En la década de los años 70 en Cuba un extranjero se le acercó a una persona que
estaba en la acera del frente a una iglesia y le preguntó: -“¿Es Ud. cristiano?
El aludido respondió:- “Aunque no práctico el
cristianismo creo en él”.
Replicó el extranjero
de nuevo:- “¿Entonces Ud. es comunista?” La respuesta fue: “Aunque practico el
comunismo, no creo en él”.
La
Palabra de JHVH es muy precisa en cuanto a la práctica del pecado.
Todo aquel que
es nacido de Dios no práctica el pecado, porque la simiente de Dios permanece
en él y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos
de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a
su hermano, no es de Dios. (1ª de Juan
3:9-10)
Una
costumbre indica mucho más el carácter de un pueblo que una idea.
En el diario Granma del martes 9 de julio todos los entrevistados,
como si fueran los voceros del pueblo, coinciden en la erradicación de las
indisciplinas sociales y el restablecimiento de valores ciudadanos que se han
prendido en el seno del pueblo cubano.
Se hace énfasis de las malas costumbres y los malos hábitos adquiridos por
las nuevas generaciones, sin mencionar que su origen proviene de la práctica
frecuente de la actividad indisciplinada y corrupta de los gobernantes. Las
costumbres de una nación o persona, son el conjunto de usos que forman su carácter
distintivo.
El pueblo cubano se distingue
sobre todo por su coeficiente de resignación y contaminación, porque aunque no
aprueba la corrupción y aprueba las leyes que han sido promulgadas para tratar
de modificar las malas conductas, no se manifiesta en contra de los gobernantes
corruptos, sino que trata de escalar hacia los lugares de poder para poder
recibir los beneficios que estos dejan a su favor, contrayendo fácilmente hábitos de lujo que cuando se saborean se hace
muy difícil después prescindir de ellos al convertirse en necesidad. El alma muy fácilmente se amolda
a las costumbres señoriales y fastuosas.
La justicia eleva a las naciones y la práctica del pecado es la vergüenza de los
pueblos. (Proverbios 5:34)
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