miércoles, 16 de febrero de 2011

UNA TEOLOGÍA DEL CULTO CRISTIANO



“La familiaridad engendra desdén”. ¿Un antiguo refrán o una trampa teológica?

¿Quisiera usted reflexionar en esto a medida que vamos ahondando en aquellos fundamentos de nuestra fe, con los cuales usted ya está familiarizado? Tal vez yo pueda proveer un nuevo punto de vista en algunos aspectos de una teología de la adoración cristiana que incrementaría aquello con lo que usted ya está al tanto.

La abstracta palabra “teología” viene de dos palabras de origen griego: Theos que significa “Dios” y logos que quiere decir “palabra” o también “racional” (“razonado”). Hay un consenso de que “teología” puede definirse como “pensamiento razonado acerca de Dios”.

La manera como la gente adora está determinada por su concepto acerca de Dios. En un contexto cristiano una teología individual para adorar está formada por un encuentro personal con Jesucristo como Señor y Salvador. Cristo es la revelación de Dios a toda la humanidad. El comienzo de una teología para la adoración cristiana es que ésta es un acto que Dios inicia para establecer comunión con el hombre. Bajo la guía del Espíritu Santo, los creyentes llegan a un encuentro real con Dios.

Nuestra exploración teológica continúa con la relación que se establece en la experiencia de adoración que se aclara mucho cuando uno reconoce al cristiano como un sacerdote. La función principal de un sacerdote es representar a Dios ante el pueblo y al pueblo ante Dios. Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían sacrificios de animales a Dios. Los del Nuevo Testamento se ofrecían a sí mismos al Señor, como sacrificio vivo. Como una congregación de sacerdotes, los creyentes cumplen su función durante la experiencia de adoración y continúan su sacrificio con vidas dedicadas al Señor.

Nuestra teología de adoración cristiana completa su ciclo cuando se describen las nueve actitudes positivas que dan expresión a nuestro sacerdocio como creyentes cristianos. Como sacerdotes que comunicamos con Dios, los creyentes experimentamos una serie de cambios anímicos. Estos cambios pueden ser de tipo psicológico, tales como actitudes expresadas durante el acto de adorar. La siguiente es la lista de las nueve actitudes en secuencia lógica: adoración, alabanza, gratitud, acción de gracias, arrepentimiento, perdón, dependencia, sumisión y compromiso.

Este panorama nos ha provisto de una mirada al horizonte que está delante, a medida que nos alejamos de la protección de la playa a las aguas desconocidas que exploraremos juntos. Por medio de la comunión con Dios (nuestro piloto) aprenderemos otra vez cómo actuar como una congregación de sacerdotes (nuestra tripulación). ¿Está usted a bordo?

COMUNIÓN CON DIOS

Bruce Leafblad define adoración de la siguiente manera:

Adoración es comunión con Dios en la cual los creyentes por gracia centran la atención de sus mentes y el efecto de sus corazones en el Señor mismo, humildemente, glorificando a Dios en respuesta a su grandeza y a su palabra.

A través de la historia, la humanidad ha demostrado temor reverente hacia objetos de culto. Por su parte, los cristianos en su adoración indican una actitud de asombro y reverencia por la santidad y majestad de Dios, quien es a la vez trascendente y personal. El que adora está pleno de temor reverente por lo que sucede en su comunión con Dios. Franklin Segler sugiere: “Adoración es la experiencia de una comunión consciente y teología es el intento de describir el significado de tal experiencia.

Hay un fuerte sentimiento de la guía providencial de Dios en nuestras vidas cuando entendemos comunión como un aspecto fundamental de la adoración.

La adoración puede caracterizarse por el hecho de que Dios está, de alguna manera, misteriosamente involucrado con su pueblo en maneras más allá de su capacidad de comprensión. En sus meditaciones Pascal descubrió que buscando a Dios, Dios lo había encontrado primeramente a él.

