viernes, 11 de diciembre de 2015

EL MATRIMONO Y LA FAMILIA EN LA VIDA CRISTIANA por Guillermo Goff




Cuando Dios comenzó el mundo, él puso en su ambiente todo lo necesario
para una vida fructífera y placentera. Todo fue hecho así para que el hombre
habitase en plena comunión con el Creador y con su creación. El hombre fue la
máxima expresión de la creación hecha por Dios. La unión conyugal del
hombre y la mujer fue la primera y, por consiguiente, la primordial institución de
la creación de Dios. El hogar es antes del estado, la economía (o el trabajo) o
aun la iglesia. Por eso, el hogar sirve y ha servido a través de los siglos como el
fundamento de la sociedad. La sociedad depende por su carácter, en gran
parte, de la expresión y la forma de las familias que la componen.
Es por esta razón que es muy importante que la familia refleje el diseño y el
deseo que Dios tenía cuando la comenzó. Este estudio es un intento de
investigar lo que la Biblia, sus expositores y comentaristas dicen sobre el
particular. Puesto que la problemática familiar es una expresión de cada cultura,
tenemos que estar prestos para hacer que la luz escritural alumbre cada
circunstancia cotidiana en nuestro ambiente, especialmente en el del mundo
hispano. Sin embargo, la cultura latina no es la cuestión primordial, sino la
naturaleza y propósito que Dios ha dado al matrimonio primeramente y, por lo
tanto, a la familia. La tarea nuestra es establecer con claridad los principios
bíblicos que gobiernan el ideal divino para el matrimonio y la familia, y después
examinar la expresión cultural a la luz de estos mismos principios.


LA NATURALEZA DEL MATRIMONIO
Las bases escriturales del matrimonio se encuentran en Génesis 1 y 2.
<010127>Génesis 1:27, 28 recalcan que Dios, por su papel de creador, inició el
primer hogar en el mundo, formando la primera pareja en una unión fructífera y
responsable (fíjese en las palabras: “fructificad”, “multiplicaos”, “señoread” y
“sojuzgad”). Debemos recordar que la naturaleza del matrimonio comienza con
el hecho de la creación de Dios.
De ahí que el primer elemento de la naturaleza del matrimonio es: ser una
institución divinamente ordenada.
Hemos dicho ya que el hogar es la primera institución de la creación y es cierto.
Sin embargo, es menester interpretar esta institución, antes que todo, no en
términos fríos y estáticos como por medio de estadísticas, sino verla desde el
punto de vista de la relación humana que la vivifica. El punto de vista bíblico la
mira como la unión de dos personas creadas por Dios como distintas y a la vez
hechas la una para la otra. Esta naturaleza divina que Dios formó y bendijo
como la unión conyugal es una realidad para todos.
El segundo elemento de la naturaleza del matrimonio sigue esta misma idea,
porque es una unión natural. Dios hizo a todo hombre y a toda mujer dándoles
ciertos impulsosnaturales, y uno de los más fuertes es el sexual. El matrimonio
brinda la forma más natural para dar expresión adecuada y sensata a este
impulso. Por lo tanto, encontramos en <010224>Génesis 2:24 que los dos se unirán y
“serán una sola carne”. Esto se explorará más adelante, pero debemos
entender en este contexto que el matrimonio es la expresión natural que Dios ha
provisto para que una pareja se una en una relación física y placentera.
Además, “una sola carne” desde el punto de vista hebreo se entiende en
términos de toda la personalidad y no solamente lo físico. En otras palabras, es
una descripción de la relación matrimonial entre dos personas, aun con sus
personalidades variantes. Es por medio de esta relación conyugal que el
hombre y la mujer pueden cumplir algo de su naturaleza. Sin el trato sexual,
algo queda incompleto en la personalidad de ambos. Por lo tanto, se requiere
un don especial, de “continencia”, para poder tener una vida fructífera, sin el
goce de la unión conyugal (<460707>1 Corintios 7:7-9).
Además, un tercer elemento será que el matrimonio es una unión exclusiva. La
frase “una sola carne” subraya la particularidad de la naturaleza humana. No
somos hechos para diferentes uniones a la vez (poligamia), sino para una sola
unión (monogamia). Aquellos que tratan de mantener más de una relación
conyugal se frustran a sí mismos y frustran el propósito de Dios porque están
dividiéndose en partes, dándose a otras personas que no son su cónyuge. Es
tan completa la tarea de poder satisfacer a un solo marido o a una sola esposa,
que es imposible abarcar más y mantener la sanidad emocional. La actuación
de la infidelidad de uno de los cónyuges es también causa de una desintegración
de su relación matrimonial y, por consiguiente, de debilitar la composición de la
sociedad. (<460601>1 Corintios 6:16; <540506>1 Timoteo 5:6.) Otro ángulo de este
exclusivismo es el de dejar a los padres para unirse como pareja. Es
imprescindible que la nueva pareja tenga su propio techo y lecho para disfrutar
la libertad y la responsabilidad de la vida matrimonial. Además, es un mandato
de Dios que lo hagan. (Véase otra vez <010224>Génesis 2:24.) Las implicaciones de
este principio seran exploradas bajo el estudio de los ajustes dentro del
matrimonio.
