. Esta es una fe de sólida
expectativa: anhela
ansiosamente la demostración final de la justicia de
Dios, cuando su verdad
será reivindicada y su pueblo recibirá el veredicto
final de “inocente”. También
es una fe generada y sostenida por la presencia del
Espíritu; una vez más, Pablo
hace hincapié en el papel crucial que desempeña el
Espíritu Santo en la vida del
cristiano. Por último, esta fe está trabajando
activamente por medio del
ministerio del amor (el verbo gr. del v. 6, energeo, actúa o “trabajo”). “En toda
esta epístola, y en realidad en todas las de Pablo,
no existe afirmación más
importante para revelar su idea fundamental sobre la
naturaleza de la religión”
(E. de Witt Burton, A Critical and Exegetical Commentary on
the Epistle
to the Galatians [T. & T. Clark, 1921], p. 279). No debemos
pensar que la
oposición entre fe y obras que plantea Pablo
signifique que la fe sea pasiva. Por
el contrario, la fe hace posible el verdadero
trabajo. Este principio prepara el
camino para los mandatos contenidos en los vv.
13-26.
Pero antes de pasar a ellos, Pablo debe lanzar otra
apelación personal. En gran
parte, los vv. 7-12 son un ataque a la oposición. Los
judaizantes están
haciendo tropezar a los gálatas. Sus enseñanzas, que
funcionan como levadura,
son incompatibles con el llamado divino. Pablo
confía en que serán juzgados y
hasta pronuncia el deseo de que sean mutilados
(posiblemente, una alusión a las
prácticas de mutilación de los paganos en Asia
Menor, pero muy posiblemente,
también, una referencia a la castración, la cual,
dicho sea de paso, descalificaba
a los hombres judíos para el servicio como
sacerdotes). En el v. 11 también se
defiende de la aparente acusación de ser
incongruente, y de apoyar la
circuncisión cuando le conviene (quizá en alusión a
haber hecho circuncidar a
Timoteo; <441601>441601>Hechos
16:1-3).
El “negativismo” de este pasaje no debería ocultar
cuál es el propósito principal
de Pablo. El desea expresar su confianza en los
gálatas. La respuesta inicial de
ellos al evangelio (corríais bien, v. 7; cf. <480413>480413>Gálatas 4:13-16) lo anima a creer
que ellos no pensarán de ninguna otra manera (10). La única razón por la
que han vacilado es a causa de la influencia externa
de los judaizantes, así que
el Apóstol se consuela con el hecho de que había
buenas evidencias del
carácter genuino de la fe de los gálatas. (Cf. también las palabras de aliento de
<580609>580609>Hebreos 6:9-12 después de las firmes palabras al comienzo de ese
capítulo.)
5:13-26 Acerca
del amor
Aquel que llamó a los gálatas en la gracia (8; cf. <480106>480106>Gálatas
1:6) los llamó a
ejercer los derechos y disfrutar de las bendiciones
de la libertad (13a). Pablo
sabe, no obstante, que la libertad puede convertirse
en libertinaje, por lo cual
debe dejar perfectamente en claro cuáles son las
altas obligaciones de aquellos
que han sido liberados. En este pasaje el Apóstol
describe con cierto detalle
tanto el abuso de la libertad como su uso correcto.
Se abusa de la libertad cuando se la convierte en un
pretexto para la
carnalidad (13b; lit., “pretexto para la carne”). Pablo es muy
específico sobre
el tipo de conducta que tiene en mente. En los vv.
19-21 ofrece incluso una lista
de las obras de la carne. Estas acciones parecen estar reunidas en cuatro
grupos: inmoralidad sexual, idolatría, disensiones y
falta de dominio propio. La
mayoría de los pecados que Pablo incluye pertenecen
a la tercera categoría, lo
cual sugiere que los gálatas eran especialmente
susceptibles a caer en pecados
que involucraban las relaciones interpersonales.
Esto es confirmado por el
hincapié que el Apóstol hace sobre ese problema. En
el v. 15 habla sobre el
peligro de que se destruyan entre sí: Si os mordéis y os coméis los unos a los
otros. Y al final del párrafo agrega otra advertencia sobre la vanidad y
la
envidia (26).
Las implicaciones de esta conducta deberían ser bien
conocidas por los gálatas:
el Apóstol ya les había advertido en una ocasión
anterior que los que hacen
tales cosas no heredarán el reino de Dios (21). Era verdaderamente irónico
que estos cristianos, que fueron seducidos por un
mensaje de que debían
guardar la ley, cayeran en un comportamiento que
contradecía abiertamente su
fe. Su énfasis en la carne (lit., por la
circuncisión, pero lo que es más
importante, por su dependencia en sus propios
esfuerzos) los llevaba a realizar
las obras de la carne en otro sentido. Nuestros
esfuerzos por agradar a Dios en
nuestras propias fuerzas sólo causan comportamientos
pecaminosos (ver sobre
3:4).
Pablo aclara también cuál es el uso correcto de la
libertad: servíos [lit., sed
esclavos] los unos a los otros por medio del amor, porque toda la ley se ha
resumido en un solo precepto: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo (13c,
14). El principio de una fe activa (6) ahora se ha
desarrollado. Y en la misma
forma en que ha hecho una lista de las obras de la
naturaleza pecaminosa,
ahora especifica la clase de conducta que fluye de
la comunión con el Espíritu
Santo (22, 23). Es importante observar que el fruto
del Espíritu aquí detallado
consiste principalmente de actitudes y acciones que
fortalecen las relaciones
interpersonales, precisamente la gran debilidad de
los gálatas. Las cualidades
de gozo y paz probablemente no se refieran a emociones subjetivas, sino a la
forma en que nos relacionamos con los demás. Aun la
palabra fe podría ser
entendida como “fidelidad”, una vez más, en las
relaciones interpersonales.
También se subraya la bondad y la paciencia.
Pero ¿cómo logramos estas metas? Como cristianos,
muchas veces
desearíamos que hubiera fórmulas instantáneas que
solucionaran nuestros
problemas espirituales. El material bíblico se
resiste a tal actitud. Pero si existe
algún pasaje que suene similar a una fórmula para la
santificación, es
<480516>480516>Gálatas 5:16: Digo, pues: Andad en el Espíritu y así jamás satisfaréis
los malos deseos de la carne. Como Pablo explica en el siguiente versículo, el
Espíritu y la carne (la naturaleza pecaminosa) se
excluyen mutuamente. Por lo
tanto, si estamos ocupados agradando al primero, no
agradaremos a la última.
Nótese, además, que los mandatos de Pablo (el
“imperativo”) están enraizados
en los hechos de nuestra experiencia cristiana (el
“indicativo”). La razón por la
que podemos cobrar aliento en nuestra vida cristiana
es que al colocar nuestra
fe en Cristo le dimos un golpe mortal al poder de la
carne (24; cf.
<450601>450601>Romanos 6:1-4). Por eso, si nuestra vida procede del Espíritu, lo
más
apropiado —en realidad, lo que debemos hacer— es
conducirnos según su
guía.
Finalmente, nótese cómo este pasaje nos ayuda a
comprender un poco mejor
la enseñanza de Pablo sobre la ley. Aunque
anteriormente pronunció durísimas
palabras sobre el uso de la ley como medio para
ganar la herencia, no
cuestiona su valor como revelación de lo que es la
voluntad de Dios para
nosotros. Si nuestra vida es regida por el Espíritu,
no estamos sujetos al poder
condenatorio de la ley, y en consecuencia, no
tenemos por qué temerle. Por
tanto, es correcto que “cumplamos” la ley (14), realizando
aquellos actos que la
ley no condena (23). Aquí hay verdadera libertad.
6:1-10 Acerca
de las cargas
Luego de presentar una imagen elevada de la vida
cristiana, Pablo trata ahora la
posibilidad muy real del pecado (1). Aunque el
principio de vivir en el Espíritu
no es un mero idealismo, el Apóstol sabía
perfectamente que los creyentes
habrán de vacilar, y quizá haya temido que los
gálatas respondieran duramente
a uno de ellos que no lograra cumplir las altas
metas recién descriptas. Por lo
tanto, señala que si ellos son espirituales (es decir, si tienen al Espíritu Santo y
son guiados por él), deben responder con espíritu de mansedumbre, siempre
conscientes de que cada uno de nosotros es
susceptible de ser tentado.
En los vv. 2 y 3 Pablo continúa el pensamiento pero
lo generaliza un tanto.
Restaurar a un creyente que ha pecado es sólo un
ejemplo de la obligación más
amplia que tienen los creyentes de llevar los unos
las cargas de los otros.
Cualquiera que resista esta obligación, pensando que
está por encima de esas
debilidades humanas, se está engañando a sí mismo.
En una notable e irónica
alusión a la preocupación de los gálatas por las
leyes judías, Pablo describe el
acto de llevar las cargas de los demás como un
cumplimiento de la ley de
Cristo. Lo más posible es que esta noción deba ser
relacionada con 5:14, el
mandato del amor. Es claro que la maravillosa
libertad por la cual Pablo ha
luchado durante su ministerio, y especialmente en
esta carta, no implica el
abandono de las obligaciones morales.