El salmista nos recuerda en su llamado a la adoración : “Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad” (Salmo 29:2). La expresión “hermosura de la santidad” se relaciona con la ropa especial que usaban los soldados cuando se preparaban para ir al campo de batalla. “Santo ropaje”, sugiere la idea del pueblo de Dios vestido en su santidad para adorarle. ¿Está nuestra tripulación debidamente ataviada para hacer el viaje juntos? La adoración a Dios en “santo ropaje” también está reflejada en la inesperada aparición de Jesús a sus discípulos reunidos en el aposento alto, después de su resurrección. Tomás expresó el sentimiento de todos los presentes cuando exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28.) Este reconocimiento fu un momento de vivencial comunión con Dios en la vida de adoración de los discípulos.

El conocimiento de la verdad de Dios es revelado al creyente a través de la comunión. Jesús advirtió a la mujer samaritana en el pozo de Jacob acerca de la cualidad que debe tener la comunión con el Padre, diciendo:

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (Juan 4:23, 24).

El reconocimiento de la santidad de Dios y el deseo de adorar en espíritu y e verdad deben dirigir nuestras vidas a producir frutos llenos de obediencia a Dios.

La Iglesia es un testimonio viviente de la verdad de que Dios ha venido a suplir las necesidades humanas. Como alguien que está siempre presente y listo para un dramático encuentro, el Señor es para el cristiano el más estimable compañero. El llamado de Dios a su pueblo es para comunión:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo (Apocalipsis 3:20).

¿Se ha dado cuenta de que esta invitación fue hecha por nuestro Señor a los cristianos y no aquellos fuera de la familia de Dios? La experiencia de dulce comunión con el Salvador es una gracia ofrecida en Cristo. Cuando los cristianos llegan a un genuino encuentro con Cristo, pueden aceptar por fe mucho más de lo que pueden entender en sus mentes finitas. Segler explica:

Adoración cristiana presupone que los creyentes se reúnen en “el nombre de Jesús”. Adoración, como un acto de fe, halla realidad en la encarnación, crucifixión y resurrección por parte de Cristo. Los primitivos cristianos pudieron proclamar su fe con las palabras Kurios Cristos, “Cristo es Señor.”

Pablo, hablando de la exaltación de Cristo, da mayor claridad concerniente a la comunión con Dios:

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:9-11).

Este encuentro del creyente con Cristo representa la comunión en su plano más

excelso.

La comunión con Dios se hace posible gracias a la acción del Espíritu Santo en la vida del creyente. El Espíritu Santo es el intérprete de la Palabra inspirada impresa. El cristiano puede limitar o reprimir la efectividad del Espíritu, pero no podrá jamás estar separado de la presencia y del poder del Espíritu, porque éste está siempre a su disposición. Henry Van Dusen dice:

Ignorar al espíritu es ignorar a Dios. Apagar el fuego del Espíritu es rechazar el poder de Dios. El Espíritu de Dios o el Santo Espíritu es Dios al alcance, y el Espíritu de Dios o el Santo Espíritu es siempre Dios en acción.

El invisible miembro de nuestra tripulación es el Espíritu Santo, que es el agente principal de la comunión de los creyentes con su Señor. Es también esencial que reconozcamos a aquellos verdaderos creyentes que se sientan cerca de nosotros en este viaje. La experiencia de ir juntos, desde esos cuarteles (el templo) hacia el mar abierto y turbulento (el mundo), hace más imperativo que aprendamos a trabajar juntos como sacerdotes.

LA CONGREGACIÓN COMO SACERDOTES

Una congregación que adora está formada por creyentes salvados por gracia, por la fe en Cristo. Como tal, la posición teológica es que una congregación es un conjunto de sacerdotes reunidos. En relación con los redimidos, Pedro escribe:

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable... (1 Pedro 2:9).

Como sacerdotes, los cristianos tienen una importante función que cumplir en la adoración.

Pedro, el “apóstol de la circuncisión”, escribió a los judíos queriendo mostrarles que por haber llegado a ser cristianos ellos no habían perdido ni templo, ni sacerdocio o sacrificios. Ellos los tenían en sí mismos, porque ellos eran templos “construidos como casa espiritual” para ser habitados por Dios mismo.

Así, ellos eran sacerdotes a Dios, “un sacerdocio santo”. Su privilegio era ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Cristo.

