viernes, 22 de noviembre de 2013

HOMENAJE DESLUCIDO


                                     Aimée Cabrera.
El sábado 16 de noviembre se conmemoró el 494 Aniversario de la Fundación de la capital cubana, llamada antes Villa de San Cristóbal de La Habana, la cual fue proclamada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982.
En los principales diarios no aparecieron trabajos que realzaran la historia y el acontecer de la Habana y sus ciudadanos. Sólo aparecieron pequeñas reseñas en el Juventud Rebelde del 16 donde se enfatizó la carrera Marabana-Maracuba y en el Tribuna, órgano del Comité Provincial del Partido, donde se informó, como la efeméride fue recordada por los asistentes a la tercera sesión ordinaria de la Asamblea Provincial del Poder Popular.
El Maratón “por la vida”.
La fecha de la fundación sirvió más bien de pretexto. Esta carrera en la que participaron deportistas cubanos  y pueblo en general, contó además con la presencia de amantes de esta prueba atlética de resistencia de una treintena de países. Como en cada celebración comenzaron temprano por la mañana, en las inmediaciones de la  Avenida Prado y  Calle San José, área cercana al Capitolio habanero.
El céntrico espacio del recorrido tuvo los consabidos desvíos del tránsito habituales para este evento desde el sábado, lo que afectó a quienes residen, trabajan o pasean por esta zona.  El transporte urbano que de hecho no es capaz de cumplir con la demanda de la población resultó caótico en ambas jornadas.
Lo importante fue, como es de suponer,  la presencia de extranjeros que permitieron llenar las arcas directivas con entradas que nunca llegarán a las instituciones y escuelas deportivas, muchas necesitadas de urgente mantenimiento.
Homenaje politizado.
Miembros del Buró Político y  de la Asamblea Provincial del Poder Popular recordaron la fundación de  la Habana con palabras de elogio para el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler quien, en agradecimiento disertó sobre la historia de la capital.
Los delegados de las comisiones de trabajo reunidas el viernes destacaron el papel de la “eficiencia y exigencia en la ejecución del presupuesto “. El cuidado de los recursos asignados y el control fueron otros de los temas tratados; además de analizar la situación de los insuficientes subsidios y las construcciones y remozamientos de viviendas que solo han beneficiado a unas 2 mil familias cuando aún quedan miles sin esperanzas de tener un techo propio donde vivir.
El pueblo a lo suyo.
La Habana despertó el 16 con una población cansada de que la manipulen, la cual aprovechó la cobertura de que la mayoría no trabajaba  ni estudiaba ese día y se encaminaron hacia la parte histórica de la ciudad para participar de las tradiciones propias de esa conmemoración.
Rutas de ómnibus urbanos como el P5, la 27 o la 16 que tienen varias paradas en la Avenida del Puerto transportaron a cientos de cubanos que desde bien temprano dedicaron su tiempo a celebrar, a su manera, el aniversario de fundación. En la parada del Castillo de la Fuerza se bajaban quienes iban directo al final de la fila que conducía a la ceiba, cada vez más larga.
El Templete.
 El Templete es una edificación de marcado carácter histórico, situada en la Plaza de Armas de la Habana Vieja. Su construcción data de 1827, y es el lugar donde se cree, se fundó la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1519.
Según la opinión de especialistas, esta fue la primera construcción neoclásica  habanera, la cual tiene la forma de templo dórico griego. Su fachada está formada por un pórtico de seis columnas donde se aprecia una inscripción conmemorativa de la inauguración. En los jardines se encuentra plantada  una ceiba que, aunque no es la original se le rinde culto y respeto por su carácter sagrado, sobre todo para quienes profesan religiones de origen africano.
Todos los años cada víspera del 16 de noviembre, fecha en que fue fundada la ciudad, el lugar es testigo de una peregrinación de cientos de habaneros que dan tres vueltas a la ceiba y echan una moneda a sus raíces y en silencio, formulan un deseo, con esperanzas de que se cumpla. Otros temerosos de que no haya transporte a altas horas de la noche y la madrugada acuden una vez que amanece.
Este año los que llegaron bien temprano tuvieron suerte. “Llegamos a las 7 (de la mañana) y ya a las 8 estábamos en la casa”- comenta una devota de Orishaoko (protector de la labranza que representa a la tierra y es simbolizado con la ceiba)  residente en el municipio Playa. Otros no fueron afortunados. La fila de personas estaba bien larga poco antes de las 10 am. El sol molestaba a quienes no portaban sombrillas y apenas había área con sombra en las inmediaciones.
En varios momentos, los que estaban en la fila permanecieron buen rato parados porque se priorizaron a los grupos de turistas extranjeros para que hicieran su entrada al Templete y escucharan las explicaciones de guías y expertos.
La casi totalidad de las cafeterías y restaurantes que circundan el Templete ofertan sus comestibles en divisas o moneda convertible CUC. Los cuentapropistas vendedores de golosinas tuvieron demanda entre los que demoraron más de lo habitual, Acostumbrados a llevar frascos reciclados con agua de la que consumen en sus casas, casi todos iban preparados para las calamidades.
Sombrillas, agua, abanicos, hojas de periódicos para sentarse y alimentos frugales aparecieron a cada momento de bolsos y mochilas de las cientos de personas que se decidieron a echar monedas y tocar con afán el tronco de la ceiba para alcanzar deseos y proyectos.
San Cristóbal.
Los católicos celebran la festividad de San Cristóbal, Patrono de la Habana, cuya imagen se encuentra en la Catedral, con diversas actividades más bien locales porque todo lo relacionado con la religión no goza del apoyo gubernamental como para que esta tenga un impacto citadino.
La leyenda señala a Réprobo, hombre alto y fuerte que sirvió a muchos reyes pero un día conoció a un ermitaño que le habló de Cristo. A partir de este encuentro fue bautizado con el nombre de Cristóbal cuyo significado es “Portador de Cristo”.
Entonces decidió retirarse a la orilla de un río, para ayudar a quienes debían pasarlo. Un día se le presentó un niño, cuando lo cargó sintió que pesaba mucho y se hundía; cuando llegaron a la otra orilla le comunicó al niño que le había pesado mucho, como si llevara el mundo, a lo que el niño respondió: “No cargabas el mundo sino al Creador del mundo. Yo soy Jesucristo a quien sirves con tu trabajo”. Este momento fue decisivo en la vida de Cristóbal quien se dedicó en adelante a llevar la Buena Noticia a toda persona.
En “la Habana de todos los cubanos” el sincretismo pone su nota folclórica y hasta humorística. La Catedral de La Habana dedicó un espacio al Santo patrono ubicado sobre una plataforma con escalera a la cual podían subir los que quisieron hacerle peticiones, mientras que otros prefirieron pararse debajo, frente a San Cristóbal.
Los turistas no cesaban de hacer fotos. Los niños subían con los padres y demoraban, al igual que adultos que no se acostaron por no haber espacio cerca del Santo, en una devoción que rayaba en el fanatismo. Otros más modernizados demoraron el momento  ansiado por quienes hacían la fila y tiraron fotos  con sus teléfonos celulares.
Se volvieron a ver y a saludar personas que fueron a la ceiba y después pasaron por la iglesia. Muy pocos invirtieron el orden razón por la cual no pudieron estar presentes en la misa solemne de las 10 am dedicada a la Clausura del Año de la Fe, presidida por el Cardenal  Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, u otras misas y bendiciones que se sucedieron en la Catedral, en la tarde del 16. El pueblo, a su manera, trató de pasarla lo mejor posible convirtiendo una celebración religiosa en su propia y humilde fiesta, alejada del centralismo estatal.




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