La preocupación de Pablo porque los gálatas fueran
conscientes de las cargas
y debilidades de los demás, sin embargo, podría
llevar a un sentimiento de
superioridad y así al pecado de jactancia. Por ello,
en los vv. 4 y 5 recuerda
que es adecuado y necesario que el examen sea
solamente de uno mismo, para
evaluarse; es decir, que uno debe mirar a las
debilidades de los demás sólo por
compasión, no para comparación (cf. <471001>471001>2
Corintios 10:12-18). En ese
sentido, cada uno debe llevar su propia carga. Podríamos
parafrasearlo así: “Si
quieres gloriarte, sólo mírate a ti mismo; no seas
como el fariseo que se
compara con el publicano, sino usa los parámetros de
Dios, y entonces verás
que el gloriarse sólo puede ser en Dios” (cf. v. 14; <460102>460102>1 Corintios 1:26-31).
Con el v. 6 el Apóstol cambia de tema (aunque sí
quizá tenga alguna relación
con el llevar las cargas mutuamente): el de la
responsabilidad de cubrir las
necesidades de los obreros cristianos. Aunque es
posible que Pablo tenga en
mente algo más que el dinero (toda cosa buena), el verbo comparta (gr.
koinoneo) se utiliza en otro lugar por Pablo para hablar de las
contribuciones
materiales (ver <451213>451213>Romanos
12:13; 15:27; <500415>500415>Filipenses 4:15; el sustantivo se
usa en forma similar en <451526>451526>Romanos 15:26; <470804>470804>2 Corintios 8:4; 9:13). Ser
mezquinos al dar, ya sea en lo económico o en otra
área, es como burlarse de
Dios. Pero en realidad, Dios no puede ser burlado (7), y si dedicamos
nuestros recursos para sembrar para la carne, es
decir, satisfacer a nuestra
naturaleza pecaminosa en lugar de satisfacer al
Espíritu Santo, recibiremos lo
que merecemos (8; cf. <470906>470906>2 Corintios 9:6).
El Apóstol concluye esta sección de la carta con un
resumen de cómo espera
que actúen los gálatas (9, 10). En cada oportunidad
debemos realizar el
esfuerzo de hacer lo que es bueno, y estar
especialmente alertas para satisfacer
las necesidades de la comunidad cristiana. Aunque
puede haber muchas cosas
que nos desanimen en el camino, debemos cobrar ánimo
frente a la seguridad
de que Dios defenderá a su pueblo. En el momento
apropiado, seguramente
cosecharemos la plenitud de la benignidad de Dios.
6:11-18 EPILOGO
Este párrafo final expresa fuertes emociones,
destacadas tanto al comienzo (11)
como al final (17). Era costumbre de Pablo agregar
una nota de su puño y letra
(cf. <530317>530317>2 Tesalonicenses 3:17; posiblemente esto fuera hecho
como una
garantía contra las falsificaciones, <480202>480202>Gálatas 2:2). No obstante, al hablar del
gran tamaño de sus letras —un comentario que no
repite en ninguna otra
carta— agrega considerable intensidad al pasaje. Es
inútil especular sobre si
este comentario nos dice algo sobre el estado de su
vista o sobre su posición
social. En cambio, tiene un propósito emotivo: “La
osadía de la escritura a
mano se corresponde con la fuerza de las
convicciones del Apóstol. El tamaño
de sus letras llamará la atención de sus lectores
aunque no lo quieran”
(Lightfoot).
En forma similar, Pablo apela a las emociones de los
gálatas cuando menciona
las marcas de Jesús que lleva en su propio cuerpo (17). Quizá aludiendo
una
vez más a las acusaciones de falsedad (ver <480110>480110>Gálatas 1:10; 5:11), les
recuerda a sus lectores y a sus opositores que su
afirmación no es vana. Las
heridas que ha sufrido por su fidelidad a Cristo son
las pruebas más claras de
que los gálatas no tienen por qué dudar de sus
motivos. Como lo han señalado
algunos comentaristas, la batalla contra los
judaizantes continúa hasta el mismo
final de la carta.
Pero esta batalla da un nuevo giro en los vv. 12-14
ya que aquí Pablo hace
explícito lo que hasta ahora ha estado bajo la
superficie (cf. especialmente
<480417>480417>Gálatas 4:17, 18). En resumen, el Apóstol va directamente al
grano,
desenmascarando las intenciones de los judaizantes.
La verdadera razón por la
cual tanto insisten en circuncidar a los gálatas es
que, temiendo ser perseguidos,
quieren tener el visto bueno en la carne, es decir,
exteriormente. Por medio de
un fuerte juego de palabras Pablo llama la atención
al hecho de que el rito de la
circuncisión se realiza en la carne (física), y esa
es una clara indicación de que
los judaizantes viven en el ámbito de la carne (en
el sentido en que fue usada la
palabra en <480303>480303>Gálatas
3:3; 4:23, 29; 5:13, 16-26; 6:8; en otras palabras, en
oposición al Espíritu). A pesar de lo que dicen, su
obediencia a la ley es,
cuando menos, selectiva; su verdadero propósito es
poder jactarse de haber
dejado una marca en la carne de los cristianos
gálatas.