En el templo, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo una vez al año. Sin embargo, para los cristianos, su ser interior es su lugar santísimo. Es Dios quien entra en el corazón del creyente y mora en él. Así, el cristiano tiene la garantía de la aceptación por Cristo. Pablo, explicando su mensaje a los gentiles, agrega entre paréntesis que los cristianos pueden tener amplio y seguro acceso a Dios por la fe en Jesucristo (Efesios 3:12). Como una congregación de creyentes en Cristo Jesús, los cristianos llegan a ser sacerdotes que elevan sus manos en oración intercesora a Dios, el Gran Sumo Sacerdote. Los cristianos son un tesoro especial para Dios de entre todos los pueblos, un reino de sacerdotes y nación santa.

Progresivamente, el Señor ha guiado a su pueblo del sacrificio material de animales hacia el de la verdadera adoración espiritual. El salmista, centrando su atención en sus amigos indiferentes y dudosos, les dice: “Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová” (Salmo 4:5). Pablo, hablando de vidas cristianas dedicadas, estimula a los creyentes romanos diciéndoles:

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).

De manera parecida, el autor de Hebreos, hablando de sacrificios, dice:

Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios (Hebreos 13:15, 16).

Un sacerdote es para interceder delante de Dios a favor del pueblo y hacerles conocer la Palabra de Dios. En vez de darse el lujo de ser espectadores, los sacerdotes son activos participantes en la adoración. Ellos deben tener la oportunidad de dirigir, según sus dones y talentos especiales.

Si la doctrina del sacerdocio universal del creyente fuera aplicada consistentemente a la experiencia de la adoración, el impacto resultante sería revolucionario. Como sacerdotes con igual acceso a Dios, los cristianos deberían traer sus propios dones y talentos espirituales listos para ser usados en el altar de la oración intercesora y el servicio sacrificado. El ministerio de la palabra, entonces, estará lleno de gozo y reverencia, acción de gracias y alabanza, confesión y perdón de pecados. Los no creyentes podrán sentir la poderosa presencia del Santo Espíritu en cada momento del culto.

Sabio es, en verdad, el pastor que conoce cómo motivar a su pueblo en el uso de los dones y talentos sacerdotales y ser sensible a los varios elementos que integran el culto de adoración. La gente, como sacerdotes de Dios, tendrían que asumir la responsabilidad de lo que toma lugar en la adoración. Tal participación dirigiría a una gozosa celebración en adoración llena de una maravillosa excitación frente al dramático encuentro con Dios.

Como sacerdotes, los cristianos deberían estar listos a llevar adelante cuatro elementos básicos muy importantes en la adoración de la iglesia primitiva. Estos elementos son: alabanza, oración, proclamación y ofrenda. Según lo que dice Robert Bailey:

Adoración que no alaba y glorifica a Dios no es verdadera adoración.

Adoración que no deja orar a los creyentes a Dios, no es adoración.

Adoración que no proclama las buenas nuevas del evangelio de Jesucristo no es adoración, y adoración que no permite ofrendar de lo material y de uno mismo, no es una auténtica adoración. Podemos descubrir varios significados y manejarlos para dar nuestras opiniones sobre esos ingredientes básicos, pero lo que no debemos hacer es olvidarlos, con lo cual la adoración deja de ser genuina y total.

La activa participación de los primitivos cristianos debería ser suficiente motivación para los creyentes de hoy día para que utilicen sus talentos y dones en la realización de su servicio sacerdotal al Señor.

Ahora que nuestra tripulación está sensible a su papel en la adoración de la Iglesia, continuemos nuestro viaje describiendo con más detalles cómo nuestro sacerdocio debe ser ejercido, a medida que nos preparamos para enfrentar cualquier sorpresa que pudiera presentarse más adelante en el mar abierto (el mundo).



LAS ACTITUDES DE LOS SACERDOTES

Segler menciona nueve actitudes positivas que son reflejos de un pensamiento teológico íntimo y personal. Ellas son llamadas actitudes sicológicas generales del espíritu humano que son expresadas en la adoración. Reflejan pensamientos positivos que deberían estar en la mente y corazón del creyente y son expresión del concepto que se tiene de Dios. La siguiente discusión se basa en lo dicho por Segler:

Adoración expresada en alabanza es la primera actitud.

