Jesús, les volvió a hablar en parábolas,
diciendo:
“El Reino de los cielos es semejante a
un rey, que hizo fiesta de bodas a su hijo, y envió sus siervos para que llamasen
los invitados a las bodas, pero no quisieron venir”.
Volvió a enviar otros siervos, diciendo:
“Decid a los llamados, he aquí, mi comida he aparejado, mis toros y animales
engordados son muertos, y todo está preparado”. Venid a las bodas.
Mas ellos sin hacer caso, se fueron, uno
a su labranza y otro a sus negocios. Y otros, tomando a sus siervos, los
afrentaron y los mataron.
Y el rey, oyendo esto, se enojó y
enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad.
El llamado para los indignos
Entonces dice a sus siervos:
“Las bodas a la verdad están aparejadas, más
los que eran llamados no eran dignos. Id pues a las salidas de los caminos, y
llamad a las bodas a cuantos hallareis”.
Luego dijo a sus criados:
“El banquete está listo, pero aquellos
invitados no merecían venir. Vayan,
pues, ustedes a las calles principales, e inviten al banquete a todos los que
encuentren.”
Los criados salieron a las calles y reunieron
a todos los que encontraron, malos y buenos; y así la sala se llenó de gente.
(Mateo 22:8-10).
¡Tres llamados de Dios para todos, hoy!
Era una costumbre de la época hacer dos
invitaciones para las celebraciones. La primera se hacía durante la etapa de
preparación de la fiesta solicitando la presencia del invitado y la segunda
cuando todo estaba listo.
Aquí el Rey, Dios, invitó tres veces a
sus dignatarios y las tres veces fue rechazada la invitación.
Este es un mensaje de alerta en el que
Jesús dice bien claro a sacerdotes, líderes y laicos de su iglesia que no se
sientan seguros de su salvación porque estén en eminencia u ostenten cualquier
cargo, porque muchos de los llamados no serán escogidos. (Mateo 20:16)
Algunos, inclusive llegaran hasta la
presencia del Señor, y aún así él les
dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad”. (Mateo 7:23).
De las tinieblas al real sacerdocio
Pero por el rechazo de aquellos que se
creían solo dignos de la gracia de Dios, fueron abiertas las puertas del Reino
de Dios, para todos los que por estar en
tinieblas, no se merecían ir a las bodas del “Cordero” (Jesucristo).
“Mas
vosotros sois el linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido, para que mostréis las virtudes de aquel que os ha llamado de las
tinieblas a su luz admirable”. (1Pedro
2:9)
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