En este punto el Apóstol introduce uno de los temas
más importantes que se
repite en sus cartas: el gloriarse en Cristo. La
señal más clara de incredulidad es
que se descubra que tenemos la tendencia a
gloriarnos en nosotros mismos,
cuando el único fundamento legítimo para gloriarse
es Dios (ver especialmente
<450511>450511>Romanos 5:11; <460102>460102>1 Corintios 1:29-31; <471001>471001>2
Corintios 10:17;
<490209>490209>Efesios 2:9; <500303>500303>Filipenses 3:3). Aquí, Pablo es más específico. Se
gloriará
sólo en la cruz, instrumento por medio del cual
Pablo ha sido separado del
mundo. Tal como lo sugiere <510220>510220>Colosenses 2:20, el mundo se refiere a las
ordenanzas externas (cf. <480409>480409>Gálatas
4:9, 10), pero naturalmente incluye al
pecado (<480524>480524>Gálatas
5:24) y a la vieja naturaleza (<480220>480220>Gálatas 2:20; cf.
<450606>450606>Romanos 6:6). Aquellos que por fe están unidos a Cristo comparten
su
muerte en la cruz y de esta forma son separados del
poder del pecado.
Esta confesión del v. 14 lleva, en el versículo
siguiente, a una repetición del
principio enunciado en <480506>480506>Gálatas 5:6, pero esta vez la conclusión es
sorprendente. En ambos pasajes se dice que la
circuncisión y la incircuncisión
no tienen valor. Lo que tiene valor, según <480506>480506>Gálatas 5:6, es la fe que actúa
por medio del amor; aquí en el v. 15 es la nueva
criatura (o “la nueva creación”,
como también es correcto traducirlo), una idea que
se desarrolla en <470501>470501>2
Corintios 5:17. Una vez más Pablo nos recuerda el
carácter escatológico (de
cumplimiento) del mensaje del evangelio (ver sobre <480425>480425>Gálatas 4:25, 26). Lo
que es aun más notable, el mismo principio se repite
en <460701>460701>1 Corintios 7:19,
pero allí, en vez de fe o “nueva criatura”, lo
valioso es “guardar los
mandamientos de Dios”, una afirmación que nos ayuda
a poner en perspectiva
las declaraciones “negativas” que Pablo hace sobre
la ley en Gálatas
De cualquier modo, este principio de la nueva
criatura (o la fe que actúa por
medio del amor) es la verdadera regla por la cual debemos andar (16). El
verbo anden es el mismo que se utiliza en <480525>480525>Gálatas 5:25. Es claro que Pablo
desea que comprendamos que la regla que debemos
seguir es la conducta
dirigida por el Espíritu, descrita arriba. Y esto no
es de extrañarse, ya que el
Espíritu Santo es la más clara manifestación de la
nueva creación.
Aquellos que andan así reciben una bendición final
muy especial de paz y
misericordia (16), a lo que Pablo agrega: y sobre el Israel de Dios. Según
algunos, Pablo llama la atención no sólo hacia la
iglesia, sino a la nación étnica
de Israel como receptoras de la bendición formulada.
Pero si esa nación,
compuesta tanto por creyentes como por no creyentes,
puede verdaderamente
disfrutar de paz y misericordia, Pablo aparentemente estaría contradiciendo la
esencia de su mensaje: los verdaderos descendientes
de Abraham son aquellos
que creen en Cristo y han sido liberados de la ley.
En este sentido, es
probablemente correcta la traducción que hace la BJ:
“Lo mismo que para el
Israel de Dios.” En este caso se puede apreciar la
fuerza del argumento contra
los judaizantes: el verdadero Israel vive guiándose
por un principio diferente del
de la sujeción a la ley mosaica.
El saludo y bendición final del v. 18 es,
aparentemente, nada más que una
variante del habitual saludo con que Pablo cierra
sus cartas. No obstante, hay
una notable diferencia: el agregado de la palabra hermanos en una posición
que le otorga mayor énfasis, al final. Esto es
totalmente inesperado y revela el
corazón intensamente pastoral de Pablo. En efecto,
esta sola palabra suaviza la
severidad de la carta entera al destacar la
confianza de Pablo en que los gálatas
son verdaderamente pueblo de Dios y que, por lo
tanto, responderán a la
verdad como deben hacerlo (cf. <480304>480304>Gálatas
3:4; 5:10).
Que todo lector de esta carta reconozca la gracia de
Cristo, la libertad del
evangelio y el poder del Espíritu. Y que todos
tengamos en cuenta las
circunstancias en las que Dios nos ha colocado, de
modo que nuestra fe
realmente actúe por medio del amor en las vidas de
quienes nos rodean.
Moisés Silva
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