Adoración es una actitud de la mente y corazón en la que uno muestra profunda reverencia y temor. Como tal, la adoración se ve como el más alto grado de amor y honor conferido a Dios. Es meditativa e interior. La manifestación exterior de adoración es alabanza. Básicamente adoramos a Dios por quién es y le agradecemos por lo que nos ha hecho. El salmista, después de reconocer al Señor como un abundante ayudador exclama: “Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (Salmo 146:2). La alabanza resuena como la celebración de un evento gozoso.

El resultado es gratitud que viene de corazones llenos de adoración y alabanza hacia Dios. La palabra de Dios abunda en expresiones de gratitud. David, en recuerdo de su querido amigo Jonatán, mostró su gratitud mediante un acto de misericordia: “¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? (2 Samuel 9:1). Uno que tiene el corazón sometido en adoración y elevado en alabanza debe aprender también la gracia de ser agradecido.

La respuesta a la gratitud es otra actitud: acción de gracias por todo cuanto el Señor es y hace por sus hijos. El Salmo 106 comienza con una expresión de acción de gracias por el constante amor de Dios: “¡Aleluya! Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia “ (Salmo106:1). Pablo eleva al máximo la adoración cristiana cuando escribe a la iglesia de Corinto: “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15). El alma del amor cristiano se manifiesta en acción de gracias por el amor redentor de Dios. Cuando los creyentes vienen ante el Señor en el acto de comunión, se ven tal como son: pecadores con necesidad de arrepentimiento. No siempre es fácil arrepentirse, cuando nuestros labios han sido impuros al igual que nuestros pensamientos. Segler cita a C. S. Lewis quien dice: “El arrepentimiento no es nada gracioso. Es más difícil que comer pan duro. Significa algo así como morir al ‘yo’”.

Las palabras más difíciles de decir, en cualquier idioma o lenguaje,

son: “Yo he pecado”.

El otro lado del arrepentimiento es el perdón. Los creyentes en Cristo pueden estar absolutamente seguros de que cuando el arrepentimiento es sincero Dios

es fiel y su Palabra es verdad, lo cual asegura el perdón. El apóstol Juan

escribiendo para afianzar la fe en Cristo, afirma esta verdad: “Si confesamos

nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y

limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Tanto el arrepentimiento de los

pecados cometidos como el perdón de los mismos son absolutamente necesarios para que la adoración sea completa.

Dependencia de Dios, es otra actitud que debe mostrarse en la adoración. Los hijos de Dios deben aprender a depender de él como el que suple todas sus necesidades. En la oración modelo, el Señor Jesús instruye a sus discípulos en la oración: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11). También los discípulos debían buscar el perdón basado en el perdón que ellos daban a quienes pecaban contra ellos: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” ( Mateo 6:12). Los cristianos no deben orar egoístamente, sólo por sus necesidades, sino interceder también en beneficio de otros. La adoración debe dirigir a la congregación a una conciencia clara de dependencia del Señor.

La actitud de sumisión está también incluida en la adoración. La sumisión de Jesús a la voluntad de Dios le llevó hasta morir en la cruz. Segler dice que cada experiencia significativa de adoración llama a la sumisión y rendición a la voluntad de Dios. El encuentro en la adoración está incompleto si no guía a la rendición.

El clímax de la experiencia de adoración es la actitud de compromiso que demanda una acción positiva. El gran profeta Isaías, después de la muerte de su amado rey, consagró su vida a Dios, diciendo: “Heme aquí, envíame a mí”

(Isaías 6:8). Es muy posible que el secreto del poder de Isaías, como dirigente, se debió a su total rendición a hacer la voluntad de Dios. ¿Sigue usted a bordo a medida que viajamos más allá de la vista de la playa?

Las profundas aguas de la teología cristiana nos han llevado a un entendimiento de que la adoración es la comunión de Dios con una congregación de sacerdotes cuyas actitudes van desde la adoración hasta el compromiso.

RESUMEN

El estilo impersonal del mensaje escrito hace imposible que yo conozca personalmente a la tripulación que ha escogido juntarse conmigo en este viaje. Aparte de su interés general en música y adoración, usted se ha acercado a este estudio desde su propia perspectiva teológica. Sus posiciones pueden ser diferentes de las mías. Permítame usar este resumen para preguntarle lo que ha captado, por medio de las marcas de chequeo (T) o signos de pregunta (?).