El cuarto elemento de la naturaleza matrimonial está implícito en la idea de ser
“una sola carne” en una unión permanente. Si hay un punto de flaqueza moral
en nuestros conceptos actuales sobre el matrimonio es en este asunto de la
permanencia de los votos matrimoniales. La razón de esta debilidad moral en el
mundo hoy es:
que las parejas van corriendo ciegamente al casamiento sin una
consideración detallada, aun sin conocerse realmente el uno al otro
como personas. Algunas veces son sinceras, y creen que están
profundamente enamoradas. Otros dirán, y muy en serio: “realmente no
sabemos cuán duradera pueda ser nuestra unión, pero casémonos de
todos modos y veamos cómo resulta. Si no concordamos, siempre
tenemos la oportunidad de divorciarnos.”F1
Aún peor es la cantidad cada vez mayor de personas que no se casan
formalmente, sino que se unen en una convivencia de concubinato para no
correr ni el riesgo del compromiso ni con el gasto de una ceremonia. Esto deja
que la pareja se separe sin ninguna intervención de la ley civil, sufriendo de esta
manera las heridas emocionales y morales. ¿Y qué de los niños, víctimas
inocentes de ambos tipos de uniones inestables? ¿Es esto lo que Dios quería
cuando instituyó el matrimonio? Claro que no. Dios quiere que el matrimonio
sea una decisión que se haga con cuidado y con una debida preparación que
incluya la búsqueda de la voluntad de este mismo Dios al respecto. Aquí es
donde tenemos que poner más peso como cristianos, en ayudar a nuestros
jóvenes a saber cómo seleccionar con cuidado a su compañero de vida y cómo
entregarse el uno al otro para que la unión tenga mayor posibilidad de
permanecer íntegra aun en medio de las tormentas morales de la actualidad.
Hay que reconocer, en quinto lugar, que el matrimonio, en su sentido original e
ideal, es una unión espiritual. El elemento básico de todo matrimonio bueno es
el amor. Este principio, lo físico es absorbente, pero con el tiempo toma otra
cara, no de menos importancia sino de una perspectiva más amplia. Llega a ser
visto dentro de las múltiples facetas de la relación y no como una cosa aislada.
En realidad, si hay madurez en el trato de la pareja, hay consideración y
respeto mutuo que hacen que la expresión sexual sea aún más tierna e íntima.
La verdad es que lo físico a veces no satisface por sí solo si no coincide con lo
espiritual. Dios, por medio de Cristo, ha destinado que en él todas las cosas
subsistan. (<510117>Colosenses 1:17.) El amor, aun siendo tan fuerte como para
consolidar el matrimonio, puede fallecer si no recibe constantemente una
renovación por medio de él que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.
<490525>Efesios 5:25-29.)
LOS PROPÓSITOS DEL MATRIMONIO
Estos cinco elementos de la naturaleza del matrimonio se están
complementando en un sexto que es una unión para cumplir los propósitos
definidos. Los propósitos de la unión son tanto positivos como negativos, esto
es, creativos y preventivos.f2
El primer propósito creativo que el matrimonio tiene es el del compañerismo.
Dios otorgó al hombre “una ayuda idónea” en el huerto del Edén. Esta
expresión tiene que significar que Dios le dio al hombre una compañera para
trabajar a su lado y ser el complemento de su vida. Esta comunión íntima es
primordial en la relación conyugal, más importante aun que la procreación y las
otras funciones del matrimonio. Si traer niños al mundo fuera de primera
importancia, ¿cuál sería la razón de seguir siendo casados cuando los hijos son
mayores y no siguen compartiendo el techo con los padres? La necesidad
humana más grande es ser amado y apreciado. Esta sigue siendo una realidad
aun cuando seamos viejos. (Referente al compañerismo en el matrimonio
véanse <470601>2 Corintios 6:14; <600301>1 Pedro 3:1-12; <010218>Génesis 2:18-24.)
