Aimée Cabrera.
Cuando se conversa con quienes aman y
respetan a Dios pero no lo conciben dentro de una imagen, tienen razón.
El Dios Padre es descrito en el Antiguo
Testamento con títulos sustitutivos como El Altísimo, El Creador, El
Señor, El Padre o El Todopoderoso.
Algunos de estos títulos son utilizados también en el Nuevo Testamento y, a
modo general se ve la diferencia entre creyentes cuando no le dicen al Supremo
Dios sino El Señor.
De todas formas, es bueno reflexionar sobre
este tema porque sin proponérselo unos u otros tienen la tendencia de caer en
la intolerancia o en el fanatismo. Los que piden a un Santo porque lo veneran y
no piden que éste interceda ante Dios o El Señor, es tan reprobable como el que se cierra a
entender que lo importante es tener en la vida al Omnipotente como el Creador,
como lo más importante. Atrás deben quedar cuestiones de índole doctrinales que
no deben desunir y si acercar a todos los creyentes, si bien El no los juzga y
desde el momento que los creó, los ama.
La imagen del Padre es, más que algo
necesario para algunos, algo rutinario. Quienes lo veneran con respeto, lo
llaman en momentos en que no pueden recurrir a las tan criticadas imágenes entonces,
en ese momento puede venir cualquier pensamiento junto al poder de la oración,
o ante el solo pensar que se conversa con Él; los pesares desaparecen y el
desesperado se reconforta.
En ese grupo están los que oran mientras
caminan por las calles, temerosos de lo peor cuando se encaminan a un hospital,
o a una casa para ver a un enfermo grave o, cuando tienen otros problemas de
difícil solución, ellos han tenido la experiencia de mitigar el pesar con solo
mirar parte de la Creación.
Las flores, las plantas en general, los
animales, los adultos con los pequeños, el mar o el cielo son indicadores de
que Él está junto a nosotros y nos muestra algo de lo hermoso que nos rodea
para que sepamos que está ahí donde quizás,
no habíamos tenido tiempo de reparar, inmersos en la impaciencia y en las tensiones diarias.
Hasta fenómenos destructivos como pueden ser
la lluvia o el viento excesivos, el desbordamiento de las aguas o un fuego en
el bosque pueden tener su encanto en el momento en que se aprecian o pasado el
mal momento cuando se ve una foto, porque pertenecen a la naturaleza que es
Divina.
Dios,
que es similar a decir el Señor, no ha
dejado de estar presente en cada ser humano, crea o no en Él. Su presencia yace
en el corazón de cada ser humano capaz de recrearse en las bellezas de la Madre
Naturaleza que es, sin dudas, Él creador, quien es capaz de vivir en cada persona a través del
Amor, por eso es perfecto en su grandeza, por eso no cabe en una imagen, he ahí
su inmensidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario