viernes, 13 de agosto de 2010

“SEÑOR HAZME JUSTICIA CONTRA EL ADVERSARIO”



Dijo luego DIOS:
Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus funcionarios; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos.
Libro de: Éxodo. Cap. 3 versos 7,8

En la Biblia la oración es adoración que incluye todas las actitudes del espíritu humano en su acercamiento a Dios. El cristiano adora a Dios cuando le ofrece culto, confesión, alabanza, súplica y peticiones por medio de la oración.
¿Cuál fue el clamor del pueblo, que el Señor escuchó por el cual descendió para liberarlos?
Egipto es un símil de tierra de esclavitud y esclavitud es sinónimo de vasallo, por lo que el pueblo estaba sometido a maltratos, abusos y atropellos para que produjera más con menos. Por ello es que este pueblo clamó a DIOS por causa de las injusticias del faraón y sus funcionarios, pidiendo justicia contra el adversario.
Podemos referir un pasaje paralelo en el Salmo 109 a partir del verso 6 hasta el 11, que el tema es sobre la indignación del justo ante las mentiras y calumnias en donde David, el salmista, sin ambigüedades pide al Señor:
Pon sobre él al impío,
Y Satanás esté a su diestra.
Cuando fuere juzgado, salga culpable;
Y su oración sea para pecado.
Sean sus días pocos;
Tome otro su oficio.
Sean sus hijos huérfanos,
Y su mujer viuda.
Anden sus hijos vagabundos, y mendiguen;
Y procuren su pan lejos de sus desolados hogares.
Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene.
¿Entonces cuando el apóstol Pablo exhorta a orar y pedir por los reyes y aquellos que están eminencia, (1 Timoteo 2:2) tiene necesariamente que ser a favor de estos? ¿O para que se haga justicia en contra del adversario?
Para entender mejor este pasaje debemos remitirnos al contexto histórico:
En ese entonces el emperador romano era Nerón, gobernante (54-68 d. C) esencialmente cruel para con los cristianos a los cuales amenazaba y perseguía de forma creciente. En el año 64 Nerón necesitó justificar el gran incendio que devastó Roma y este culpó a los cristianos romanos para así desviar la atención hacia si mismo. Entonces la persecución se extendió por todo el imperio romano y no solamente privó a los cristianos de sus derechos en la sociedad, sino que algunos fueron muertos de forma extremadamente cruel, quemados o echados a las fieras en el circo romano.
¿Bajo aquellas terribles circunstancias no es más lógico que se le pida al Señor que haga Su justicia, ante que bendecir al emperador?

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