Por Pr Manuel A Morejón Soler El Vedado, La Habana.
La Biblia afirma, que la lista de pecados enumerados en ella apunta sobre todo a las personas que tienen poder para gobernar bien y sin embargo hacen todo lo que desagrada a Dios.
“El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni él se ha vuelto tan sordo como para no poder oír.
Pero las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios; sus pecados han hecho que él se cubra la cara y que no los quiera oír.
Ustedes tienen las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de crímenes; sus labios dicen mentiras, su lengua emite maldad.
Nadie hace denuncias justas, ni va a juicio con honradez. Confían más bien en la mentira y en palabras falsas; están preñados de maldad y dan a luz al crimen.
Incuban huevos de víbora y tejen telarañas; el que come esos huevos, se muere, y si uno los aplasta, salen serpientes venenosas.
Con esas telarañas no se hacen vestidos; nadie puede vestirse con lo que ellos tejen.
Sus acciones son todas criminales: sus manos trabajan para hacer violencia, sus pies les sirven para correr al mal, para darse prisa a derramar sangre inocente.
Sus pensamientos se dirigen al crimen y a su paso solo dejan destrucción y ruina.
El pecado ofende de tal manera a Dios que separa al hombre de Él, porque uno de sus atributos es la santidad y por eso no puede tolerar el pecado como si no le importara. El pecado forma una barrera que aísla a la gente que Él ama.
Dios aborrece a los que intencional y persistentemente derraman sangre, a quienes señalan con dedo acusador al inocente y murmuran iniquidad, a los que hablan falsedades, conciben malicia y dan a luz a la corrupción.
Dios quiere que todos vivamos con Él para siempre, pero no lo hará a menos que se renuncie al pecado.
El SEÑOR puede salvarte, si te vuelves a Él. Pero si no, nunca te dará su cara.
alianzacristiana777@gmail.com
“El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni él se ha vuelto tan sordo como para no poder oír.
Pero las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios; sus pecados han hecho que él se cubra la cara y que no los quiera oír.
Ustedes tienen las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de crímenes; sus labios dicen mentiras, su lengua emite maldad.
Nadie hace denuncias justas, ni va a juicio con honradez. Confían más bien en la mentira y en palabras falsas; están preñados de maldad y dan a luz al crimen.
Incuban huevos de víbora y tejen telarañas; el que come esos huevos, se muere, y si uno los aplasta, salen serpientes venenosas.
Con esas telarañas no se hacen vestidos; nadie puede vestirse con lo que ellos tejen.
Sus acciones son todas criminales: sus manos trabajan para hacer violencia, sus pies les sirven para correr al mal, para darse prisa a derramar sangre inocente.
Sus pensamientos se dirigen al crimen y a su paso solo dejan destrucción y ruina.
El pecado ofende de tal manera a Dios que separa al hombre de Él, porque uno de sus atributos es la santidad y por eso no puede tolerar el pecado como si no le importara. El pecado forma una barrera que aísla a la gente que Él ama.
Dios aborrece a los que intencional y persistentemente derraman sangre, a quienes señalan con dedo acusador al inocente y murmuran iniquidad, a los que hablan falsedades, conciben malicia y dan a luz a la corrupción.
Dios quiere que todos vivamos con Él para siempre, pero no lo hará a menos que se renuncie al pecado.
El SEÑOR puede salvarte, si te vuelves a Él. Pero si no, nunca te dará su cara.
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