Una pregunta que no es fácil de
responder, mucho menos responderla con ligereza ya que es una difícil
labor personal a realizar. La mejor forma de elaborar esta pregunta
es la siguiente: ¿Con quién me casaré?, ya que la meta de todo
verdadero y sano noviazgo es el matrimonio y no únicamente buscar
placer o pasatiempo.
Definitivamente la amistad es la
oportunidad para reconocer a la persona que Dios ha preordenado para
uno. Para el soltero, la amistad debería ser la oportunidad para
llegar a conocer a esa persona que Dios decidió fuera la pareja,
para después llegar al matrimonio, es decir, casarse. Le
recomendamos, el estudio "Amistad, Compromiso y Matrimonio"
donde encontrará una mejor explicación a esto.
PRINCIPIOS ESCRITURALES PARA ESCOGER
BIEN
Dios tiene principios a los cuales se
rige con disciplina. Por ejemplo, El determinó que cada persona que
pecara debía morir (Ezequiel 18:4) y al pecar ésta, por amor ocupó
el lugar del pecador dando su vida en rescate (Mateo 20:28). Es decir
cumplió lo que había determinado con mucha anticipación, aún
siendo El mismo quien padeciera para cumplirlo a cabalidad.
La aplicación estricta de los
principios llevan al cumplimiento de las metas u objetivos trazados.
Y para saber reconocer a la persona
que Dios preordenó llegará a ser el cónyuge, existen claros
principios que Dios ha establecido:
Nunca se debe mezclar una persona que
tiene a Jesucristo como su Salvador y Señor, con alguien que no
tiene esa misma experiencia espiritual (2 Corintios 6:14-16). En
Levítico 19:19, está la prohibición de unir dos bestias de
diferente clase (cada cual iría por su lado), de sembrar dos clases
de semilla en el mismo campo (la una detiene el crecimiento de la
otra) y de mezclar un vestido con dos materiales (su aspecto sería
rechazado o se rompería). Y en Deuteronomio 22:10 se prohibe arar
con un buey y asno juntos. A esto se le llama "yugo desigual"
lo que lleva el sinónimo de maldición, aflicción severa e incluso
servidumbre de sufrimiento. El yugo es un madero con dos medios
círculos que se colocan en el cuello de ambas bestias para que ambas
hagan al mismo tiempo la misma labor, por lo que deben de ser de la
misma especie para que alcancen a realizar el trabajo.
Es inaceptable por Dios que se unan un
creyente con un incrédulo.
Desde el Antiguo Testamento existía
la prohibición de unirse con personas de otros pueblos, ya que
tenían costumbres paganas que los llevarían a pecar contra Dios. En
Génesis 24:3,37, Abraham hace jurar a su criado que no escogerá
para su hijo Isaac mujer de entre los cananeos. Mucho menos llevarle
hacia ellos (Génesis 24:6).
Tener mucho cuidado porque aún entre
el pueblo cristiano, se pueden dar muchas falsedades y engaños con
el objetivo de sacar del camino correcto a los hijos de Dios (2
Timoteo 3:6). Jesús habló de las dos clases de personas que están
entre su pueblo (Mateo 7:5). El apóstol Pablo habló de falsos
hermanos (2 Corintios 11:26; Gálatas 2:14). Debemos estar concientes
que actualmente existen en las congregaciones personas que dicen
haber nacido de nuevo pero aún practican las cosas del mundo pecador
(1 Corintios 5:11) con los cuales ni siquiera debemos comer, (2
Tesalonicenses 3:6) sino más bien apartarnos de ellos.
No todo el que asiste a una
congregación es verdadero hijo de Dios, hay "lobos con piel de
oveja" (Mateo 7:15). Se reconocen por los resultados que dan
(Mateo 7:17-20) siendo necesario observarlos con mucho cuidado e
imparcialidad a la luz de la Palabra de Dios y no con el corazón
porque el corazón nos engaña (Jeremías 17:9) y no nos deja ver la
realidad: "El amor es ciego".
Si uno tiene llamamiento al ministerio
y aún la pareja cumple el hecho de ser un nacido de nuevo y no ser
un lobo con piel de oveja, es imprescindible observar también su
forma de servir o su actitud hacia el servicio en la congregación.
Vemos el ejemplo de Priscila y Aquila, un matrimonio que trabajaban
en la obra de Dios. (Hechos 18:26; Romanos 16:13; 1 Corintios 16:19);
acompañaron a Pablo en su viaje a Efeso, luego trabajaron en Roma
como líderes de una congregación. Claro que no estamos diciendo que
ambos deben necesariamente tener ministerios activos, ya que alguno
de los dos puede no servir en un ministerio, pero tampoco deberá
estorbar al otro en el trabajo que Dios le ha entregado.
Es importante que exista apoyo para el
que está cumpliendo con un llamado divino, porque al preordenarles
Dios el uno para el otro, El tomó en cuenta los resultados que iba a
alcanzar para Su obra usándolos a ellos, como lo hizo con Abraham y
Sara, con Isaac y Rebeca, con María y José. Por ejemplo, era con
Abraham y Sara que Dios iba a bendecir a las familias de la tierra
usando su descendencia y nunca con un hijo de Abraham y Agar. Por ese
error matrimonial hasta el día de hoy existen grandes problemas
entre judíos y árabes, por lo que de igual manera sucederá si se
escoge mal a la pareja.
El
nivel social, las metas y sueños de ambos deben de coincidir para no
sentirse frustados y decepcionados cuando uno de ellos no busque
alcanzar lo que el otro desea o haga. Y esto se aplica no únicamente
en el ministerio, sino también en cuanto a una carrera profesional,
la casa y el vehículo que se desea tener, el barrio o colonia donde
se va a vivir, a que tiempo de casarse van a buscar el primer hijo,
cuántos hijos van a tener, las costumbres y hábitos que se tienen.
Aquí también puede existir "yugo desigual", por lo que es
fácil comprender el interés de Abraham de no escoger mal la esposa
para su hijo, lo que denota la importancia de todo ello. (Génesis
24:3). El deseaba que la esposa de Isaac fuera de ellos mismos y
nunca diferentes en muchas cosas.
Si se cumple con disciplina y en una
manera estricta todo lo anteriormente dicho, no se fallará en
reconocer a la pareja preordena por Dios ya que se puede decir
necesitamos encontrar nuestra "alma gemela". Los gemelos o
mellizos nunca son exactamente iguales en todos los aspectos, pero sí
son semejantes en muchos de ellos al grado que al verlos se les
reconoce como tales. En ningún momento es ausencia de personalidad o
carácter sino más bien complemento, o "ayuda idónea"
(Génesis 2:18). Esto significa "encontrar para él" o
"encontrar para ella": Es estar aptos y capaces para
completar o suplir lo que al otro le falta. Dios es sabio y nunca une
a dos que no se puedan llevar entre sí (Amós 3:3) porque El sabe
que las luchas serán grandes y será necesario perseverar
fuertemente y en unidad contra todas las adversidades de la vida.
Francisco
Gudiel
Pastor
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