_____ Teología es una palabra o pensamiento racional acerca de Dios. Lo que usted cree acerca de Dios (proposición teológica) ha llegado a ser su teología funcional. Su pensamiento acerca de cómo Dios ha sido revelado a la humanidad ha dado forma a cómo usted adora. ¿Qué aspecto de la teología es esencial para describir el significado de su experiencia de adoración?

_____ Un aspecto de mi teología de la adoración cristiana es que toma lugar en una atmósfera de consciente comunión con Dios, que llega a estar involucrado con mi congregación. Este acto de comunión implica compañerismo y dramática celebración que se hace posible por la acción del Espíritu Santo en mi vida.

_____ Por haber aprendido a adorar a Dios en espíritu y en verdad, el conocimiento de la verdad de Dios en la palabra revelada me ha dirigido a un acto de fe en el cual Jesús ha llegado a ser mi Señor.

_____ Por estar acostumbrado a adorar a Dios en el contexto de mi iglesia, es muy natural para mí incluir en mi teología de adoración cristiana la doctrina neotestamentaria del sacerdocio de los creyentes. Entiendo que esta doctrina significa que todos los creyentes en el Señor son sacerdotes. Esta doctrina es efectiva cuando yo actúo como un creyente que representa al pueblo de Dios y Dios al pueblo. A través de personas como yo, mi congregación llega a involucrase en oración unos por otros y por aquellos que están fuera del reino de Dios.

_____ Cuando las tareas se cambian desde el pueblo de Dios (laos) a aquellos

que se han apartado como ministros ordenados, siento deseos de hacer que los miembros de mi congregación tengan la mayor participación posible, en el culto de adoración. Esto se haría de acuerdo con sus talentos, dones espirituales y su preparación.

_____ Si este sistema no da resultado, puede ser que yo sea un pastor o un líder que cree que solamente nosotros deberíamos ser los participantes en el culto. No ha sido mi experiencia que debido al mayor número de miembros de la congregación que estén involucrados en el planeamiento y participación en los cultos, la adoración llega a ser más vibrante.

_____ Tengo menos dificultad con las nueve actitudes positivas concernientes a la adoración que tienen significación teológica. Estas actitudes o elementos de adoración son reflexiones de mi concepto de Dios. Estoy de acuerdo con que ellas comienzan con adoración y alabanza y terminan en sumisión y compromiso de hacer la voluntad de Dios. En medio está la gratitud que guía a acción de gracias por todo lo que ha hecho Dios por mí; arrepentimiento, que guía al perdón de mis pecados; y el reconocimiento de la dependencia de Dios.

Debería de estar sorprendido si nuestra jornada juntos hacia aguas más profundas no ha causado algún “choque con las rocas”. Si usted ha elegido estar en desacuerdo conmigo o guardar reservas en algunos puntos, eso es exactamente lo que habría sucedido: un choque con las rocas. Sin embargo, todavía estamos flotando y aún somos cristianos amigos que, por un momento hemos logrado un desacuerdo.

A usted no le gustará perderse de la parte siguiente del viaje. Ella incluye una “cápsula del tiempo” que nos permitirá dar un pequeño paseo por el período del Antiguo Testamento, incluyendo un pequeño recorrido por el territorio de los Salmos y el más conocido período del Nuevo Testamento. Los tiempos que siguen piden que entremos a visitar los salones de la música y los pabellones de la cultura.

Su fidelidad a esas antiguas rutas nos traerá rápidamente al presente histórico donde nos encontraremos en las puertas del templo de su congregación. Usted estará oyendo más acerca de nuestro tema a nuestro regreso a casa. Por ahora, permita que en su imaginación vuelva el reloj hacia atrás, al comienzo del tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Solo una sugerencia: este articulo sobre la Teologia del Culto, viene del capitulo de el libro "Que mi Pueblo Adore" por Eduardo Nelson publicado por Editorial Mundo Hispano.Casa Bautista de Publicaciones
. Deberia de darse credito al autor

alr dijo...

Soy de la idea que debemos orar y cantar muchas alabanzas a Dios para que sienta que tenemos agradecimiento por todo lo bueno y malo que tenemos en ésta vida, gracias al blog por la información.