Aimée
Cabrera.
El sábado 16 de noviembre se conmemoró el 494
Aniversario de la Fundación de la capital cubana, llamada antes Villa de San
Cristóbal de La Habana, la cual fue proclamada Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO en 1982.
En los principales diarios no aparecieron
trabajos que realzaran la historia y el acontecer de la Habana y sus
ciudadanos. Sólo aparecieron pequeñas reseñas en el Juventud Rebelde del 16
donde se enfatizó la carrera Marabana-Maracuba y en el Tribuna, órgano del
Comité Provincial del Partido, donde se informó, como la efeméride fue
recordada por los asistentes a la tercera sesión ordinaria de la Asamblea
Provincial del Poder Popular.
El Maratón “por la vida”.
La fecha de la fundación sirvió más bien de
pretexto. Esta carrera en la que participaron deportistas cubanos y pueblo en general, contó además con la
presencia de amantes de esta prueba atlética de resistencia de una treintena de
países. Como en cada celebración comenzaron temprano por la mañana, en las
inmediaciones de la Avenida Prado y Calle San José, área cercana al Capitolio
habanero.
El céntrico espacio del recorrido tuvo los
consabidos desvíos del tránsito habituales para este evento desde el sábado, lo
que afectó a quienes residen, trabajan o pasean por esta zona. El transporte urbano que de hecho no es capaz
de cumplir con la demanda de la población resultó caótico en ambas jornadas.
Lo importante fue, como es de suponer, la presencia de extranjeros que permitieron
llenar las arcas directivas con entradas que nunca llegarán a las instituciones
y escuelas deportivas, muchas necesitadas de urgente mantenimiento.
Homenaje politizado.
Miembros del Buró Político y de la Asamblea Provincial del Poder Popular recordaron
la fundación de la Habana con palabras
de elogio para el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler quien, en
agradecimiento disertó sobre la historia de la capital.
Los delegados de las comisiones de trabajo
reunidas el viernes destacaron el papel de la “eficiencia y exigencia en la
ejecución del presupuesto “. El cuidado de los recursos asignados y el control
fueron otros de los temas tratados; además de analizar la situación de los
insuficientes subsidios y las construcciones y remozamientos de viviendas que
solo han beneficiado a unas 2 mil familias cuando aún quedan miles sin
esperanzas de tener un techo propio donde vivir.
El pueblo a lo suyo.
La Habana despertó el 16 con una población
cansada de que la manipulen, la cual aprovechó la cobertura de que la mayoría
no trabajaba ni estudiaba ese día y se
encaminaron hacia la parte histórica de la ciudad para participar de las
tradiciones propias de esa conmemoración.
Rutas de ómnibus urbanos como el P5, la 27 o
la 16 que tienen varias paradas en la Avenida del Puerto transportaron a
cientos de cubanos que desde bien temprano dedicaron su tiempo a celebrar, a su
manera, el aniversario de fundación. En la parada del Castillo de la Fuerza se
bajaban quienes iban directo al final de la fila que conducía a la ceiba, cada
vez más larga.
El Templete.
El
Templete es una edificación de marcado carácter histórico, situada en la Plaza
de Armas de la Habana Vieja. Su construcción data de 1827, y es el lugar donde se
cree, se fundó la Villa de San Cristóbal de La Habana en 1519.
Según la opinión de especialistas, esta fue
la primera construcción neoclásica
habanera, la cual tiene la forma de templo dórico griego. Su fachada
está formada por un pórtico de seis columnas donde se aprecia una inscripción
conmemorativa de la inauguración. En los jardines se encuentra plantada una ceiba que, aunque no es la original se le
rinde culto y respeto por su carácter sagrado, sobre todo para quienes profesan
religiones de origen africano.
Todos los años cada víspera del 16 de
noviembre, fecha en que fue fundada la ciudad, el lugar es testigo de una
peregrinación de cientos de habaneros que dan tres vueltas a la ceiba y echan
una moneda a sus raíces y en silencio, formulan un deseo, con esperanzas de que
se cumpla. Otros temerosos de que no haya transporte a altas horas de la noche
y la madrugada acuden una vez que amanece.