El segundo propósito creativo del matrimonio es la procreación. En realidad
“una sola carne” significa no solamente que la unión sea establecida para ser
“procreativa” sino también “unitiva”.f3 Esto será explorado más en el quinto
capítulo, pero aquí es menester señalar que el traer niños al mundo es una parte
esencial del plan de Dios para la pareja. Lo más natural para una pareja que no
puede tener niños es querer adoptarlos. La razón de esta tendencia humana es
el feliz cumplimiento de la naturaleza del matrimonio desde la creación: el llegar
a ser padres. Es de mucha importancia que “los hijos nazcan bajo las mejores
condiciones posibles, y que tengan el cuidado amoroso de un padre y una
madre quienes trabajan juntos y, aun con sacrificio, para su mayor bienestar”.f4
Es en este sentido de juntos crear una nueva vida, que el hombre y la mujer
continúan colaborando con el Creador en la creación. Mace enfatiza que la
palabra procreación significa “crear para y en beneficio de” otro, y este otro es
el mismo Dios.f5 (Véase <19c703>Salmo 127:3.)
Yendo más al grano de la naturaleza del matrimonio, especialmente desde el
punto de vista cristiano, un tercer propósito creativo es la edificación mutua de
la pareja, sus niños, familiares y aun de la sociedad misma. Hay una cierta
inspiración que llega a la pareja y a los que comparten su vida, cuando hay una
buena y sana comunicación dentro de la relación conyugal. (<600301>1 Pedro 3:1, 7;
<490529>Efesios 5:29-32.) La edificación está expresada claramente en <600304>1 Pedro
3:4, 7 donde la mujer es exhortada a ser “afable y apacible”, mientras que el
hombre es estimulado a dar “honor a la mujer como a vaso más frágil, y como
a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan
estorbo”.
Otra faceta de este propósito edificante es la de que dentro del hogar los niños
reciban sus primeras instrucciones morales. Siempre la influencia de los padres
deja huellas indelebles en las vidas de sus hijos. Es de suma importancia la
perspectiva de los padres hacia esta responsabilidad para que logren criarles en
“disciplina y amonestación del Señor”. (<490604>Efesios 6:4b). Los padres
cristianos demuestran por su sabio gobierno en el hogar su capacidad de dirigir
una familia más grande —la iglesia. (<540304>1 Timoteo 3:4, 5).
Esta edificación también abarca la relación de la familia con el reino de Dios; es
decir, Dios también quiere ser el Señor del hogar. Donde él es rey, hay paz y
bendiciones incontables. Es ideal que la salvación llegue a todos los miembros
de la familia. (<441631>Hechos 16:31). Además, por su comportamiento y palabra
los que son cristianos tienen la potencia de influir (santificar) en los demás.
(Corintios 7:14-16).
Un cuarto propósito de la edificación creativa dentro de la familia es su
importancia en el plan de Dios para la propagación de la fe. ¡Cuántas veces
encontramos a Pablo hablando de la iglesia en la casa de algún creyente!
(Ejemplos: <451605>Romanos 16:5; <461601>1 Corintios 16:19; <440542>Hechos 5:42.) La
familia cristiana puede tener una influencia para bien en sus propios hijos, y esto
debe conducirles a la salvación y a la vida cristiana. (<550314>2 Timoteo 3:14, 15)
Hay un sentido genuino en que si Dios es nuestro padre celestial y si nos
convertimos en parte de la familia de Dios, algo del cielo existirá aquí en la
tierra. Por eso decimos que la familia tiene el propósito de edificar a la
sociedad y al mundo por su ejemplo y conducta, esperando así poder alcanzar
a otros para que ellos también pertenezcan a la gran familia cristiana.
Existen al menos dos propósitos preventivos que deben ser considerados. El
primero de ellos es que el matrimonio provee el vehículo natural para el control
de las pasiones. Por muchos siglos los impulsos sexuales han sido considerados
por los cristianos como algo inferior en el hombre y que deben ser suprimidos.
Sin duda alguna la pasión descontrolada es algo que corrompe y destruye la
moral y el carácter. Pablo recalcó que el celibato es un don especial sólo para
aquellos que puedan controlar sus impulsos sexuales. Aquellos que no pueden
hacerlo deben casarse para no caer en tentación. (<460701>1 Corintios 7:1-6, 37)
Quizá todo esto no parezca un motivo muy elevado para casarse. Sin embargo,
Pablo reconoce que el sexo tiene una función particular dentro del matrimonio y
llega a ser una expresión especial del amor en la pareja, quienes se han
entregado a sí mismos en casamiento. Ernest White dice que el matrimonio
sirve para evitar que los deseos se conviertan en concupiscencia.f6 El
matrimonio es la forma divinamente diseñada para la más legítima y satisfactoria
expresión de los deseos sexuales.
El segundo propósito preventivo es el de prevenir la disolución de la sociedad.
