¿Cree
que por no ser suficientemente bueno Dios no lo salvará? ¿Piensa o
siente que la salvación es para todos menos para usted? Entonces
este texto está especialmente inspirado en Ud.
Si
Dios entregó a su Hijo por usted, ¡no va a quitarle la salvación!
Si Cristo dio su vida por usted, ¡no va cambiar de opinión ni
condenarlo!
La
epístola de Romanos, más que una explicación teológica de la
gracia redentora de Dios, es una carta de consuelo y aliento dirigida
sobre todo a aquellos los que no conocen que la generosa gracia de
Dios es superior a cualquier pecado.
La
gracia divina
En
teología cristiana se entiende por gracia divina o gracia
santificante un favor o don gratuito concedido por Dios para ayudar
al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo, como
también se entiende el acto de amor unilateral e inmerecido por el
que Dios llama continuamente las almas hacia Sí.
En
el Antiguo Testamento implica en primer lugar una actitud generosa de
benevolencia gratuita por parte de Dios que se concreta luego en los
bienes materiales que el beneficiado de tal gracia obtiene. Es decir,
señala por un lado la humildad del receptor y la gratuidad del don.
De ahí expresiones del tipo: “si he hallado gracia ante tus ojos…”
(Génesis
34:11; Éxodo
3:21; 11:3;
12:36;
Números
32:5, etc.).
En otras ocasiones incluye la recompensa (Deuteronomio
28:1-2)
aunque el favor de Dios sigue considerándose no obligado y gratuito.
La
desgracia mundana
Muchas
personas han elaborado el concepto erróneo de que si Dios existe es
un Dios implacable producto de las miserias de este Mundo y que está
solo a la espera de que le desobedezcan para enviar un juicio
devastador sobre las personas, asimismo otros creen que su juicio
será por méritos y no por el hecho de si has creído o no en él.
Las
peores desgracias ocurridas al Mundo provienen de aquellos que han
intentado hacer del Mundo un lugar mejor sin cambiar el corazón del
hombre, de los que han querido transformar el medio y la sociedad a
través de la fuerza y la imposición sorteando la Gracia Divina, sin
cambiar el gruñir de una obligación en un servicio amoroso y
entusiasta, ni tampoco las lágrimas y la culpabilidad de nuestros
fracasados esfuerzos por la emoción y la alegría eterna de los
placeres ofrecidos por Dios.
Sin
una verdadera relación con Dios es imposible conocer su gracia y su
carácter inmutable y amoroso lo que hace que valga la pena vivir la
vida.
Entonces,
¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra
nosotros? Romanos 8:31
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