Este año los que llegaron bien temprano
tuvieron suerte. “Llegamos a las 7 (de la mañana) y ya a las 8 estábamos en la
casa”- comenta una devota de Orishaoko (protector de la labranza que representa
a la tierra y es simbolizado con la ceiba)
residente en el municipio Playa. Otros no fueron afortunados. La fila de
personas estaba bien larga poco antes de las 10 am. El sol molestaba a quienes
no portaban sombrillas y apenas había área con sombra en las inmediaciones.
En varios momentos, los que estaban en la
fila permanecieron buen rato parados porque se priorizaron a los grupos de
turistas extranjeros para que hicieran su entrada al Templete y escucharan las
explicaciones de guías y expertos.
La casi totalidad de las cafeterías y
restaurantes que circundan el Templete ofertan sus comestibles en divisas o
moneda convertible CUC. Los cuentapropistas vendedores de golosinas tuvieron
demanda entre los que demoraron más de lo habitual, Acostumbrados a llevar
frascos reciclados con agua de la que consumen en sus casas, casi todos iban
preparados para las calamidades.
Sombrillas, agua, abanicos, hojas de
periódicos para sentarse y alimentos frugales aparecieron a cada momento de
bolsos y mochilas de las cientos de personas que se decidieron a echar monedas
y tocar con afán el tronco de la ceiba para alcanzar deseos y proyectos.
San Cristóbal.
Los católicos celebran la festividad de San
Cristóbal, Patrono de la Habana, cuya imagen se encuentra en la Catedral, con
diversas actividades más bien locales porque todo lo relacionado con la
religión no goza del apoyo gubernamental como para que esta tenga un impacto
citadino.
La leyenda señala a Réprobo, hombre alto y fuerte
que sirvió a muchos reyes pero un día conoció a un ermitaño que le habló de
Cristo. A partir de este encuentro fue bautizado con el nombre de Cristóbal
cuyo significado es “Portador de Cristo”.
Entonces decidió retirarse a la orilla de un
río, para ayudar a quienes debían pasarlo. Un día se le presentó un niño,
cuando lo cargó sintió que pesaba mucho y se hundía; cuando llegaron a la otra
orilla le comunicó al niño que le había pesado mucho, como si llevara el mundo,
a lo que el niño respondió: “No cargabas el mundo sino al Creador del mundo. Yo
soy Jesucristo a quien sirves con tu trabajo”. Este momento fue decisivo en la
vida de Cristóbal quien se dedicó en adelante a llevar la Buena Noticia a toda
persona.
En “la Habana de todos los cubanos” el sincretismo
pone su nota folclórica y hasta humorística. La Catedral de La Habana dedicó un
espacio al Santo patrono ubicado sobre una plataforma con escalera a la cual
podían subir los que quisieron hacerle peticiones, mientras que otros
prefirieron pararse debajo, frente a San Cristóbal.
Los turistas no cesaban de hacer fotos. Los
niños subían con los padres y demoraban, al igual que adultos que no se
acostaron por no haber espacio cerca del Santo, en una devoción que rayaba en
el fanatismo. Otros más modernizados demoraron el momento ansiado por quienes hacían la fila y tiraron
fotos con sus teléfonos celulares.
Se volvieron a ver y a saludar personas que
fueron a la ceiba y después pasaron por la iglesia. Muy pocos invirtieron el
orden razón por la cual no pudieron estar presentes en la misa solemne de las
10 am dedicada a la Clausura del Año de la Fe, presidida por el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana,
u otras misas y bendiciones que se sucedieron en la Catedral, en la tarde del
16. El pueblo, a su manera, trató de pasarla lo mejor posible convirtiendo una
celebración religiosa en su propia y humilde fiesta, alejada del centralismo
estatal.
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