viernes, 12 de julio de 2013

LAS COSTUMBRES Y LAS IDEAS














Por Pr Manuel A Morejón Soler El Vedado, La Habana.

En la década de los años 70 en Cuba  un extranjero se le acercó a una persona que estaba en la acera del frente a una iglesia y le preguntó: -“¿Es Ud. cristiano?
El aludido respondió:- “Aunque no práctico el cristianismo creo en él”.
Replicó el extranjero de nuevo:- “¿Entonces Ud. es comunista?” La respuesta fue: “Aunque practico el comunismo, no creo en él”.
La Palabra de JHVH es muy precisa en cuanto a la práctica del pecado.
Todo aquel que es nacido de Dios no práctica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios.  (1ª de Juan 3:9-10)
Una costumbre indica mucho más el carácter de un pueblo que una idea.
En el diario Granma del martes 9 de julio todos los entrevistados, como si fueran los voceros del pueblo, coinciden en la erradicación de las indisciplinas sociales y el restablecimiento de valores ciudadanos que se han prendido en el seno del pueblo cubano.
Se hace énfasis de las malas  costumbres y los malos hábitos adquiridos por las nuevas generaciones, sin mencionar que su origen proviene de la práctica frecuente de la actividad indisciplinada y corrupta de los gobernantes. Las costumbres de una nación o persona, son el conjunto de usos que forman su carácter distintivo.
El pueblo cubano se distingue sobre todo por su coeficiente de resignación y contaminación, porque aunque no aprueba la corrupción y aprueba las leyes que han sido promulgadas para tratar de modificar las malas conductas, no se manifiesta en contra de los gobernantes corruptos, sino que trata de escalar hacia los lugares de poder para poder recibir los beneficios que estos dejan a su favor, contrayendo fácilmente  hábitos de lujo que cuando se saborean se hace muy difícil después prescindir de ellos al convertirse  en necesidad. El alma muy fácilmente se amolda a las costumbres señoriales y fastuosas.

La justicia eleva a las naciones y la práctica del pecado es la vergüenza de los
pueblos. (Proverbios 5:34)



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