Es por implicación del estudio bíblico en vez de escrituras específicas que
llegamos a esta interpretación. El concepto de la familia, para los hebreos, se
halla en la palabra mishpajah, que significa la unidad familiar y el factor
esencial de la comunidad.f7 Mientras que esta unidad se guardaba en Israel, los
escritores bíblicos presumían que la estabilidad de su sociedad estaba
garantizada. Es interesante notar que la idolatría, el adulterio y la fornicación
estaban ligados en la ley mosaica y que eran considerados entre los pecados
más graves. (Véase <032001>Levítico 20:1-8, especialmente vv. 5 y 6.)
Jehová declaró que rechazaría a Israel si se practicaban en ella el adulterio y
otras aberraciones sexuales como en las demás naciones. (<032022>Levítico 20:22,
23; nótese que esta declaración sigue a la condenación de toda clase de
abominación sexual. <031010>Levítico 10:10-21.) Tales prácticas inmorales
amenazaban la sociedad que Dios había formado y eran de gran ofensa a él.
El matrimonio no solamente mantiene la sociedad unida y funcionando
vitalmente, sino también cumple con el propósito que Dios tenía al instituir y
consagrar la familia. Aún más, debemos preocuparnos con la diferencia que
Cristo hace en el hogar.
EL HOGAR CRISTIANO
Es posible decir que toda familia en el mundo está constituida de tal forma que
pueda gozar de la naturaleza y de la mayor parte de los propósitos del
matrimonio sin mucha referencia a Dios. Es cierto, porque la familia es una
realidad universal. Pero esto no ha de promover un punto de vista secular en
cuanto al matrimonio, sino el que reconoce que la naturaleza de la familia viene
desde la creación.
Entonces, si todo el mundo puede gozarse de los privilegios del sexo y tener
una familia naturalmente feliz, ¿qué diferencia hace que el hogar sea cristiano?
La respuesta es: que hace toda la diferencia en el mundo. El hogar cristiano es
un elemento redentor en la sociedad porque es el lugar donde Cristo debe y
puede manifestar su “extra”, especialmente en la vida familiar, o sea, en sus
relaciones e interrelaciones. En la relación con Cristo la pareja puede aprender
cómo responder en sumisión voluntaria y agradable a su Señor. Esto les
prepara para someterse el uno al otro. (<490521>Efesios 5:21.) En “conocer” a
Cristo, uno comprende el gran misterio de conocer a uno que de veras le ama.
Esto le capacita para expresar un amor no fingido hacia otros. Lo que uno ha
recibido de Cristo como perdón, estímulos, aprecio, esperanza y gozo debe y
puede ser reflejado en sus relaciones cotidianas comenzando dentro de su
propia casa. (<510312>Colosenses 3:12-21.) Así hay una dimensión “extra”, de
mayor profundidad y potencialidad cuando la familia está fundada en Jesucristo.
Las funciones naturales de compañerismo, unidad sexual y edificación están
ampliadas al máximo cuando la pareja está relacionada amorosamente con
Cristo como su Señor y Salvador. En realidad, es en Cristo que el máximum
del ser humano se cumple. Esto es verdad también en la experiencia familiar.
De poner en práctica el cristianismo en las relaciones más íntimas del
matrimonio y en el trato familiar, es de esperar que se vean los beneficios de
mayor estabilidad, gozo y propósito en la vida, comprensión y capacidad para
realizar los papeles que Dios diseñó para nosotros desde el principio.
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE
Cuestionario:
1. ¿Por qué se considera que la familia es la institución primordial en el plan de
Dios para su creación?
2. Mencione los cinco elementos de la naturaleza del matrimonio. ¿Cuáles dos
de ellos piensa usted que son los de mayor importancia? ¿por qué cree usted
que son los de mayor importancia?
3. Dé los cuatro propósitos creativos del matrimonio.
4. Mencione los dos propósitos preventivos del matrimonio.
Para la Dinámica de Grupo:
1. Si el matrimonio es una realidad en todas las culturas del mundo, ¿por qué
enfatizamos que el hogar cristiano es el ideal? o sea, ¿qué tiene de especial el
hogar cristiano? (Anote algunas de sus propias ideas.)
2. A la luz de Corintios 6:16, cuando una persona forma una unión adúltera,
¿qué clase de confusión y frustración causa dentro de su matrimonio? ¿Es
posible tener más que una unión de “una sola carne” y mantener la felicidad
conyugal? ¿Por qué? (Anote algunos de sus pensamientos.)
3. ¿Cómo explica usted la naturaleza espiritual del hogar? ¿Qué papel tiene el
amor en el matrimonio? ¿Qué entiende usted por el concepto de que todas las
cosas subsisten en Cristo (<510117>Colosenses 1:17), aun el hogar? (Anote sus
observaciones.)
4. ¿Está usted de acuerdo con que el primer propósito del matrimonio sea el de
compañerismo? Explique sus razones por estar de acuerdo o en desacuerdo.
Lectura Afín:

David Mace, A los Que Dios Ha Juntado en Matrimonio, págs. 9-

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