Pero Jesús los llamó y les dijo:
—Sabéis que los que son tenidos por príncipes de los gentiles se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero no es así entre vosotros. Más bien, cualquiera que anhele hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y cualquiera que anhele ser el primero entre vosotros será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Aconteció que, mientras él estaba orando aparte, sus discípulos estaban con él, y les preguntó diciendo:
—¿Quién dice la gente que soy yo? Respondiendo ellos dijeron:
—Unos, que Juan él Bautista: otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas ha resucitado.
Y les dijo:
—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Entonces Pedro respondiendo dijo:
—El Cristo de Dios. Pero él les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Y les dijo:
—Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y que sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y que resucite al tercer día.
MARCOS 10:42-45; LUCAS 9:18-22
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