Cuando este 26 de febrero se celebre el tercer servicio religioso en
la Prisión de Jóvenes de Villa Clara «El Pre»,
Ulises Lacaba (foto abajo a la derecha al centro) tampoco podrá participar. A pesar de haber
sido de los primeros en solicitar la asistencia religiosa no fue incluido en la
pequeña muestra de los reclusos privilegiados con esta atención en las dos
primeras experiencias. Esta vez le resultará totalmente imposible,
hospitalizado como se encuentra en la enfermería de la prisión Guamajal a la
que fue trasladado luego de los daños físicos, morales y psicológicos a los que
fue sometido por parte del ¿reeducador? Eddy Chivás con la anuencia del segundo
jefe de la prisión Andrés Sosa.
Al
centro, Ulises Lacaba a quien se le negó la participación en la actividad religiosa
en la penitenciaria del Pre.
Estoy convencido que todo se debe a la denuncia realizada en mi blog
Cubano Confesante cuando el pasado 20 de diciembre publiqué el post «Buenas y Malas noticias de la
Capellanía Carcelaria Evangélica, por fin en Cuba». Además de explícitamente denunciar su nombre entre los excluidos a este servicio
publiqué una foto suya en la prisión junto a su esposa y uno de sus compañeros
mostrando algunas porciones cristianas que yo mismo les entregué aprovechando
el espacio de una visita familiar.
Todo se concretó cuando el pasado viernes 22 una «inspección» de la
Delegación Provincial se presentó en el penal y solicitó inquietudes de parte
de los reclusos. Ecuánime y con todo respeto, Ulises intentó presentar algunas
de las millares de quejas que él y sus compañeros viven en estos infiernos. Sin
respetar siquiera la presencia de la Psicóloga provincial de la Delegación,
Anita, con grado de mayor del MININT, Eddy Chivás, el «reeducador» no se pudo
contener y arremetió allí mismo sus primeros abusos de poder contra Ulises.
Pero lo peor vino al día siguiente cuando la inspección ya no estaba. Con la
aprobación de Andrés Sosa, el segundo jefe de la prisión, Chivás sació su
ensañamiento y ofreció escarmiento al resto de los reclusos para que otro día
no se atrevan a denunciar lo mal hecho ante ninguna inspección pues como él
mismo dice «ellos se van y ustedes son los que se quedan».
Ulises fue trasladado a los «cubículos», las temidas celdas de castigo
donde se aísla a los castigados en pestilente, húmedo y oscuro espacio que solo
ofrece lugar a una persona, donde se da el de pie a los prisioneros a las 5 am
quitándoles sus colchones para devolvérselos solo a las 7pm. Por supuesto,
alejado del resto de los compañeros de prisión casi siempre el estreno en estas
mazmorras es una paliza como la que en este caso propinó Chivás a Ulises,
dejándole en tal estado físico, psíquico y moral que según se comenta, Ulises,
quien por lo general es un joven alegre y optimista, como se le puede apreciar
en la foto, intentó suicidarse.
Todos los reclusos del Destacamento 11 saben y dan fe de la tortura a
Ulises. Algunos, como Jeikel Peña Díaz, también excluido de los servicios
religiosos, a pesar de haberlos solicitado,
no se pudieron contener en el momento de la inspección y salieron en su
defensa, lo cual la propia Anita, la Psicóloga con grado de Mayor presenció sin
lamentablemente adoptar alguna medida que evitase todo lo que vino después.
Ojalá que al menos en este tercer servicio religioso de la Capellanía
Evangélica Cubana se eleve una oración en favor de la curación de las heridas
psíquicas y físicas de Ulises, el siempre ausente. Pero recuérdese que al igual
que se trata de un servicio para un pequeño número escogido de reclusos, los
capellanes son también sometidos a un severo proceso de escrutinio, entre los
cuales yo por ejemplo no puedo estar, y estos, más que para ejercer la compasión,
están para cuidar este minúsculo espacio que se les ha concedido y que sirve
para que el gobierno se jacte de que por fin en Cuba tenemos libertad
religiosa, aún en las prisiones.
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