La historia del Dr. Robert Dick Wilson es un testimonio extraordinario de lo digna de confianza que es la Biblia. La erudición de Wilson, todavía no superada en muchos sentidos, dio al Mundo una evidencia irrefutable de que el Antiguo Testamento es un documento preciso y digno de confianza. Robert Wilson nació en 1856 en Pensilvania. En 1886 recibió el grado de doctor. Siguió sus estudios en el Seminario Teológico Western en Pittsburgh, seguidos de dos años en Alemania en la Universidad de Berlín.
A su llegada a Alemania, el profesor Wilson tomó la decisión de dicar su vida al estudio del Antiguo Testamento. Relata así su decisión: “Tenía yo veinticinco años en aquel entonces, y creía, de acuerdo con la duración de vida de mis antepasados, que llegaría a los setenta; por tanto me quedaban cuarenta y cinco años para trabajar. Dividí ese período en tres partes. Los primeros años para dedicarla al estudio de los idiomas necesarios. Los segundos quince años los dedicaría al texto de Antiguo Testamento. Y reservé los últimos quince años para el trabajo de escribir los resultados de mis estudios e investigaciones previos y darlos a conocer al Mundo. Los planes del Dr. Wilson se realizaron casi con la exactitud del proyecto y sus logros fueron verdaderamente maravillosos.
Cuando era seminarista, leía el Nuevo Testamento en nueve idiomas diferentes, incluso una traducción hebrea que él había memorizado silaba por sílaba. Wilson también aprendió de memoria extensas porciones del Antiguo Testamento en su original hebreo. Aunque parezca increíble, Robert Dick Wilson dominaba 45 idiomas y dialectos. El Dr. John Walvoord, rector del Seminario Teológico de Dallas, dijo que el Dr. Wilson era “probablemente la mayor autoridad de los idiomas antiguos del Oriente Medio”.
El Dr. Wilson comentaba sobre sus logros de erudito, al relatar por que se dedicó a una tarea tan monumental:” La mayoría de nuestros estudiantes solían ir a Alemania y oían a profesores que daban conferencias que eran resultado de sus propios esfuerzos. Los estudiantes aceptaban todo, porque el profesor lo decía. Yo fui allí a estudiar, para que no hubiera ningún profesor sobre la faz de la Tierra que se convirtiera en autoridad para mí, ni dijera nada sin que no pudiera investigar las evidencias que lo sustentaban.
Considero que, para investigar las evidencias, era necesario, primero que todo, conocer los idiomas en los cuales se daban las evidencias. Entonces tomé la decisión de aprender todos los idiomas que me ayudaran a entender mejor el hebreo y también los idiomas a los cuales se hubiera traducido la Biblia hasta el año 600 d.C. para poder investigar el texto yo mismo.
Después de hacer esto, me considero un experto. Reto a cualquier persona a hacer un ataque al Antiguo Testamento, fundado en una evidencia que yo no pueda investigar. Puedo obtener toda la información si es lingüística. Si esa persona sabe un idioma que yo no sé, lo aprenderé.”
Wilson desafiaba a otros que se llamaban “expertos” en el Antiguo Testamento, demandando que probaran sus conocimientos antes de hacer declaraciones en cuanto a su historia y texto.” Si se dice que un hombre es experto, lo primero que hay que hacer es establecer que realmente lo es. Un experto puede valer más que otro millón de testigos que no lo sean. Antes que un hombre tenga el derecho de hablar de la historia, el idioma y la paleografía del Antiguo Testamento, la Iglesia cristiana tiene el derecho de exigir que tal persona demuestre su capacidad de hacerlo.”
El Dr. Wilson cumplió con su propio desafío. Durante cuarenta y seis años, se dedicó a la gran tarea de estudiar el Antiguo Testamento, investigando con cuidado las evidencias de que era históricamente digno de confianza. Apoyado en sus credenciales, estaba en una posición mejor para hablar como experto, que ninguna otra persona. Los resultados de sus investigaciones lo llevaron a la firme convicción de que “en el Antiguo Testamento tenemos un relato histórico verdadero de la historia del pueblo israelita.”
Como profesor en Princeton, el Dr. Wilson ganó fama internacional de ser erudito y defensor de la fe cristiana histórica. El interés principal del Prof. Wilson en su enseñanza fue dar a sus estudiantes “una fe inteligente en las Escrituras del Antiguo Testamento, que nunca dudaran de ellas en toda su vida”. Trató de demostrarles que hay bases lógicas para creer en la historia del Antiguo Testamento.
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