Raúl Rivero Madrid
Con el indulto de 3.000 mil presos, el gobierno cubano le pone una cenefa de calidez humana a la alfombra tendida para el papa Benedicto XVI, que visitará la isla en la primavera de 2012. Pero el Vaticano puede dormir tranquilo. El próximo Sumo Pontífice, el que asuma la Jefatura de la Iglesia católica después del cardenal Ratzinger, si quiere viajar a La Habana tiene garantizado también su regalo de prisioneros, porque a las leyes no les han cambiado ni una línea y acaban de mandar a prisión a tres opositores pacíficos.
El Papa y sus acompañantes sabrán que detrás de la endomingada comitiva oficial que les dará la bienvenida en Cuba hay en una pequeña multitud de fantasmas (desgonzados y agradecidos) que recibieron la libertad para potenciar el octanaje del combustible de su avión privado.
El gesto supera en 2.700 hombres encarcelados el obsequio que se le hizo, en 1998, al papa Juan Pablo II. Y se empareja con una absolución, hecha 20 años antes, que incluía sólo a presos por delitos políticos.
La clave para abrir la sociedad y poner al país en la vía del desarrollo y el progreso no es, desde luego, hacer una liberación selectiva y dejar intactos los decretos y resoluciones arbitrarios y surrealistas que mantienen superpobladas en torno a unas 300 prisiones del cabo de San Antonio a la Punta de Maisí.
La gente quiere vivir y decidir su destino. Es difícil amanecer cada día con la pesadumbre de que el porvenir depende de la instalación de un capitalismo de pan con timba controlado por la inepta raza de totalitarios que lleva 53 años instalada en el poder, un largo periodo que le ha servido para especializarse en promesas internas y en funciones de teatro para el exterior.
Los cubanos necesitan libertades para trabajar, pensar, informarse, organizar sus partidos políticos y reconstruir la nación. Lo dicen y lo reclaman los opositores en las cuatro esquinas de la nación, acosados por la represión y las golpizas. Y es el centro del susurro sigiloso en los sitios donde el miedo todavía dirige el tono de la voz.
Ya se publicó en la Gaceta Oficial la lista con los nombres del coro de reclusos que brillará por su ausencia en la recepción del Papa. En la reserva quedan 66 presos políticos y otros 60.000 ciudadanos.
Ellos esperaron el año nuevo en una cárcel.
Con el indulto de 3.000 mil presos, el gobierno cubano le pone una cenefa de calidez humana a la alfombra tendida para el papa Benedicto XVI, que visitará la isla en la primavera de 2012. Pero el Vaticano puede dormir tranquilo. El próximo Sumo Pontífice, el que asuma la Jefatura de la Iglesia católica después del cardenal Ratzinger, si quiere viajar a La Habana tiene garantizado también su regalo de prisioneros, porque a las leyes no les han cambiado ni una línea y acaban de mandar a prisión a tres opositores pacíficos.
El Papa y sus acompañantes sabrán que detrás de la endomingada comitiva oficial que les dará la bienvenida en Cuba hay en una pequeña multitud de fantasmas (desgonzados y agradecidos) que recibieron la libertad para potenciar el octanaje del combustible de su avión privado.
El gesto supera en 2.700 hombres encarcelados el obsequio que se le hizo, en 1998, al papa Juan Pablo II. Y se empareja con una absolución, hecha 20 años antes, que incluía sólo a presos por delitos políticos.
La clave para abrir la sociedad y poner al país en la vía del desarrollo y el progreso no es, desde luego, hacer una liberación selectiva y dejar intactos los decretos y resoluciones arbitrarios y surrealistas que mantienen superpobladas en torno a unas 300 prisiones del cabo de San Antonio a la Punta de Maisí.
La gente quiere vivir y decidir su destino. Es difícil amanecer cada día con la pesadumbre de que el porvenir depende de la instalación de un capitalismo de pan con timba controlado por la inepta raza de totalitarios que lleva 53 años instalada en el poder, un largo periodo que le ha servido para especializarse en promesas internas y en funciones de teatro para el exterior.
Los cubanos necesitan libertades para trabajar, pensar, informarse, organizar sus partidos políticos y reconstruir la nación. Lo dicen y lo reclaman los opositores en las cuatro esquinas de la nación, acosados por la represión y las golpizas. Y es el centro del susurro sigiloso en los sitios donde el miedo todavía dirige el tono de la voz.
Ya se publicó en la Gaceta Oficial la lista con los nombres del coro de reclusos que brillará por su ausencia en la recepción del Papa. En la reserva quedan 66 presos políticos y otros 60.000 ciudadanos.
Ellos esperaron el año nuevo en una cárcel.
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